Les contaré cómo descubrà que mi novia me estaba engañando y la forma en que obtuve mi revancha, al menos eso creà en ese momento.
Melanny, de 22 años actualmente, y yo llevamos dos años de relación. Es esbelta, tiene una altura de 1.63 metros, cabello negro hasta los hombros y un rostro muy atractivo, con grandes ojos negros, una nariz pequeña que resalta sus labios carnosos de manera espectacular.
Siempre me enamoró su sonrisa, pero hace unos meses empecé a notar cómo sus ojos brillaban cada vez que Miguel, mi mejor amigo, se acercaba a ella. Incluso era evidente cómo ambos se ponÃan nerviosos al estar juntos. Un dÃa, en un descuido, revisé su teléfono y descubrà un chat en Telegram donde intercambiaban mensajes y fotos eróticas. Me invadió la rabia al ver un vÃdeo de ella practicando sexo oral y recibiendo semen en la boca, con mensajes humillantes. Decidà que me vengarÃa.
El plan comenzó a gestarse en mi mente. SabÃa que no podÃa actuar cerca de mis amigos, asà que fui al centro de la ciudad, encontré un hotel y hablé con el administrador para exponerle mi idea.
—Te saldrá más caro —me advirtió—, pero si está buena, hasta yo le entro.
—De hecho, quisiera contratar a unos 5 tipos —le informé.
—Eso no es problema, sobran tipos dispuestos a participar en algo asÃ.
Llegó el dÃa. Celebrábamos nuestro segundo aniversario. Le llevé un ramo de rosas y la recogÃ. Fuimos a un restaurante italiano donde ella no paraba de reÃr y de besarme.
—¡Dos años ya! —dijo riendo.
—TodavÃa falta tu regalo especial —le anuncié mientras comÃa pasta.
Salimos y caminamos unas cuantas calles hasta llegar al hotel.
—¿Vamos? —le pregunté mientras ella se mordÃa los labios y accedÃa.
—Está bien.
El recepcionista la miró de arriba abajo al verla entrar con un vestido negro que dejaba al descubierto sus espectaculares piernas. Nos dio la llave y subimos al tercer piso en el ascensor. Habitación 303.
—Te amo —me dijo al cerrar la puerta y comenzar a desvestirse. Llevaba un conjunto negro de encaje, con ligas que nunca habÃa usado conmigo, y una diminuta tanga. La besé apasionadamente, acariciando sus pechos, luego se arrodilló y me practicó sexo oral, lo cual me resultó muy excitante. Después la tumbé en la cama.
—¿Qué sucede? —preguntó.
—Es parte de la sorpresa —respondà sacando unas esposas y un antifaz.
—¡Qué atrevido! —exclamó ella, poniéndose de espaldas para que la esposara; luego le coloqué el antifaz y la dejé en la cama, indefensa.
—¡Hazme el amor! —pidió con voz chillona, y accedÃ. Estaba a punto de arrepentirme y detener todo, pero recordé la imagen de mi amigo en su boca, lo que me impulsó a continuar.
La poseà un rato mientras gemÃa de placer, luego me levanté y abrà la puerta. Estaban el recepcionista, un hombre alto con acento árabe, dos hombres bajitos y morenos, probablemente de limpieza o mantenimiento, un hombre alto que parecÃa ser hermano del recepcionista, y detrás de ellos un hombre gordo, barbudo y sonriente.
—¿Qué pasa, cariño? —preguntó Melanny, aún en la misma posición.
—Nada, mi amor, este es tu regalo.
Las manos empezaron a recorrer su cuerpo, unos se centraron en sus senos, otros en sus glúteos, sin mostrar signos de detenerse.
Ella. . .
Gritó y se retorció, pero con las manos esposadas y los ojos vendados solo podÃa moverse un poco sobre la cama mientras las manos seguÃan acariciando su cuerpo. Los cinco estaban ya con los pantalones abajo y acariciando sus miembros. El responsable sacó un montón de preservativos.
—Supongo que a ti no se te ocurrió –me dijo, y tenÃa razón.
—¡Qué pedazo de bombón trajo este individuo!
—Algunas palabras antes de comenzar, mi buen amigo –añadió el corpulento.
—Bueno... SÃ... Melanny, vi tus fotos y videos con Miguel
—¡No, espera... Te puedo explicar!
—No necesitas explicación, ¡ya sé que eres una promiscua! –le espeté casi al oÃdo.
—¡No es como piensas!
—¿No era su fluido en tu boca? ¿No deseas volver a estar con él?
Uno de los empleados levantó la mano mirándome —¿Ya puedo hacerlo? —preguntó a lo que asentà con la cabeza.
Se acercó a ella y tomó sus piernas, a pesar de que ella se resistió, consiguió colocarse encima de ella y con un movimiento apartó su ropa interior y la penetró. Los demás estaban alrededor, acariciando sus pechos y frotando sus miembros contra su rostro.
—¡Amor, ya basta! ¡Perdóname! ¡Ajá! ¡Ajá!
