Experiencia ideal con mi progenitora (parte 2)


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Mi mamá con fusta en mano, tomó mi rostro y me abrió la boca, expresándome en esta dinámica no soy Mamá, ni Estrella, soy tu Señora, ¿entendido?, yo que previamente había observado diversos vídeos sobre este tema, le respondí Sí, mi Señora, lo que desee, mi Señora.

Me besó, introduciendo toda su lengua en mi boca dejando un gran rastro de saliva en su interior, comenzó a golpear con la fusta mi pene erecto y los testículos, luego las plantas de los pies, nunca antes había experimentado tanto dolor y al gritar, me colocó un protector bucal con una bola roja adentro, para no escuchar tus quejidos, perro, me dijo mi Señora.

Me retiró de un tirón el consolador y colocó otro un poco más largo y grueso, con un cable que conectó a un artefacto que tenía en la mesilla. También me puso unas pinzas en mis pezones conectadas también a dicho artefacto. Además, me colocó una especie de muelle ancho en el pene, este terminaba en un cordel que introdujo por la uretra. Al encender el darno artefacto, mi cuerpo se elevó unos centímetros de la cama, sentí la corriente eléctrica por el trasero, abriéndolo más que con el consolador, los pezones se pusieron tan rígidos como los de una nodriza, largos y duros, y el pene parecía que iba a explotar, creció al menos 2 o 3 cm más.

-Señora, por favor, reduzca la intensidad, no puedo soportarla, le dije como pude con el protector bucal puesto.

-Está bien quejica, te lo he colocado en 7 y el máximo es 15 y algunas personas, sobre todo las mujeres, resisten hasta el máximo.

-Está bien, Señora, pero por favor, es la primera vez, reduzca la intensidad.

Así lo hizo, lo disminuyó a 3 y entonces mi cuerpo descansó, aunque seguía sintiendo, ahora en lugar de esa sensación de electrocutado, era agradable, satisfactoria, tanto que con el cable dentro de la uretra solté un chorro de semen que llegó hasta mi rostro.

Mi madre, perdón, mi Señora, me golpeó con la fusta en el pene diciendo, o más bien gritando, ¿quién te dio permiso para eyacular, perro sarnoso?, ¡estúpido, no sirves ni siquiera para contener una eyaculación, aquí soy yo quien decide cuándo y dónde debes hacerlo.

Me dio otro golpe en los pezones haciéndome saltar las pinzas, fue muy doloroso, pensé que con las pinzas se llevaría mis pezones, luego sacó el cordel de la uretra y el muelle del pene y quitó las argollas de las manos y los pies, y me ordenó recoger de mi cuerpo todo el semen derramado con la mano y comérmelo, también que lamiera el cordel de la uretra y el muelle que estaban llenos de semen.

- Sí, mi Señora, enseguida, así sabré cómo sabe el semen.

- Después debes ir al cuarto de baño, lavar muy bien el pene, refrescar los pezones y dejar puesto el consolador, no te lo quites.

- Así lo haré, Señora, me ha gustado mucho.

- A ti no te debe gustar nada, soy yo quien debe disfrutar y hasta ahora no he tenido ninguna satisfacción.

Así lo hice y al regresar me dijo que me castigaría por eyacular, me puso boca abajo en la cama, me colocó nuevamente las esposas en manos y pies, me puso el protector bucal y tomó un látigo de tiras de cuero, comenzó por mis muslos, luego mis glúteos y mi espalda, no sé cuántas veces me azotó, pero mis partes posteriores ardían como si estuviera en una parrilla, debían estar más rojas que un tomate, ella no dejaba de decir en cada azote.

- Estás por eyacular sin permiso, 20 o 30 azotes, estás por no satisfacerme con la electricidad, 20 o 30 azotes y otros 20 o 30 más porque me da la gana.

Así estuvo un buen rato, luego tomó una crema y me untó todo el cuerpo y de repente me quitó el consolador e introdujo un buen trozo de crema en mi ano, que en ese momento estaba aún dilatado.

Observé cómo se colocaba un arnés y ajustaba un pene de plástico de unos20 cm por 6 de ancho, aproximadamente. Al escuchar esto, mi excitación incrementó, aunque también sentí un poco de dolor. Traté de controlarme y aguantar un poco más, así me lo indicó. Quitó la mordaza de mi boca y los grilletes de mis pies. Su instrucción fue clara: adoptar la posición de pompa con el trasero hacia afuera. Se arrodilló detrás de mí y comenzó a introducir un consolador de plástico duro que además vibraba. Lo hizo con delicadeza, insertándolo poco a poco, deteniéndose y luego avanzando un poco más. Así, hasta que la punta del juguete tocó mis testículos. En ese momento, tenía 20 cm de juguete vibrador dentro de mí. Aunque sí sentí dolor, no fue tan intenso como esperaba. La satisfacción que experimenté fue asombrosa. Cuando empezó a moverlo dentro y fuera de mí, lo hizo primero lentamente y luego aumentando la velocidad con empujes firmes. Fue entonces cuando noté que mi Ama comenzaba a gemir de placer, dejando caer su flujo sobre mis testículos. Finalmente, soltó un fuerte gemido de placer, experimentando un orgasmo intenso seguido de dos o tres más suaves. Fue la primera vez que presencié y sentí el clímax de mi Ama.

