No deseaba, pero me acabó gustando


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Saludos, apreciados lectores. Les relataré lo que me ocurrió hace 3 semanas durante una visita a mi prima-hermana.

Decidí realizar un viaje para ver a mi familia materna, que vivía a unas 12 horas de distancia. Llevábamos un buen tiempo sin reunirnos y siempre me recibían con mucho afecto, especialmente Loiza. Mi prima Loíza y yo siempre fuimos muy cercanas a pesar de la distancia y de que éramos diferentes: ella es delgada, alta, con cabello rizado y corto, ojos almendrados y saltones, figura esbelta como de modelo, busto redondeado y pequeño, trasero respingón y bien conservado; ella tiene 26 años y yo 20.

Al verme llegar, Loíza brilló con sus ojos, me abrazó y me hizo acomodarme en su habitación. Después de la cena, todos se fueron a dormir, pero para Loiza y para mí esa sería una noche de largas conversaciones sobre nuestras experiencias sexuales. Ella es muy abierta, disfruta de la compañía de uno y otro mientras le agraden. Sus relatos eran mucho más intensos que los míos, pero no esperaba la sorpresa de mi relato sobre el apasionante trío que tuve con mi mejor amiga. Su rostro reflejaba sorpresa y excitación a la vez mientras le narraba cada detalle de aquella experiencia; mi excitación crecía a medida que contaba, y al terminar, Loiza no pudo contenerse y se retiró al baño a satisfacerse, sus gemidos me llenaron de emoción, pero no pasó nada más, solo dijo...

Loiza: Mañana saldremos y te pondrás muy linda.

Nos preparamos para dormir, y a la mañana siguiente, al despertar, mi prima ya se encontraba en el baño. Salí y noté que mis tíos ya no estaban (algo normal, ya que casi nunca estaban en casa debido a sus compromisos laborales que los llevarían fuera del país por dos semanas). Por lo tanto, Loiza y yo estaríamos solas. Fui a la cocina a preparar el desayuno y la escuché cantar alegremente en la ducha, sabía que tenía algo en mente.

Yo: ¿A dónde iremos? - le pregunté al salir de la ducha, ofreciéndole un sándwich.

Loíza: Solo arréglate y déjate llevar por la vida, no preguntes tanto.

Su respuesta despertó mi curiosidad, al entrar ella ya casi estaba lista, llevaba unos shorts de mezclilla muy provocativos, un top blanco que dejaba entrever sus firmes pezones, zapatillas deportivas y una cola de caballo, con poca maquillaje. Se sentó a desayunar mientras yo me duchaba. Al salir, ella me apuraba, así que me vestí rápidamente: una minifalda similar a la de las colegialas, color gris, un top negro sin sujetador que resaltaba mi busto, sandalias y coletas, me maquillé y salimos, yo desayunando mientras ella parecía muy emocionada. Tomamos el ascensor y salimos del edificio, tomó mi mano.

Loiza: Estás radiante, mi querida prima. Solo disfruta, ¿sí?

Cada palabra suscitaba más preguntas en mí. No sabía a dónde íbamos ni qué planeaba, pero tenía la leve sospecha de que se trataba de algo sexual, pues noté que llevaba en su bolso un juguete íntimo, condones y lubricante. Estaba nerviosa, mis manos sudaban, caminábamos hacia el norte y llegamos a un edificio ubicado en una zona solitaria. Entramos, tomamos el ascensor y llegamos al octavo piso.

Al entrar al departamento, nos encontramos con 5 hombres, todos mayores, muy mayores.

Yo: Estás loca, Loiza, no pienso quedarme aquí, es repulsivo.

Loiza: Por favor, entra, no hay nada malo. - dijo mientras me tomaba del brazo y me hacía pasar.

Al cerrar la puerta, sentí un miedo nunca antes experimentado. Los hombres se pusieron de pie para presentarse y besarme las manos; se llamaban Ernesto, Ramón, Franck, Mauro y, el más anciano, Irán, con edades comprendidas entre los 47 y 54 años. Loíza los trataba con confianza, así que supuse que los conocía desde hacía tiempo.

Loiza: Bien, traje a mi prima la de buen busto, he cumplido mi parte.

Escuchar eso me desconcertó. Loíza me había prometido algo, pero ¿qué?

Yo: No pienso involucrarme con ninguno de ellos, - susurré.

Loiza: Silencio, no es lo que piensas.

Irán: Bien, señoritas, vamos a jugar para romper la tensión. Me ofrecieron una bebida, pero rechacé la oferta, sabía que podrían intentar drogarme para aprovecharse de mí.

Sacaron una botella vacía para jugar a "verdad o reto", pero en esta ocasión solo sería "reto".

Loiza estaba excitada, sus pezones punzaban por salir del top, y apretaba mis muslos.

Continuará...

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