Fines de semana perfecto con mi progenitora (parte 1)


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Todo se inició durante un fin de semana del mes de junio.

Sitio: Casa aislada, dentro de una urbanización en las afueras de la ciudad, completamente privada, sin visibilidad desde el exterior, de una sola planta con 5 habitaciones, 3 baños, piscina y área de césped.

Personajes principales:

Estrella, mi progenitora, de 43 años, viuda desde hace 8 años, con un físico impecable gracias al gimnasio. Posee unos pechos firmes de jovencita de 20 años, muy abierta de mente y al parecer algo ninfómana, especialmente dentro de los límites de nuestra casa, o en cualquier lugar.

Es la única administradora de la empresa que mi padre dejó al fallecer.

Miguel, mi progenitor, quien falleció hace 8 años en un accidente de tráfico, contaba en ese entonces con 38 años. Su partida dejó a mi madre viuda a una temprana edad, pero sin preocupaciones económicas, ya que la empresa generaba ingresos de 2,5 millones al año. Entre el plan de pensiones, fondos, saldos en cuentas personales, acciones y pólizas de seguros de vida y accidentes, además de la indemnización por el accidente, la suma ascendía a más de 1,5 millones. Sin embargo, la parte que nos correspondería a mi hermano y a mí no estaría disponible hasta cumplir los 25 años. Mi padre designó como albacea a su amigo Rafael y a mi madre de manera conjunta. Más adelante detallaré la relación entre mi padre, Rafael y mi madre.

Carlos, mi hermano, tiene 23 años, se casó hace ocho meses y dejó embarazada a su novia. Actualmente cursa el último año de la carrera en Administración y Dirección de Empresas, trabaja y se prepara para hacerse cargo de la empresa de mis padres para así aliviar la carga de trabajo de mi madre. Mide 170 cm de altura, es delgado, pero nada destacable, diría que es un poco tonto.

Catalina, Cata, en una escala del 0 al 10, la esposa de mi hermano, con un cuerpo de 10, rostro de 10, manipuladora de 10, cerebro 0, cultura 0, educación y savoir-faire 0. Anteriormente fue cajera de supermercado y tuvo un aborto durante su viaje de bodas en una isla del Caribe. Ambos se han mudado a nuestra casa.

Tata, cuyo nombre real es Ana y tiene unos 55 años, ha estado con nosotros desde el nacimiento de mi hermano tonto. Se encarga de las labores domésticas, cocina, lava, plancha, cuida de los niños y fue quien inició a mi hermano Carlos en el ámbito sexual a los 15 años, con el consentimiento de mi madre, poco después del fallecimiento de mi padre.

Juan, yo mismo, con 18 años, en el último año de bachillerato y preparándome para la selectividad con el objetivo de ser cirujano. No creo que tenga problemas con la nota de corte, ya que tengo una calificación de 9,8 en bachillerato. Aun así, me esfuerzo diariamente en la biblioteca. Mido 175 cm y peso 65 kg, con una constitución muy musculosa. Soy activo sexualmente, pero no con la frecuencia que me gustaría. Aún no he encontrado a la persona adecuada para una relación más seria, ni la busco, ya que apenas tengo 18 años y tengo muchas oportunidades por delante. Sin embargo, debo confesar que el cuerpo que más admiro y deseo es el de mi madre.

Rafael, el gerente general de la empresa de mis padres, quien posee el 10% de dicha empresa y es amigo de ellos desde la época de la escuela secundaria. Más adelante explicaré su papel en la familia.

Después de las presentaciones, comenzaré con la narración de este primer fin de semana de la relación madre-hijo.

Viernes, 16 de junio del 2023, a las 7:30 suena el despertador, es necesario levantarse temprano para ir a la biblioteca, ya que los exámenes están cerca.

Me levanto, entro en la ducha y noto que no sale agua caliente. Aunque el clima es cálido, me gusta ducharme inicialmente con agua muy caliente. Salgo envuelto en una toalla alrededor de la cintura y, al no tener tiempo para verificar la situación, me dirijo a la habitación de mi hermano. Llamo a la puerta y la abre Cata. Pregunto por él y me informa que hace 30 minutos se fue a la universidad para avanzar en su proyecto de fin de carrera. Le pido permiso para utilizar su baño, ya que el mío no funciona, y como mi madre nos ha prohibido a todos de la casa entrar en el mío, Cata me abre la puerta y me dirijo...