"- Te complací como querías, perro. Espero que te haya gustado esta primera vez. Considero que esta práctica se repetirá a menudo, así que buscaré un pene real y un hombre que te penetre con ese culito ya abierto. Le preguntaré a Rafael si está dispuesto", expresó.

"- Ama, siento que estoy a punto de eyacular. Mi pene está muy excitado", advertí.

"- Espera un momento. Te liberaré las manos y ponte boca arriba. Ahora experimentarás lo que es una buena felación y cómo tragarás tu semen, a diferencia de Cata", respondió.

Así lo hizo. Tomó mi pene en su boca, lo lamió, lo introdujo completo, mordió el frenillo y el glande, incluso introdujo su uña en la uretra. Cuando vio que no podía contenerse más, se lo introdujo por completo en la boca, dando varias lamidas y provocando que mi semen saliera disparado hacia su garganta, llenándola por completo. La leche se derramaba por la comisura de sus labios debido a la cantidad que había eyaculado.

"- Sí, Ama. Sin duda, eres mejor que Cata en esto. La experiencia marca la diferencia. Qué placentero momento. Esta ha sido la eyaculación más intensa que he tenido. Gracias, Ama. Disfruté de toda la sesión", expresé satisfecho.

"- No te detengas ahí, perro. Aún no hemos terminado. Te doy 15 minutos para refrescarte en la piscina y regresar", ordenó.

Al volver a la habitación, todo estaba en orden. Mi madre había apagado las velas, subido un poco la persiana para dejar entrar la luz y se encontraba desnuda en la cama. Al recostarme a su lado, le pregunté:

"- Supongo que ahora eres Estrella, ¿verdad? Cuéntame sobre tu experiencia en el mundo del sadomasoquismo", indagué.

"- Claro. Después de la muerte de tu padre y al no desear tener relaciones con hombres, comencé a frecuentar locales sexuales, saunas para lesbianas y lugares de intercambio de parejas. Mañana continuamos con la historia de mi experiencia en el sado", respondió.

Y de esta manera comencé a desempeñar el rol de Ama y a ganar algo de dinero, aunque no lo necesitaba, una parte de ese dinero la destinaba a organizaciones benéficas.

- Qué sorpresa, Estrella, también eres caritativa -expresó.

- Bueno, dejemos de hablar por ahora, aún hay tiempo para continuar con nuestra intimidad -comentó ella.

Se colocó sobre mí y empezó a besarme apasionadamente, introduciendo su lengua en mi boca, acariciaba y mordía mis pezones, descendió y tomó mi miembro en su boca, estimulándolo hasta ponerlo al máximo, luego me indicó que la penetrara por detrás, lo hice con fuerza y al cabo de un rato, justo antes de llegar al clímax, me pidió que la penetrara analmente sin protección, accedí y tras varias embestidas, alcanzamos el clímax simultáneamente, quedando ambos recostados en la cama, uno sobre el otro, hasta que nuestros latidos cardiacos se tranquilizaron.

Después de varios encuentros más en distintas posturas, nos dirigimos a ducharnos, sugerí que lo hiciéramos juntos, pero ella rechazó la idea, alegando que en su aseo no permitía la presencia de nadie más.

Me pidió que volviera a su habitación cuando estuviera listo, ya que se prepararía para salir a cenar y pasear por la ciudad juntos.

Asimismo, me recomendó que me afeitara minuciosamente para eliminar cualquier rastro de vello facial, aunque no soy muy vellos en general, solo tengo algo de vello en las extremidades y en el pecho, además de depilarme ocasionalmente con crema, sin embargo, desconocía la razón por la cual mi madre me hizo tal sugerencia.

Al regresar a su aposento, me esperaba una falda hasta la rodilla, un chaleco rosa de mangas cortas, una peluca castaña, zapatos de tacón medio y unas braguitas diseñadas para ocultar mi miembro, manteniéndolo hacia atrás y pegado al cuerpo, para no ser visible desde el frente.