El empleado simplemente se apartó para que otro tomara su lugar y comenzara a tener relaciones con ella inmediatamente, mientras ella seguÃa suplicando que se detuvieran. Sentà algo de pesar y arrepentimiento por lo que habÃa sucedido, pero cuando el tercero se acomodó sobre ella, algo cambió.
—Mmm sÃ, sigue asà –ella parecÃa... disfrutando.
—¿Te agrada, cariño? –le preguntaba el individuo robusto.
—SÃ, introdúceme para que este tonto vea lo que dejó ir –el responsable del hotel acercó su miembro a la boca de ella y lo recibió de buena gana, succionando a pesar de la incomodidad para hacerlo.
—Tienes las llaves de esto –dijo uno de los trabajadores señalando sus manos aún atadas detrás de su espalda.
El otro me las arrebató y liberó a mi pareja, quien se quitó la venda y me miró.
—Mira lo que jamás vas a volver a probar... Por cobarde.
Se arrodilló y permitió que los cinco se acercaran para que pudiera acariciar y lamer sus miembros con una intensidad que no le conocÃa, sus pechos ya estaban enrojecidos por la presión.
—¡Vaya, eres todo un cobarde! –me dijo el responsable mientras la colocaba sobre él para que ella lo montara como loca.
—¿Asà disfrutas que me tengan? –me dijo mientras me miraba de reojo
—... Maldita –dije apretando los puños, mi miembro estaba erecto mientras observaba cómo uno de los empleados subÃa a la cama para que ella le practicara sexo oral, luego el otro hacÃa lo mismo en el lado opuesto.
—¡Observa cómo los complazco!
—¡Qué delicia! –dijo uno de los empleados mirándome con una sonrisa burlona.
El responsable la giró y acomodó su miembro en el trasero de Melanny, quien hacÃa gestos de dolor pero me miraba siempre que podÃa, el individuo de origen árabe se aproximó y se colocó para realizar una doble penetración.
—¡Ay, ay, ay, ay, ¡ayyy! –gritaba ella mientras se acostumbraba a la sensación de tener dos miembros adentro, luego buscaba desesperadamente alguna para introducir en su boca.
—¡Oh, sÃ, qué maravilla, sÃ!
—Es mi turno, le dijo el corpulento golpeando al árabe en la espalda y con mucho esfuerzo introdujo su miembro en Melanny
Luego la pusieron en posición de perrito en un extremo de la cama, se turnaban para penetrarla por cualquier orificio hasta que el corpulento se retorció como si fuese a eyacular y el responsable jalo a Melanny al suelo, la acomodó y le alzó el rostro mientras ella lo miraba desconcertada. El corpulento se acercó y eyaculó un par de veces sobre su rostro que la obligaron a cerrar los ojos de inmediato. Los otros cuatro seguÃan complaciéndose entre ellos mientras el corpulento frotaba los restos pegajosos de semen sobre sus mejillas, luego fueron los dos empleados que casi simultáneamente se acercaron a ella, no pude ver más, pero en cuanto se retiraron, Melanny se quedó.
Ya estaba casi cubierta por completo de semen que descendÃa lentamente desde su frente mientras ella ponÃa cara de disgusto.
El hombre corpulento me indicó con gestos que me acercara para también arrojarle mi semen, al menos eso entendÃ, asà que me bajé los pantalones, me masturbé mientras el árabe le lanzaba casi la misma cantidad de semen que ya tenÃa en la cara. ¿De dónde sacan tanta esperma? Luego, el encargado se aproximó y me tomó de la mano. Estábamos con nuestros miembros a escasos centÃmetros de su rostro; primero fue el encargado quien lanzó tres potentes chorros de semen, para luego soltar otros que cayeron sobre sus pechos. Apenas apreté la mandÃbula cuando solté chorros de semen como nunca antes lo habÃa hecho, ensucié su cabello y mojé sus párpados. Ella se limpió un poco la boca y me dijo: —¡mÃrame, asà te gusta verme como una puta!
El encargado me pidió el número de teléfono de Melanny, le tomó una foto y lo guardó en su bolsillo. Luego la llevó de la mano al baño, donde mientras ella se enjuagaba la cara, él aprovechó para tener relaciones con ella de nuevo. Después la besó.
Saliendo juntos del baño, yo permanecÃa ahà parado como un idiota, con la mandÃbula trabada, observando la escena.
—Mira, te presento a tu novia, es muy promiscua, le encanta el sexo —dijo riéndose de mÃ.
—¡Imbécil! —exclamó ella, no sé si refiriéndose a mà o al administrador que seguÃa acariciándole los senos.
—¿Quieren que les pida un Uber? —preguntó el administrador.
—No, nos iremos en transporte, ¿verdad, amor? —dijo dirigÃendose a mÃ.
—SÃ... Vámonos.
En silencio hicimos el trayecto de regreso, ella se colocó sus auriculares y yo repasaba mentalmente lo sucedido. Al llegar, ella se fue.
Dos semanas más tarde, ya instalada como pareja de mi mejor amigo y presumiendo su amor en redes sociales, me mandó un mensaje.
"¿Te gustarÃa ser el amante?"
"AvÃsame y vamos con tus amigos del hotel"
Sigo mirando la pantalla del teléfono, aunque ya sé cuál será mi respuesta.
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