Hola a todos una vez más, me llamo Lorena y he estado ausente por un tiempo, entre el trabajo y las responsabilidades cotidianas me resultó difícil traerles nuevas experiencias de mi vida con mi hijo. Sin embargo, hoy les contaré lo último que hicimos en su cumpleaños, sin más preámbulos, comienzo.
Si han seguido mis relatos durante algún tiempo, sabrán que llevo más de 3 años manteniendo una relación especial con mi hijo Lucas, donde ocupo el rol de hembra y él el de macho. Incluso hemos explorado experiencias con otras personas, como mi sobrina y algunos amigos. Si no han leído los relatos anteriores, les recomiendo hacerlo para comprender mejor nuestra conexión.
Llegó el cumpleaños de Lucas y quería sorprenderlo con un regalo especial. Le compré una camisa, un pantalón que sé que le gustan y un perfume. Además, le preparé una torta casera de chocolate y crema. Sin embargo, mi regalo más significativo sería ofrecerle una noche de pasión sin límites. Llegó la noche y él regresó tarde, ya que había estado en casa de un amigo. Casi a medianoche, empezaría su cumpleaños. Él se fue a duchar y yo estuve probándome diferentes conjuntos de ropa interior para sorprenderlo. Traté de retrasarlo para que fueran las 12 en punto cuando saliera de la ducha y yo estuviera lista para darle su regalo. Me vestí lo más seductora posible, con un sujetador que apenas contenía mis generosos senos y una diminuta tanga, con el cabello suelto y mucho labial en los labios.
Salió envuelto en una toalla y entró en la habitación, donde yo lo esperaba lista. Ya era un nuevo día y me miró, su rostro reflejó sorpresa al verme de esa manera, sabiendo que le esperaba una noche inolvidable. Con dos botellitas de cerveza fría, nuestra bebida favorita, fui hacia él y le dije "Feliz cumpleaños, amor mío", para luego besar sus labios, que son mi debilidad. Adoro esa boca con esos labios que desearía morder eternamente.
Brindamos con la cerveza y luego volví a sus labios. Su miembro erecto levantaba la toalla y, de un rápido movimiento, lo dejé al descubierto, desnudando a mi amado. Dejé de besarlo y me arrodillé frente a su entrepierna para comenzar a estimular su miembro con mi boca, algo que disfruto enormemente y que vuelve loco a Lucas con mis caricias bucales. Él tomó mi cabeza y guió su miembro hasta el fondo de mi garganta. Me atragantaba, pero no dejaba ni un centímetro de su miembro sin cubrir con mi boca. Mi saliva se deslizaba por el falo que me proporcionaba tanto placer. Logré apartar su pene de mi boca y le susurré al oído: "Vayamos a la cama, mi amor". Lo tumbé y me quité el sostén, dejando mis pechos, con los pezones endurecidos, al descubierto. Me incliné sobre él y continué con mis caricias, su pene estaba duro como una roca a esa altura. Aceleré mis movimientos y él gemía intensamente. Bajé a sus testículos, que son una delicia, y sin dudarlo, también comencé a estimular su ano.
Recorrí su cavidad con la lengua y Lucas no se resistió. Su sabor era exquisito y lo estimulaba con mis lamidas, mientras seguía estimulando su miembro. Permanecí así varios minutos hasta que decidí concentrarme nuevamente en su hombría. Volví a introducirlo en mi boca y aumenté la intensidad y velocidad de mis movimientos, cada vez más intensos. Noté que quería sacármela para penetrarme, pero no lo permití. Continué con mis caricias, sabiendo que estaba a punto de llegar al clímax. Y así fue. "Oh, mi amor, ahhh", exclamó, liberando toda su pasión contenida en su boca. No pude contener toda esa avalancha de líquido viscoso y caliente que llenó mi boca. Los chorros más intensos fueron directamente a mi garganta. Luego, con mi lengua y boca, limpié cualquier resto que quedara en su falo y testículos, quedando impecable. No cesé en mi tarea y continué brindándole placer con mi boca.
Lucas en ese momento ya no podía soportar lo que estaba experimentando y jadeaba intensamente.