Cuando ella entró en la ducha, llevaba una camiseta de tirantes sin sostén y unas diminutas bragas. Me informó que se dirigiría a la cocina a tomar un café mientras tanto. Escuché la puerta de la habitación cerrarse cuando salí de la ducha sin ropa, pensando que estaba solo y el vapor del agua caliente me impedía ver claramente. Fue entonces cuando me di cuenta de que Cata estaba sentada en la cama, observándome, y expresó:

¡Caramba, parece que tu padre no distribuyó bien los genes! Lo que tienes ahí abajo no se compara ni de lejos con lo que tu humano posee, ¡qué pedazo de miembro! Debe ser espectacular en acción.

Las palabras de Cata me dejaron atónito. Rápidamente me tapé con la toalla y me dirigí hacia la puerta, momento en el que ella me detuvo con un manotazo y me quitó la toalla de un tirón.

- Cuñadito, tendrás que pagarme por el servicio de ducha. Así que acércate, que te haré una felación como nadie te la ha hecho antes. Quiero ver hasta dónde puedes llegar.

Agarró mi miembro, que ya empezaba a despertarse, y lo introdujo en su boca. Fue creciendo y creciendo hasta que provocó una arcada al tenerla por completo dentro. Luego la sacó y la examinó detenidamente.

- Caray, Juanito, esto debe medir unos 25 cm o más. Qué maravilla para mi boca.

Volvió a introducírselo y comenzó a realizar movimientos expertos, a pesar de ser la primera vez que me practicaban sexo oral. Pronto, inició succiones intensas y movimientos de lengua intrépidos, pensé para mis adentros: "Esta chica tiene que haber experimentado mucho con miembros para tener tal destreza". Antes de poder reflexionar más al respecto, empecé a eyacular. Intenté apartar su cabeza de mi miembro, pero con un empujón en mis nalgas, logró introducírsela aún más, bebiéndose todo mi semen. Tomó un pañuelo de papel para limpiarse y luego, con la lengua, dejó mi miembro perfectamente limpio y excitado. Intenté marcharme, pero ella me detuvo.

- ¿A dónde crees que vas? Ahora me toca disfrutar de ese miembro. Se recostó en la cama, se colocó encima de mí y me penetró por completo con un movimiento ágil. Tranquilo, tomé una pastilla en secreto de tu hermano. No quiero quedar embarazada de nuevo. Cabalgó como si la persiguieran apaches en una película del Oeste, alcanzando al menos tres orgasmos antes de que mi miembro liberara otra descarga en su interior.

- Muy bien, cuñado, ya puedes irte. Espero que esto se repita más veces. Un miembro como el tuyo no debe desperdiciarse.

Sin decir una palabra, todavía impactado por la improvisada situación, me dirigí a mi habitación, me vestí y bajé a la cocina a tomar un café, pidiéndole a Tata que llame al fontanero para solucionar los problemas de mi ducha, con la esperanza de evitar otro "peaje" con mi cuñada. Aunque debo admitir que, con ese cuerpo y ese talento para el sexo oral, no me importaría. Sin embargo, no quiero engañar a mi hermano, que está buscando tener una relación estable. Habrá otras personas que lo hagan por mí.

Me dirigí a la biblioteca y encontré casualmente un lugar. Alrededor de las 13:30, recibí un mensaje de mi hermano, que estaba abajo y quería almorzar juntos para hablar. Descendí las escaleras algo nervioso, pensando que acaso su esposa ya le había contado algo. Pero no fue así. Simplemente quería compartir una comida y contarme sus planes para esa noche con nuestra madre. Estaba considerando comprar un departamento en la zona norte de la ciudad, con canchas de pádel, tenis, piscinas, entre otras amenidades. Esta construcción acaba de comenzar y se completará en dos años, cuando cumpla 25 años y pueda recibir la herencia de papá. No obstante, necesitaríamos pagar una entrada de 70 mil euros y cuotas de 50 mil euros hasta la entrega de las llaves, con un costo total de 275,000 euros. Aprobé la idea y creo que a mamá le agradará, especialmente para deshacerse de Cata lo antes posible, ya que sabe que no es de su agrado. Le comenté a mi hermano. Él me informó que la condición que Cata le impuso fue que pasemos los meses de julio a septiembre en el chalet, para disfrutar el verano.

