En esta ocasión, compartiré lo ocurrido con mi madre. Después de aquella noche increíble, me levanto de la cama y me dirijo al baño. Al salir, al pasar por el comedor, la encuentro en la cocina preparando el almuerzo. Me acerco por detrás, le doy un beso en el hombro y le deseo buen día. Ella responde con un "Buen día, ¿cómo estás, cariño? " como si nada hubiera ocurrido. Yo respondo "todo bien" y me dirijo al comedor, me siento en el sofá, y en mi mente solo daba vueltas a todo lo vivido esa noche. Luego me llama para comer y me siento en la mesa, en silencio, hasta que mi madre decide romperlo.
Madre: ¿Por qué estás tan callado? ¿Hay algo que te perturba?
Yo: No, nada me perturba. Estoy confundido y tratando de asimilar todo lo sucedido anoche. Me parece que tú lo estás llevando con normalidad.
Madre: Si eso te afecta, pensé que habías entendido que somos adultos y tenemos necesidades como cualquiera.
Yo: Sí, entiendo eso, pero eres mi madre, espero que comprendas cómo me siento.
Madre: Sí, te entiendo. Además de ser tu madre, soy una mujer, y lo que pasó anoche me hizo sentir muy viva. Lo disfruté mucho y me gustaría que tú también lo entiendas. Era algo que deseaba mucho y se dio de esa manera.
Yo: Sí, también lo disfruté mucho, y sé que eres una mujer hermosa. Aun así, me cuesta procesarlo tan rápido. Hablar de esto contigo me hace sentir mejor. Entiendo que ya ocurrió y ya está. Seguramente tú tienes a alguien con quien compartir esos momentos agradables.
Madre: No, cariño, no tengo a nadie. Paso todo el tiempo en casa, contigo o con tu hermano cuando viene de visita, de lo contrario, estoy sola. Por eso me hizo tan bien disfrutar más de lo habitual contigo.
Yo: A mí también me hizo muy bien estar juntos. Sin embargo, me quedé pensando que cuando le acaricié el trasero, quizás estaba acostumbrada a ese tipo de intimidades, así que probablemente tenga alguien en su vida o utilice regularmente algún juguete.
Los días transcurrieron con total normalidad. Yo notaba que mi madre no salía a ningún lado ni se reunía con nadie, lo cual se convirtió en una obsesión para mí. Cuando ella salía a hacer las compras, revisaba su habitación en busca de algún objeto que pudiera ser responsable de su experiencia anal tan placentera.
En una tarde, luego de llegar cansado del trabajo y darme un baño, le informo a mi madre que me recostaré un rato. Al despertar renovado, la encuentro terminando de preparar la cena. Cenamos conversando de diversos temas y luego le digo que me quedaré viendo algo en la televisión ya que no dormiré temprano. Me acomodo en el sofá, y mi madre se retira a descansar. Después de un rato viendo una película, siento que sale de su habitación, se sienta a mi lado y me comenta que tampoco puede conciliar el sueño. Se apoya en mí y nos acomodamos, abrazados, disfrutando de la televisión juntos.
Después de un momento, empieza a acariciarme la pierna. En respuesta, yo le acaricio la espalda. Sus caricias se vuelven más intensas y se centran en mi miembro. Era evidente que buscaba más que ver una película. Decido dejarla hacer lo que deseaba y mi pene responde a sus caricias. Lentamente, desciende la cremallera de mi pantalón y empieza a acariciarlo con suavidad y ternura.
Después de un rato, baja la cabeza y comienza a practicarme sexo oral de manera excepcional, arrancándome los primeros gemidos. Me pide que me quite el pantalón y así lo hago. Más cómodo, me recuesto en el sofá, abro las piernas y ella se posiciona entre ellas para complacerme de la manera que desee. Era un espectáculo ver su rostro con mi pene en su boca. Subía...
y descendía, exploraba con su lengua cada recoveco de su anatomía, mostraba ser una hábil conocedora en la materia, tras pasar un tiempo considerable dedicada a estimularla oralmente, cambió de posición, alzó su camisón y con suma lentitud la introdujo en su parte íntima; qué delicia, iba y venía, aumentando gradualmente la intensidad, el sonido de su humedad era evidente, y mi miembro entraba con total facilidad hasta lo más profundo.
Realizaba movimientos circulares que me conducían al éxtasis, se deshizo del camisón quedando desprovista de prendas, contemplando cómo mi miembro se perdía entre sus hermosas nalgas; no pasó mucho tiempo hasta que experimentara su primer orgasmo, empapándome por completo y dejando escapar unos gemidos indescriptibles, la agarraba firmemente por la cintura para mantenerla cerca y continuamos de esta manera un rato más. Luego, le sugerí que adoptara la posición de cuatro para facilitar la penetración, accedió y cada embestida mía le arrancaba un gemido intenso, ambos disfrutábamos del momento. En un instante, ubiqué mi miembro en la entrada de su ano y comencé a penetrarla suavemente, mi miembro ansiaba liberarse al ver cómo sus glúteos chocaban contra mí, intensifiqué mis embestidas hasta que le pregunté con determinación quién la estaba poseyendo, pero no obtuve respuesta, así que prosiguió con mi arremetida vigorosa.