Su miembro, que se mantenía firme, estaba preparado para tener relaciones conmigo. Sin dudarlo, me quité la prenda interior y, sin que él se reincorporara, me monté sobre él mirándolo a los ojos. Con la entrada suavemente lubricada por la excitación, lo introduje todo en mí, ambos soltamos gemidos de deseo. Comencé a cabalgar enérgicamente, mientras Lucas se enderezaba un poco apoyado en almohadas, lo cual facilitaba que pudiera tener mis senos frente a su rostro, disfrutando de chuparlos con ansias.
Mi cadera no dejaba de moverse arriba y abajo, de adelante hacia atrás, disfrutando plenamente con mi hijo. "¿Te gusta lo que te ofrece mamá? ¿Disfrutas de todo lo que te hago?", "Me encanta, amor. Te amo, mamá. Te amo, mi amor. Te amo, fuiste mi amor". Nos decíamos palabras que encendían nuestra pasión.
Me hizo cambiar de posición para penetrarme nuevamente, esta vez de espaldas a él. Así, podía acariciar mis glúteos y apretar mis senos, dándome besos y mordiscos en la espalda. Mi trasero seguía moviéndose sin cesar y su miembro estaba profundamente dentro de mí. Pensé que acabaríamos así, pero Lucas me puso en posición de cuatro y continuó penetrándome con mayor intensidad. Era mi hijo quien ahora me embestía, aferrado a mis caderas, moviendo mi cadera.
"Oh, mi amor, quiero ser siempre tuya", "Oh, mamá, siempre serás mi mujer, mi hembra, mi pasión", sus embestidas y mis movimientos parecían desgarrar la cama, la cual suplicaba clemencia por el castigo que le estábamos infligiendo. Mis fluidos no dejaban de fluir y su miembro hinchado finalmente no pudo contenerse más y se derramó en mi interior, su semen ardiente quemaba mis entrañas mientras mi vagina se contraía intentando retener cada gota.
Quedamos exhaustos, empapados en sudor y fluidos de nuestras partes íntimas, hiperestimuladas. Nos dimos besos apasionados y nos dedicamos las palabras más dulces que venían a nuestra mente.
Después de recuperarnos unos minutos, nos levantamos. Lucas fue al baño y yo traje algunas porciones de torta de chocolate y mucha crema, con un propósito adicional. Tomamos otra cerveza y le serví su porción de torta, la cual le encantó. Cuando terminó, utilicé la crema restante para untar su miembro y complacerlo de esa manera, haciendo que nuevamente experimentara el placer más intenso.
Preparé su miembro para otra ronda, me puse en posición de cuatro y con mis manos separé mis glúteos, ofreciéndole mi trasero. "Papi, haz lo que quieras con mi retaguardia", y así lo hizo. Primeramente, me brindó un placer indescriptible con sexo oral, luego acarició mi zona con un dedo y finalmente me penetró, experimentando un éxtasis inigualable con cada embestida que aumentaba la apertura de mi agujero. Lucas no paraba de decirme las cosas más sucias y fogosas que sentía en ese momento, expresando toda su pasión y deseo por mí.
Yo estaba perdida en un placer inexplicable, más de diez minutos en esa posición donde no se detuvo hasta llenar mi orificio anal con su semilla. "Oh, mamá, te amo", gritó cuando finalmente liberó su esperma sin poder contenerse más.
Permanecimos abrazados en la cama, respirando agitadamente hasta que lentamente nos quedamos dormidos desnudos, enredados como jóvenes amantes explorando nuestra primera dosis de amor.
A la mañana siguiente, continué regalándole placer. Lo desperté con una felación, que tanto disfruta, seguida de una intensa sesión amorosa. Ese día me dejé llevar por toda la casa, permitiéndole tomar mi cuerpo cuantas veces quisiera. Acabó en mi boca y en mis senos, por la noche salió a la casa de un vecino a seguir festejando con amigos, mientras yo me recuperaba de las caricias de mi amante salvaje.
Espero que hayan disfrutado de lo compartido el día de hoy. Como siempre, espero sus mensajes y comentarios, son muy importantes para mí. Para aquellos que deseen compartir sus experiencias o saber más de mí, les dejo mi correo electrónico [email protected].
Una vez más, muchas gracias a todos por leer mis relatos y les envío un gran beso a cada uno.
Otros relatos que te gustará leer