Hola, les voy a compartir mi primer relato sobre el momento en que tuve relaciones con mi hermana aprovechando la ausencia de mis padres. Para muchas personas, el incesto es considerado un tabú debido a creencias religiosas y prejuicios morales que lo catalogan como un acto prohibido, inmoral y pecaminoso, asociado con el demonio y la posibilidad de engendrar hijos "anómalos".
Estoy convencido de que, siempre y cuando las personas involucradas sean mayores de edad (igual o superior a los 18 años), exista consentimiento mutuo, se tomen medidas para evitar un embarazo no deseado, haya comunicación, confianza y respeto, el incesto no representa ningún inconveniente. En nuestro caso, provenimos de un pueblo en Oaxaca y, en aquella ocasión, mis padres se encontraban fuera de la ciudad, lo que me dejó a solas con mi hermana, que en ese entonces tenía 30 años, mientras que yo contaba con 18 años, es decir, una diferencia de 12 años de edad entre ambos.
En aquel momento, mi hermana había pasado por una decepción amorosa devastadora. Después de una relación de varios años, su novio la abandonó sin explicación alguna, lo que la sumió en una profunda tristeza y la afectó emocionalmente. En esas circunstancias, compartimos momentos a solas en los que pude notar su sufrimiento y la impotencia que sentía ante la situación.
En una de esas noches, decidimos tomar unas cervezas que teníamos en casa. El ambiente se tornó más íntimo y sincero a medida que avanzaba la conversación, llegando al punto de confesarle a mi hermana que hasta entonces mis experiencias sexuales se limitaban a la masturbación, mientras que ella me reveló detalles sobre su relación anterior y cómo se había sentido abandonada en un momento crucial.
A partir de esa confesión mutua, nuestra relación dio un giro inesperado y comenzamos a explorar una nueva forma de conexión basada en la confianza y la empatía. A pesar de las circunstancias difíciles, logramos encontrar consuelo y comprensión en el otro, fortaleciendo nuestro vínculo de una manera inesperada e intensa. Fue un momento de vulnerabilidad y complicidad que nos unió de una manera única y especial.
Desde entonces, nuestra relación ha evolucionado y hemos aprendido a valorar y respetar la intimidad y el cariño que compartimos como hermanos, construyendo juntos un camino de complicidad y entendimiento mutuo que va más allá de los prejuicios y convencionalismos sociales.
por ese motivo, según mis amigos, era muy mujeriego, decían que tenía otra pareja en una localidad cercana, pero tú no me hiciste caso".
Mientras estábamos tomándonos unas copas, ella me dijo: "permíteme, hace mucho calor, me voy a cambiar de ropa para estar más cómoda". Al volver de su habitación llevaba puesto un camisón semitransparente, con escote, que resaltaba su atractivo cuerpo, sus pechos, nalgas y sus largas piernas, que era lo que más llamaba la atención de los hombres.
Le comenté: "hermana, te ves realmente bien con esa ropa, por eso los hombres te desean tanto". A lo que ella respondió: "sí hermano, uno de ellos me rechazó y eso no se lo perdono".
Aproveché ese momento para decirle: "hermana, no olvides que yo también soy hombre, y durante varios años has sido objeto de mis fantasías, me encantaría tener relaciones contigo".
En ese instante, ella se acercó mucho a mí, acariciando mi pene que estaba completamente erecto y a punto de explotar. La abracé y sentí sus pechos y la calidez de su cuerpo. Continuó con sus caricias cada vez más intensas, sacó mi pene y comenzó a practicarme sexo oral, lo cual se sintió muy placentero, considerando que era mi hermana 12 años mayor que yo. Estaba muy excitado, escuchaba los latidos de mi corazón y sentía sus gemidos.
Me dijo: "hermano, por favor, penétrame, hace más de un año que no tengo relaciones y tengo muchas ganas, estoy muy lubricada y deseo tener tu pene dentro de mí".
Respondí: "está bien hermana, pero no tengo preservativos aquí y no quiero que quedes embarazada".
Ella me aseguró: "no te preocupes, mi pareja no es descuidado, en una visita a la ciudad de Oaxaca me acompañó al ginecólogo para colocarme un DIU, por lo que es imposible que quede embarazada".