Pensé que a mamá no le gustaría esa condición, pero confío en que encontrará una solución.

A las 7:30 salí.

Desde la biblioteca tomé el autobús rumbo al polígono industrial para que mi madre me llevara a casa, ya que los trabajadores concluían su labor a las 3 de la tarde. Sin embargo, ella y Rafael permanecían hasta las 8 para planificar el trabajo de la semana siguiente.

Al llegar a la entrada, noté que estaba abierta, así que me adentré en dirección a las oficinas. Al llegar, me quedé paralizado al presenciar a Rafael teniendo relaciones con mi madre en el sofá del recibidor; incluso escuché sus gemidos. Rafael me vio, le hice gestos de despedida y de silencio, indicándole que me retiraba sin decir nada.

Decidí dirigirme al bar que se encontraba frente a la fábrica, allí esperaría a que salieran para brindarles una excusa por no haber ingresado.

Poco después, ambos salieron y fui hacia ellos, expresándoles que al ingresar había visto al sobrino de Rafael compartiendo unas copas con otros empleados, por lo que me uní a ellos.

Rafael me dedicó una sonrisa, la cual le correspondí. Este hombre me agrada y no me molestaría que tuviera una relación más seria con mi madre.

Rafael se despidió hasta el lunes y yo me subí al coche con destino a casa. Ella me preguntó si había entrado a la fábrica, a lo que respondí que no; solo abrí la puerta y luego me dirigí al bar, pues escuché un ruido, mencioné. "Bueno, vamos a casa, cenamos y descansamos", añadió ella.

Al llegar a casa, me encontré con mi hermano y su pareja, ambos relajados en las tumbonas del jardín, casi en ropa interior. La verdad es que antes no había notado, pero la mujer tiene un cuerpo y unos pechos muy atractivos, lo suficiente como para seducir a mi hermano.

Después de cenar, Carlos se retiró para hablar con mi madre sobre el tema del piso, mientras yo me quedé con Cata en el jardín. La mujer me agarró la entrepierna, insinuando que lo sucedido por la mañana debía repetirse. "Se me hace agua la boca solo de pensar en tener ese miembro entre mis labios", expresó. Para no complicar más la situación, le dije que no podía engañar a mi propio hermano y decidí retirarme a la cama.

En mi habitación, con la ventana que daba al jardín y a las tumbonas, escuché a mi madre reprendiendo a Cata por su comportamiento y falta de ayuda en la casa. La discusión siguió hasta que Cata respondió:

"Vamos, suegra, no me molestes más. Te prometo comportarme bien y ayudar en casa. Sé buena con tu nuera, quítate la ropa interior y déjame satisfacerte", comentó Cata.

Quedé atónito al escuchar esas palabras de Cata, y más aún cuando mi madre obedeció, abriendo las piernas y permitiendo que Cata la complaciera. Presencié cómo mi madre tenía relaciones con Rafael y ahora, la esposa de su hijo le practicaba sexo oral. Quedé anonadado, ¿qué tipo de madre o ninfómana tengo?

Escuché sus gemidos y suspiros, hasta en tres ocasiones alcanzó el clímax en la boca de su nuera. Aquello era alucinante. Me recosté en la cama, mi miembro estaba a punto de estallar. Cuando ambas mujeres se retiraron a sus habitaciones, tuve que aliviarme con dos masturbaciones para calmar mi excitación.