Reiteré la pregunta mientras mi miembro se adentraba en su ser hasta lo más profundo, en esta ocasión, entre gemidos, respondió: "No puedo decírtelo". Estaba a punto de alcanzar el clímax, pero deseaba algo especial, así que, justo antes de llegar al límite, me detuve y me coloqué frente a ella, abrió su boca para recibir mi miembro y mi eyaculación, no desperdició ni una gota, siguió succionando a pesar de que ya había finalizado mi eyaculación, fue glorioso llenar la boca de mi madre con mi semen; una vez cesó de succionar, nos acostamos juntos en el sofá, abrazados, mirándonos fijamente, dado el estrecho espacio existente. Nos besamos y ella me dijo:
Madre: Estar así es maravilloso, me encantaría repetirlo más a menudo.
Yo: A mí también me encantaría, disfruto mucho de estos momentos y tu cuerpo me excita sobremanera. Amo poseerte por detrás, lo haría a diario si pudiera.
Madre: Estoy a tu disposición, deseo que hagas uso de mí cuando lo desees. Disfruto de todo lo que me brindas y siempre anhelo más, quiero que me veas como una mujer sensual dispuesta a complacerte.
Yo: Me alegra mucho escuchar eso, sin embargo, quisiera que me respondieras a la pregunta que te formulé. Observo que tu ano se dilata con facilidad y esta situación me deleita, ¿acaso hay alguien más que también te brinde este placer? Deseo saber quién es.
Madre: No puedo revelártelo, probablemente no lo tomarás bien. Como mencioné, soy una mujer con necesidades insaciables que buscan saciar, en ocasiones, durante el día siento la urgencia de tener un miembro dentro de mí. Por ende, no te preocupes, estoy exclusivamente a tu disposición si así lo deseas.
Yo: No es necesario. Tú sabes que también estoy involucrado con otra persona. A pesar de que creas que cuestionar esta situación me genere malestar, deseo conocer la verdad. Al parecer, a esa persona también le fascina tu retaguardia, tal como a mí.
Madre: Está bien, te lo contaré, pero espero que lo aceptes con serenidad y sin juzgar. Al igual que contigo, las cosas fluían de manera natural con tu hermano, por ende, en muchas ocasiones acabamos cediendo a la tentación y consumando nuestro deseo.
Permanecí atónito, sin emitir palabra alguna, sin saber cómo reaccionar. Ella mantenía relaciones íntimas con sus dos hijos, algo que para ella resultaba completamente normal. Tras unos instantes, logré articular:
Yo: Me has dejado perplejo, jamás imaginé que fuera él. Por esa razón apenas nos cruzamos, él acude cuando no estoy y tienen relaciones.
Madre: No nos juzgues, cariño, ni a tu hermano. Así como sucedió contigo, lo mismo ocurrió con él. Soy una mujer apasionada, y desde la partida de tu padre, necesito aplacar lo que anida en mi interior. Incluso cuando él aún vivía, calmar mis deseos resultaba sumamente complicado, y él hacía todo lo posible para mitigar mi fuego.
Yo: Está bien, no los juzgaré. Pues, me encuentro en una situación similar,
pero verdaderamente es una sorpresa para mí, sé que eres muy apasionada y seguramente papá sabía cómo tranquilizarte
Madre: no pienses eso bebé, tu padre tuvo que adaptarse y satisfacerme para tranquilizarme, él me hacía muy feliz, pero en su mayoría no era suficiente solo con él para calmarme
Yo: te comprendo, seguramente lo ilusionabas para aplacar tus deseos, no voy a criticarte en este punto de nuestra vida
Madre: no bebé, nunca engañé a tu padre, pero él sabía que yo necesitaba más para calmarme, por lo tanto comenzamos a buscar otras alternativas, y él se encargaba de traerme otros hombres para apaciguarme, a veces 2 o 3 más para satisfacerme
Yo: no lo puedo asimilar, ahora entiendo por qué está ocurriendo todo esto, me alegra que me hayas contado todo lo que deseabas, ahora te comprendo mejor y quiero que las cosas funcionen, y siempre estaremos juntos disfrutando, y si llegara a no ser suficiente en algún momento, deseo que me lo comuniques, para poder satisfacerte en todo
Me dio un beso y nos retiramos a descansar, con todas las revelaciones que había tenido esa noche, varias se me quedaron dando vueltas en la cabeza durante días, pero eso se los contaré en la próxima.
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