Fue entonces cuando la desnudé, toqué su vagina empapada, debido a la estimulación previa mi pene estaba muy erecto, se lo acerqué lentamente y lo rocé con sus labios exteriores e interiores hasta llegar al clítoris, ella me dijo: "hermano, por favor, hazlo porque estoy a punto de llegar al orgasmo".
Entonces decidí penetrarla por completo, lo que la hizo estremecer de placer, jadeando y moviéndose con maestría: "oh hermano, sé más enérgico, nunca imaginé que fueras tan bueno en la cama, lo haces mejor que mi pareja".
Así que seguí moviéndome hasta que ambos llegamos al clímax al mismo tiempo, sintiendo cómo mi semen llenaba su vagina y ella, muy excitada, liberaba un líquido que mojó las sábanas. Me dijo: "no te preocupes hermano, mañana lavaré las sábanas". Nos quedamos dormidos en su habitación abrazados hasta el amanecer, al fin y al cabo estábamos solos, no había testigos de lo que ocurrió y juramos no revelarlo a nadie, por eso mantengo la discreción en los detalles y nombres.
La salud de mi madre empeoró y la estadía se prolongó por un año, durante el cual mi hermana fue mi amante y teníamos relaciones tanto de día como de noche, me enseñó técnicas amatorias y diferentes posturas para satisfacer a una mujer. Desde entonces me considero un amante excepcional y en mi interior quedó arraigado el tabú del incesto.
Tuvimos relaciones día y noche, mi madre regresó al pueblo por un tiempo, pero su salud se deterioró y tuvo que regresar nuevamente a la ciudad de México, donde lamentablemente falleció.
La relación entre mi hermana y yo ha perdurado a lo largo de los años, más adelante ella se casó con un hombre que la llevó al altar, la embarazó y en un momento decidió mudarse a los Estados Unidos, de donde no volvió, ahí formó una familia, mi hermana quedó nuevamente sola con un hijo de seis meses y nuevamente tuve que consolarla en cada una de mis visitas al pueblo. Mi sobrino es un exitoso profesional que decidió emigrar y actualmente reside también en los Estados Unidos. A pesar de que mi hermana y yo ya estamos en la tercera edad, seguimos manteniendo una excelente relación y recordamos nuestras vivencias cada vez que tenemos la oportunidad de estar solos, sin testigos ni chismosos.
Hay que aprovechar las circunstancias, no
La suerte juega un papel importante, asimismo es necesario tener conocimiento sobre la cultura del parentesco para evitar errores, es una vivencia que demanda una gran dosis de paciencia, de varios meses para afianzar la relación de tal manera que no genere conflictos en ninguna de las partes.
Después de plantar la semilla del parentesco, años más tarde me trasladé al norte del país para continuar con mis estudios, allí tuve relaciones sexuales con una mujer cuyo esposo trabajaba en un yacimiento de petróleo, laboraba seis meses y descansaba otros seis. También tuve encuentros íntimos con la mujer donde me alojaba, ella tenía 55 años y yo apenas 20. De esta manera fui adquiriendo una valiosa experiencia.
En una de mis vacaciones de verano en Oaxaca, mantuve relaciones con mi tía que en ese momento estaba viuda, durante cada verano que regresaba de vacaciones me hospedaba en su casa. Nueve años después de residir en el norte, regresé a la ciudad de Oaxaca y entablé una relación con una compañera de servicio social de mi lugar de trabajo (tipo "lenguisky") que era madre soltera. Nos casamos y con ella me adentré en el ámbito swinger, viviendo diversas experiencias como tríos, intercambios, gang bang, orgías, reuniones, entre otras.
Es sorprendente, pero en el ambiente swinger uno nunca sabe con quién se encontrará, por lo tanto es fundamental estar preparado. Nos topamos con una pareja de jóvenes que resultaron ser nuestros sobrinos (la chica de 18 años es hija del hermano mayor de mi entonces esposa).
Años más tarde, con mi segunda esposa, viví algo cien veces más intenso y atrevido de lo que puedan imaginar, llegando incluso al parentesco con su tío (hermano de su madre) a cambio de una fuerte ayuda económica que ella necesitaba. Ella fue mi cómplice y me respaldó para alcanzar mi objetivo de tener una experiencia con mi hija de 23 años después de haber vivido en varios países de Europa al terminar la universidad, más adelante les narraré con detenimiento. Como mencioné anteriormente, todo se basa en el grado de confianza y complicidad entre las partes.
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