Relato del veintitrés (primer episodio)


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Iván me facilitó su número de teléfono para agilizar nuestro contacto. Esta acción me alegró mucho, ya que indicaba que estaba comprometido en encontrarnos y llevar nuestra relación más allá de las palabras. Enseguida comenzó a hacerme diversas preguntas sobre mis intereses, a pesar de que toda esa información ya estaba clara en mi perfil de la página de citas. No me molestaba en absoluto, ya que simplemente estaba conectando los puntos. Por mi parte, también indagué sobre sus preferencias, y no encontramos discrepancias.

Una vez todo quedó claro, me citó en una plaza y me pidió que no demorara. Acudí puntual a la cita y allí estaba él. Delgado, con una barba bien cuidada, vestía con ropa de tipo obrero. Nos saludamos con cordialidad y comenzamos a caminar juntos.

- Estamos cerca - me dijo. - No te preocupes, todo saldrá tal como te conté. Me alegra que hayas aceptado.

Llegamos a una puerta que él abrió, invitándome a pasar primero, demostrando ser todo un caballero y sonriendo pícaramente. Allí, sentados sobre unos troncos, estaban dos hombres. Uno era de baja estatura, de piel muy morena y parecía joven. El otro, de mayor edad, con cierta panza y barba canosa.

- Mira, estos son los dos compañeros de los que te hablé - me presentó, señalándolos con la mano. - Chicos, él es el indicado para nuestra tarea - se dirigió a mí. - Les dije que encontraría a alguien, aunque no estaban muy convencidos. Especialmente este... - añadió, poniendo la mano en el hombro de uno de ellos. - Así que manos a la obra que el tiempo apremia - declaró mientras se desabrochaba el pantalón y sacaba su miembro.

Me arrodillé para besarlo y lamerlo, notando cómo se endurecía rápidamente. Me introduje su glande en la boca y él soltó un gemido de placer. A mi lado, uno de los hombres se puso en posición con su miembro en la mano, también en plena erección. Supuse que el tercero sería quien me penetraría, según lo acordado previamente. Debía complacer a dos con sexo oral y el tercero me tomaría por detrás.

El otro hombre me hizo bajar los pantalones y, abriéndome las nalgas, comenzó a lamer mi zona anal, humedeciéndola adecuadamente, mientras yo satisfacía a los otros dos con sexo oral. El tercero se acercó, colocó su glande en mi ano lubricado y empujó para introducirlo. Casi dejo escapar un grito, jadeé un poco mientras sostenía los miembros de los otros dos, permitiendo que mi esfínter se adaptara al intruso que me invadía. Este individuo estaba muy bien dotado, por lo que Iván y su cómplice se ubicaron frente a mí para ser testigos de la sorpresa.

- ¿Te está gustando? - preguntó Iván, levantando mi mentón con su mano. - ¿Es lo que esperabas?

- ¡Guau, es mucho! - le respondí.

- ¡Exacto, un trasero que se penetra, deja una sensación dolorida! Así que relájate y disfruta.

El hombre que me penetraba comenzó a moverse, claramente no le interesaba mi placer, solo buscaba el suyo. Tuve que empezar a complacer a los otros dos con sexo oral. Pasamos un tiempo así hasta que el colega de Iván agarró mi cabeza para penetrarme con fuerza y profundidad, causándome arcadas y babeo.

- ¡Voy a acabar, voy a acabar! - anunció antes de eyacular en mi boca.

Me vi obligado a tragar su semen y, al retirar su miembro, lo limpié con cuidado y le mostré que me había tomado todo su semen. Iván se acercó, golpeándome ligeramente en la cara con su miembro y empecé a chupárselo. El otro continuaba penetrándome, parecía una máquina, sin detenerse en sus embestidas.

Luego de un rato, Iván anunció que llegaría al clímax, se apartó y comenzó a masturbarse. Abrí mi boca lo máximo posible para que su eyaculación cayera directamente en mi lengua. Sus primeros disparos impactaron en mi garganta, el resto se depositó en mi lengua. Tomé su miembro aún erecto y me lo introduje completamente en la boca, luego lo limpié como había hecho con el otro hombre.

Finalmente, el tercero comenzó a embestirme fuerte

y a mencionar que me embarazaría.

- ¡Vaya, homosexual! - exclamó al eyacular. Estuvo un momento adentro de mí antes de retirar su pene. - ¡Caray, colega! ¡Lo que posees es superior a una vagina! ¡Qué trasero! Permanece así que deseo tomar una foto de cómo te he dejado el trasero.

Iván me indicó un retrete que tenían al fondo para que expulsara el semen.

- ¡Caray amigo, qué bien! - me comentó mientras fumaba un cigarrillo. - ¿Qué tal? ¿Te gustó?

- ¡Un poco rudo todo! ¡Pero disfruté! Espero que a tus compañeros les haya gustado.

- ¡Uf sí! Especialmente a Jorgeta que estaba deseoso de acostarse con alguien, hacía tiempo que no tenía relaciones.

- Se nota.

Me despedí de los otros dos e Iván me acompañó hasta la salida.

- Si deseas repetir, comunícate. - me dijo dándome una palmada en el trasero.

- Y tú también si surge algo.

Me entregó las fotos que había tomado de mi trasero recién penetrado y lleno de semen. Me fui satisfecho de aquella relación sexual a lo macho, sin preámbulos, sin besos ni nada. Me complació, era lo que habíamos pactado.

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