Rasurada por mi pariente


Escuchar este audio relato erótico
3
(1)

Mi pariente y yo nos mudamos al Caribe simultáneamente, yo llegué buscando trabajo como cocinera, disfruto preparando platillos y el perfume que desprenden los cuerpos sudorosos trabajando en el calor.

Pocos días después, mi pariente me invitó a salir a tomar vino o cerveza, y acepté. Decidimos tomar vino en la playa. Conversamos animadamente y recordamos una anécdota de cuando rozó mis nalgas en una reunión familiar y expresó haber deseado acercarse más, lo cual me hizo reír, aunque recordar ese incidente me excitó.

Al llegar a casa, seguimos bebiendo. Ya un poco ebrios, me comentó que prefería no llegar en ese estado a casa de su madre, quien no aprobaba que bebiera, y como no tenía cama, le propuse que durmiera en el suelo o en la hamaca conmigo. Le dije que no había problema en compartir la hamaca. Él aceptó. En la noche, sentí un poco de frío y creo que él también, así que me abrazó. Sentí su erección entre mis nalgas y luego sus manos en mi intimidad, y así dormimos.

Al amanecer, era mi día libre. Ambos teníamos resaca, y le pregunté qué le gustaría comer. Me pidió que preparara un caldo de camarón, mientras él compraba unas cervezas para aliviar la resaca de la noche anterior.

Desayunamos y luego entré a bañarme. Tenía planeado depilarme para luego ir a la playa, aunque la verdad afeitarme esa zona es una tarea que no me agrada. Fue entonces que, sin previo aviso, le pedí un favor a mi pariente, a lo que él respondió afirmativamente.

Se sorprendió cuando le pedí que me depilara en esa zona. Quedó desconcertado y mencionó que nunca había realizado ese procedimiento a ninguna mujer. Le di instrucciones sobre cómo hacerlo y accedió.

En el proceso, nos dirigimos al baño y comenzó a trabajar. Sus manos temblaban y noté que su miembro se endurecía. Empecé a reír y le dije que no era para tanto, que era mejor que aprendiera por si alguna vez su pareja se lo solicitaba.

Mientras él afeitaba con cuidado, yo permanecía sentada en una silla, bastante abierta. Para distraerlo, le leí un texto sobre un ensayo de cocina caribeña y le pregunté su opinión al respecto. Él contestó que no escuchó, ya que estaba concentrado en la tarea de afeitarme.

Finalmente, terminó y tocó los contornos de la zona recién depilada, la cual ya se encontraba húmeda. Aunque sentía excitación al verlo depilando esa zona, decidí no revelar mis sentimientos para evitar ser malinterpretada como una persona promiscua.

Le agradecí y le indiqué: "Me voy a bañar, puedes retirarte". A lo que él asintió. Intenté actuar con naturalidad.

Continuamos bebiendo cerveza y pronto estábamos nuevamente enfiestados. Le propuse ir a la playa. En ese momento, me puse un traje de baño de tanga y nos dirigimos a una playa solitaria, donde pasamos todo el día tomando sol y conversando. En cierto punto, sentí su mirada en mis nalgas, y aunque disfrutaba provocándolo, prefería no ser tocada. En un momento, me sugirió oler mi trasero, expresando su deseo de enterrar su nariz entre mis nalgas. Aunque me excitó, limité el juego a un breve lapso, que a pesar de ser breve, pareció una eternidad de placer. Después se retiró y regresó a su lectura.

La excitación me invadió y anhelaba satisfacerlo oralmente, pero decidí no decir nada y simplemente lo observé. Más tarde, sugirió probar la zona depilada. Le pregunté a qué se refería con "el trabajo". Él respondió: "bueno, el de depilado". Riendo a carcajadas, accedí.

Mojó mi traje de baño en el lago y lamió delicadamente la zona depilada. Nos aseguramos de que no hubiera testigos y continuó estimulando mi intimidad con su lengua como un perro caliente. Luego mencionó: "Siento que no quedó bien, debería dejar tu zona completamente lisa". Respondí: "Será la próxima semana, hoy solo quiero descansar".

Regresamos a casa juntos, y en esta ocasión, fue mi pariente quien solicitó un "pago por adelantado". Le pregunté cómo deseaba que le pagara. Su respuesta fue inesperada: "Quiero que me des un pecho, me gusta dormir con uno". Me contó que cuando está en la ciudad con su pareja, ella le permite dormir acurrucado a su pecho, y lo extraña. Acepté su petición y nos acostamos desnudos en la hamaca. Comencé a darle de mamar como pago por la depilación de la próxima semana, mientras sus manos jugaban con mi zona íntima...

Continuará con la próxima sesión de depilado en la zona íntima.

¿Te ha gustado este relato erótico?

¡Haz clic en las estrellas para puntuarlo!

Puntuación promedio 3 / 5. Recuento de votos: 1

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este relato.

Ya que que te ha gustado este relato...

Puedes compartirlo en redes sociales!

¡Siento que este relato no te haya gustado!

¡Déjame mejorar este contenido!

Dime, ¿cómo puedo mejorar este contenido?

Otros relatos que te gustará leer

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subir
Contacto | Seguinos en Ivoox y en x.com