Al día siguiente, sábado, decidí no ir a la biblioteca y me levanté tarde, alrededor de las 10 de la mañana. Me coloqué el bañador de natación de licra y fui a tomar café a la cocina. Mientras estaba sentado en el taburete, apareció mi madre, quien venía de nadar en la piscina. Tan solo llevaba un diminuto tanga que se perdía entre los pliegues de su intimidad, y por arriba sus enormes pechos con los pezones erectos por el agua fría de la piscina. No me di cuenta de que mi miembro estuvo todo el tiempo erecto desde la noche anterior y asomaba por encima del bañador.

"Niño, tapa eso, se está saliendo por completo tu miembro del bañador", me advirtió.

"¿Qué quieres? Solo verte así me excita al máximo. Ponte al menos una camiseta y además, después de lo ocurrido ayer,..."

No ha disminuido en toda la noche.

- ¿Qué ocurrió ayer para que estés así?

Al principio me negué a decir nada, pero ella me miró, se acercó tanto a mí que pegó sus pezones en mi espalda y acabé contándole todo: la mañana con Cata, cómo la vi teniendo relaciones sexuales con Rafael y la comida nocturna que le hizo a su nuera.

Ella simplemente dijo "ah, ¿es eso? Vale, ya hablaremos. Anda, métete en la piscina, el agua está fresquita y te ayudará a bajar tu erección".

Me puse a nadar, en total cerca de 1000 metros, 100 largos de piscina. Salí, me duché allí mismo y me tumbé en la hamaca al sol. Me quedé dormido, pero un rato después sentí una presión fuerte en el glande. Bajé la cabeza y vi la melena de mi madre, que tenía su rostro entre mis piernas, succionando el glande de mi pene que asomaba por el bañador. Quise levantarme, pero un golpe en mi muslo me mantuvo quieto. Me dijo, o más bien, me ordenó que levantara las caderas para quitarme el bañador. Así lo hice. Levantó la cabeza, me sonrió y me dijo: "Ahora compara esta felación con la de Cata".

Se introdujo todo en su boca y comenzó a succionar, morder y lamer con destreza, incluyendo la lengua en el frenillo, la uretra, hasta que mi pene empezó a segregar fluido preseminal. Entonces, mi madre se apartó y me masturbó un par de veces, desencadenando un chorro que caía sobre sus senos. "Y ahora compara", me dijo. "Pues Cata se tragó todo el semen", le dije. "Todo llegará, todo llegará", se rió y se marchó.

Poco después me pidió que me dirigiera a su habitación, mientras se vestía y comía con sus amigas Elena y Carmen, me explicaría la historia de Rafael.

Con toda la intriga, fui rápidamente, me tumbé en la cama y antes de hablar, ella me dijo que en su habitación se entraba completamente desnudo. Salí, me quité los pantalones cortos que llevaba puestos y volví a entrar en su habitación.

Y así comenzó su relato.

Antes que nada, lo de ayer me lo reveló Rafael, aunque intentaras callarlo, entre él y yo no hay secretos.

**Miguel**, tu padre, Rafael y yo, estábamos estudiando en el mismo instituto de FP. Tu padre en cuarto de administración de empresas, Rafael en cuarto de soldadura y fraguas, y yo en primero de Secretariado. Así nació nuestra amistad, salíamos siempre juntos, a veces con otros chicos y otras veces los tres solos.

Terminado el curso, tu padre se fue a la Universidad a cursar un máster en gestión de clientes, ahora se llama marketing, y empezó a trabajar a tiempo completo en la empresa que antes pertenecía a tu abuelo, con 10 empleados y poca facturación. Rafael consiguió trabajo en un taller de fraguas y hierros en el mismo polígono industrial, mientras yo seguía en el instituto con dos años de estudios por delante.

Un año más tarde, al comenzar el tercer año de secretariado, tu padre, con la presencia de Rafael como testigo, me pidió que fuera su novia, entregándome un anillo de plata de poco valor material. Esto no afectó la amistad entre los tres, aunque yo notaba que Rafael también sentía algo más por mí. Seguimos saliendo juntos sin inconvenientes, y cuando Rafael se retiraba, nosotros nos quedábamos a solas en el coche o en el almacén de tu abuelo para intimar.

