En la actualidad, las festividades de mi localidad ya no evocan memorias agradables, o quizás sí.
Concertamos reunirnos en grupo con mis compañeras en un local de moda en el corazón de la ciudad, la idea era lucir radiantes en esa velada especial y quizás entablar conversación con personas de otros países, dado que durante las festividades arriban muchos turistas. Por ello, me duché y me coloqué una lencería exclusiva color morado, compuesta por una tanga adornada con encaje que realzaba mis glúteos y un sostén de encaje con efecto push up que realzaba adecuadamente mis senos, haciéndome sentir sensual. Completé el atuendo con un vestido color morado a media pierna con mangas blancas decoradas con líneas moradas.
Me sentía confiada con esa vestimenta, por lo que nos dirigimos a un local para beber y bailar con mis dos amigas. Allí coincidimos con un grupo de amigos que, en lugar de bailar, bebían copiosamente y nos ofrecieron bebidas, procuré no ingerir demasiado, pero al no haber cenado, la embriaguez llegaba rápidamente.
Mis amigas estaban muy entretenidas y me ignoraron, así que, con ganas de comer algo, salí del local. Dado lo cerca que estábamos de la medianoche, la multitud era abrumadora y la única opción para desplazarse era unirse a la fila que se dirigía hacia la salida. Aunque la fila parecía interminable, me inquietaba mi vestimenta, pues temía ser objeto de acoso, no obstante, decidí arriesgarme y me adentré entre la multitud. Sentía la presión de la persona detrás de mí, pero al percatarme de que era una mujer, me tranquilicé. Sin embargo, en un momento dado, algo punzante rozó mi espalda y al voltear descubrí a un hombre con mascarilla que, con la mirada, me indicó que prosiguiera y escuché su susurro instándome a avanzar. A pesar del miedo, continué caminando seguida por él, hasta llegar a un punto sin salida donde sentí que ya no rozaba nada en mi espalda, sin embargo, percibí su mano derecha en mi abdomen y la izquierda deslizándose bajo mi vestido y su miembro erecto tocando mis glúteos, mientras me decía al oído con voz calmada: ¡procede tranquilamente, si no... ya sabes!
Desorientada, permití que me acariciara las piernas y la entrepierna sobre la ropa interior, al mismo tiempo que su miembro se frotaba contra mis glúteos, y, por alguna razón, empecé a excitarme, aunque no quería experimentar ninguna sensación, pero era inevitable. Me dejé llevar por instantes, hasta sentir su desesperación por rasgar mi ropa interior, momento en el cual reaccioné y traté de liberarme, provocando que el objeto punzante volviera a rozarme. Al percatarme de que se trataba de una navaja, me indicó moverme hacia la izquierda, amenazándome con ella. Inicialmente me resistí, pero su presión me obligó a obedecer y avanzar hasta salir de la multitud, donde, de inmediato, me abrazó fingiendo ser una pareja y me condujo a un hotel donde se alojaba, arrastrándome contra mi voluntad, consciente de lo que me deparaba.
Al adentrarnos en la habitación, intenté escapar, pero él cerró con llave. Me confesó que en el local le habían excitado mis movimientos mientras bailaba, razón por la cual me encontraba allí. Me arrojó a la cama y empezó a besarme el cuello, aunque más que besos, eran mordiscos dolorosos, al tiempo que, con sus manos, subía mi vestido y forzaba mi ropa interior. Con habilidad, abrió un hueco en ella y la rasgó para acceder a mi zona íntima, notando lo húmeda que estaba, lo que incrementó su excitación. Extrajo su miembro y, blandiendo la navaja, cortó la ropa interior para separar mis piernas, colocándome de espaldas en el borde de la cama y apartando mi prenda, Wqpara
Intentó introducir su pene en mi vagina, pero la ropa interior era muy ajustada, lo cual le incomodaba. Trató de romperla sin éxito, por lo que me la quitó a la fuerza. Me colocó de espaldas a él y finalmente logró penetrarme, aunque me causó dolor, ya que su pene era más grande de lo habitual. Experimenté un fuerte dolor interno que me hizo gritar.
Tapó mi boca y continuó con la penetración una y otra vez, causándome mucho dolor. Decidí concentrarme en pensar que la situación era normal, ya que disfruto del sexo intenso. Entonces, me enfoqué en disfrutarlo y comencé a excitarme, lo que hizo que él intensificara sus movimientos. Le pedí que lo hiciera más fuerte, sintiendo el contacto de su pelvis con mis glúteos, lo cual me excitó aún más. Luego, cambiamos de postura y continuamos la intimidad.
Disfruté cada momento, ya que lo que solía fingir con mis ex parejas ahora era real y placentero. Su ritmo continuo de penetración me hacía gemir de placer, hasta que finalmente eyaculó dentro de mí. Cuando todo terminó, me sentí exhausta pero satisfecha, notando que su semen no salía como de costumbre, quedando dentro de mí.
Él se sorprendió por mi reacción, aparentemente creyendo que disfruté de la situación forzada. Aunque en realidad solo respondía "no" para ocultar mi verdadero placer.
Así concluyó una noche de celebración con una aventura real e inesperada.
Otros relatos que te gustará leer