Mi madre me sentó frente al tocador y me dijo que me convertiría en una hermosa jovencita, colocó pestañas postizas, maquilló mi rostro con tonos suaves, resaltando mis ojos y labios, además de cubrir mi cuello con un pañuelo para disimular el bulto de la nuez, por último, me puso la peluca. Al contemplarme en el espejo, me vi transformado, de ser una verdadera chica, me sentiría atraída por mí mismo, lucía espléndido. Mi madre me dio un beso y me llamó Juana, luego se vistió de manera provocativa como de costumbre, abordamos el coche rumbo a la ciudad.

En primer lugar, nos dirigimos a un bar llamado "Lesbos", como su nombre indicaba, estaba frecuentado por mujeres lesbianas que charlaban, se besaban y se acariciaban de forma discreta en las mesas. Al sentarnos, nos atendió un camarero gay, pedimos un whisky para mi madre y una tónica para mí, ya que no consumo bebidas alcohólicas fuertes, prefiriendo ocasionalmente algunas cervezas.

De repente, apareció Carmen.

- Vaya Estrella, ¿esta era la razón por la que te fuiste tan temprano esta tarde? Preséntame a esta hermosura -exclamó sorprendida.

- Ella es Juana, una amiga del instituto de mi hijo que se queda en casa unos días, como él está ocupado con sus estudios, salimos a pasear, me confesó que es lesbiana, así que la traje aquí -respondió mi madre.

- Bueno, ¿podrías prestármela un momento?

- Vamos Carmen, no es mía para andar prestando de un lado a otro, mejor vete con tu compañía, que tampoco está mal -contestó Estrella.

Con cierta frustración, Carmen se retiró, pero antes mencionó que en el bar "Arco Iris" se encontraba Rafael con un joven, por si queríamos saludar.

Observándome, mi madre notó mi preocupación por ser reconocido, pero le restó importancia, solo mencionando que si el joven era sobrino de Rafael, podría ser un problema.

Terminamos nuestras bebidas, sentía un dolor intenso en mi miembro, pues al presenciar esas interacciones entre mujeres, se había excitado y al estar oculto hacia atrás, el malestar era fuerte.

Decidimos dirigirnos al bar "Arco Iris", mi madre entraría primero y si no era el sobrino de Rafael, ingresaría yo posteriormente.

Así fue como procedimos, no fue por lo que mi madre me hizo señas para entrar, ya que me conocía desde que nací, Rafael me saludó discretamente, envió a su hijo por unas copas y expresó.

- ¿Qué tal, Juan? Veo que tu madre ha completado su deseo de tener relaciones contigo y convertirte en su compañero sexual, según veo.

- No seas así, Rafael, le respondió mi madre, tú lo sabes, he deseado durante años tener a mi hijo en la cama, pero hasta que cumplió los 18 no quise hacerlo. Y esto no es solo un capricho mío ni es para mi placer exclusivo, lo deseo tanto como te deseo a ti o como deseo a Elena, en otras circunstancias. Es solo una cuestión de satisfacción sexual y un gran cariño hacia todos ustedes, especialmente hacia mi hijo.

El hijo de Rafael llegó y terminamos la conversación, estuvimos hablando de temas triviales, el chico no dejaba de mirarme y Rafael le preguntó si le gustaba Juana, a lo que él respondió que sí, que como él sabía era bisexual, un poco más gay pero no despreciaba a una joven como ella. Mi madre me miró y sugirió que se mudaran a otra mesa para hablar en privado con Rafael.

- Mira, Rafael, hemos estado teniendo relaciones sexuales desde ayer, lo he instruido en todo, sexo en todas partes, sexo oral, juegos sadomasoquistas y lo he penetrado con un arnés. Y como ves, lo he feminizado para salir a la calle, él está encantado con todas estas experiencias, sé que eventualmente esto terminará, pero mientras tanto disfrutaremos el uno del otro.

- Me parece bien, Estrella, siempre y cuando no abuses de él y le permitas tener libertad para experimentar sexualmente con otras personas, no lo monopolices, de lo contrario lo perderás.

- Lo sé, procuraré no obsesionarme, es maravilloso hacer estas cosas con tu propio hijo, además, se parece a su padre, tiene una gran y gruesa polla muy dura.

- De acuerdo, eso es lo que quería decirte, no lo conviertas en otro Miguel.

- Eres duro y cruel conmigo, Rafael, tú sabes que para mí, Miguel era todo y ni tú ni mi propio hijo podrán reemplazarlo nunca.

- Me alegra escuchar eso.

- Por cierto, Rafael, cuando lo desvirgué analmente, le dije que buscaría a alguien real para que experimentara lo que es ser penetrado por un hombre. Pensé en ti, no quiero llevarlo a ningún lugar donde puedan abusar de él.

- Estás loca, ¿cómo se supone que debo acostarme con alguien que probablemente sea mi propio hijo y aun si no fuera genéticamente, lo considero casi como tal?

- También es mi hijo, idiota, y me acosté con él. No seas tan escrupuloso, ¿prefieres que sea cualquier otro tipo que me encuentre por ahí en lugar de tú? Además, es hora de que sepas que Juan es hijo de Miguel, el lunes te llevaré los informes de ADN que hice hace unos años después de la muerte de Miguel.

- Vaya, ¿cómo es que no me lo has dicho antes? Ya no mereces que te mire a la cara.

- Disculpa, Rafael, no le di importancia, sinceramente pensé que ya habías superado la obsesión de saber quién era el padre de Juan.

- No hay problema, prepara a Juan, explícale claramente cómo lo vamos a hacer y que me lo comunique si está de acuerdo.

En ese momento, miraron por el pub buscándonos y como no nos veían, Pablo, que así se llamaba el chico, me dijo que si quería pasar a un reservado para tener más privacidad y hablar tranquilamente, acepté su propuesta. Entramos al lugar y comenzó a besarme, introduciendo su lengua en mi boca, yo correspondía acariciándole su miembro, ya que había empezado mi educación sexual con mi madre en otros tipos de experiencias, quise experimentar por mi cuenta en el ámbito homosexual.

En el reservado, le confesé a Alfonso, así se llamaba el chico, que me gustaba usar ropa de mujer, pero que conservaba mi virilidad intacta. Quitándome la tanga por detrás, mostré mi pene y él lo observó asombrado, se abalanzó sobre él para darle sexo oral, lo metió todo en su boca y comenzó a chuparlo hasta que se puso erecto.

No le cupo en la boca y empezó a lamer el glande, dándole pequeñas mordidas, mientras tanto, yo sujetaba su pene con mis manos y le hacía una masturbación.

- Me encantaría tragarme tu pene por el ano, sentí mi trasero emocionado por esa maravilla que tiene, tengo un pequeño frasco de lubricante, me lo pongo y me penetra, me dijo.

- Sí, pero en la siguiente fase, continúa lamiendo hasta que te tragues toda la eyaculación que salga de mi pene, no te preocupes, no bajará ni un milímetro.

Así se hizo, eyaculé en toda su boca y se tragó todo mi esperma, limpiándome con la lengua y viendo que efectivamente no se había derramado nada, me pasó el lubricante y se lo apliqué en el ano, introduciéndosela poco a poco; sin embargo, él pidió que empujara y le rompiera el trasero, deseaba sentir todo mi pene adentro y el calor de mi semen. El chico tuvo un orgasmo espectacular, sus gemidos resonaron en toda la habitación; cuando se la saqué, me agradeció el polvo con un beso y bajó a limpiarme el pene; le dije que ahora me tocaba a mí, metí mi cabeza entre sus piernas y comencé a practicarle sexo oral, enseguida se dio cuenta de que yo era un novato total en esto y me indicó cómo lamer, frotar y chupar, hasta llegar al momento de su orgasmo, donde me preguntó si quería en la boca o afuera, le dije que no, que quería probar el semen por primera vez.

Regresamos a la mesa con mi madre y Rafael, Alfonso fue a por una bebida y mi madre me interrogó sobre lo que había sucedido en el área privada. Se lo conté a ella y a Rafael; ambos rieron, y Rafael dijo:

- No es necesario que me muestres los resultados de ADN, se nota que es hijo de Miguel; así que el próximo fin de semana me invitarás a comer y, delante de tu madre, te meteré todo mi pene en el ano para que termines de disfrutar las relaciones con hombres.

Más tarde, nos despedimos de Rafael, fuimos a varios lugares conocidos por mi madre, bailamos, nos besamos y nos tocamos como dos amantes, cerca de las 3 de la madrugada decidimos regresar a casa. Una vez allí, nos metimos desnudos en la piscina; ella me hizo sentar en el borde, tomó mi pene y comenzó a practicarme sexo oral hasta ponerlo erecto, luego, de un empujón, me tiró a la piscina, me besó y se introdujo mi pene en su vagina, moviéndose hasta llegar al orgasmo dos veces antes de que mi semen flotara en el agua.

Salí de la piscina, me duché allí mismo y le dije a mi madre:

- Mamá, lo siento, pero necesito descansar; desde el viernes con Cata hasta ahora he tenido al menos 8 eyaculaciones y no doy más, mañana domingo tendremos toda la mañana disponible.

- Está bien, cariño, como prefieras; aunque yo aguantaría un par más, nos vemos mañana, dame un beso.

Me acerqué al borde de la piscina, le di un beso en los labios y me fui a mi habitación, pensando en lo ninfómana que es mi madre, pero lo bien que lo pasamos juntos; ha sido un fin de semana maravilloso, aunque aún queda la mañana del domingo.

Les contaré de otros fines de semana, esta vez fuera de casa y de la ciudad, nos tomamos unos días libres y Rafael, mi madre y yo nos fuimos a la costa.

FIN

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