Tu padre me presentó a **Miguel**, tu abuelo, como su novia. Él era un viudo reciente de más de 55 años, ya que se casó mayor, y cuando le conté lo que estaba estudiando, me propuso asistir a clases por las tardes y trabajar por las mañanas con ellos. Necesitaba a alguien en la oficina para encargarse del trabajo de facturación y confiaba en mí. Acepté, pero pedí trabajar a jornada completa, ya que necesitaba el dinero en casa debido a las dificultades laborales y personales por las que atravesaban mis padres. Tu abuelo aceptó encantado, ya que según él, la media jornada era para que no abandonara los estudios.

Así es como fui asumiendo todas las responsabilidades relacionadas con la oficina, y al salir del almacén, Rafael siempre estaba ahí para que los tres saliéramos juntos.

Salimos a beber unas cervezas, solamente nosotros dos en ausencia de tu padre.

En una noche bebiendo cervezas en un bar de la zona industrial, él me confesó que también sentía un fuerte amor por mí, pero notaba que yo estaba enamorada de Miguel. Por eso, decidí dejar que el tiempo pasara. Cuando tu padre me propuso ser su novia, me acerqué a él y le di un beso en la mejilla, como muestra de agradecimiento por su sinceridad y por ser un buen amigo para los dos.

Fuimos a cenar a un restaurante céntrico y luego a una discoteca. Ambos bebimos mucho y terminamos teniendo relaciones sexuales en el apartamento alquilado de Rafael. Al día siguiente, un sábado, nos despertamos con terribles dolores de cabeza y sin recordar exactamente lo sucedido. Habíamos tenido relaciones sexuales, nos habíamos besado y nos habíamos complacido mutuamente. Tu padre sabía cómo hacer el amor correctamente.

Rafael se disculpó por no poder controlarse, ya que lo último que quería era lastimar a su amigo Miguel. Me enojé con él y le dije que debía arrepentirse también por mí, no solo por Miguel. Me vestí y me fui de allí.

Al llegar a casa, encontré a mi madre llorando. Mi padre había sufrido un infarto esa misma noche y estaba en el hospital. Fuimos rápidamente allí y nos enteramos de su fallecimiento. Esto empeoró la salud de mi madre, que ya estaba muy débil después de luchar contra un cáncer de mama durante tres años. Desafortunadamente, solo duró seis meses más. En solo unos meses me quedé sin padres ni hermanos.

Llamé a tu abuelo desde el hospital para informarle de lo sucedido y para que localizara a Miguel. Para mi sorpresa, quien respondió al teléfono fue tu padre, que acababa de llegar. Le di la noticia y él llamó a Rafael. Los tres acudieron al Tanatorio donde habían llevado el cuerpo de mi padre.

Rafael me dio el pésame y se disculpó por lo ocurrido esa noche. Me dijo que no pensaba contarle nada a Miguel y así se quedó la situación. Pasé tres días sin salir de casa con mi madre. El jueves regresé al trabajo.

Después de la muerte de mi madre, tuve que hacerme cargo de todos los gastos de la casa: alquiler, luz, comunidad, agua, impuestos, etc.

Les comuniqué a Miguel y a Rafael que no podía afrontar sola todos esos gastos. Ellos se ofrecieron a ayudarme hasta que las cosas se solucionaran.

Pocos días después, tu abuelo nos invitó a comer a los dos porque quería proponernos algo. Fuimos a un elegante restaurante de la ciudad, donde nos informó que estaba enfermo de cáncer de hígado desde hace ocho meses, con metástasis en pulmón y páncreas, sin posibilidad de cura. Deseaba vernos casados, así que en un mes nos casamos en el juzgado, con mi suegro y Rafael como testigos.

Nos fuimos de luna de miel a una pequeña localidad costera cercana a la ciudad, preocupados por la salud de mi suegro.

A los dos meses de casados, tu abuelo falleció, dejando a tu padre a cargo de la empresa. Aunque conseguía contratos y clientes fácilmente por ser un excelente comercial, fallaba en la producción, la entrega de pedidos y el manejo de los empleados. Estábamos pagando penalizaciones por entregas fuera de tiempo y perdiendo contratos que teníamos casi asegurados.

Tras conversar sobre el problema, llegamos a la conclusión de que Rafael era la solución. Ya era el segundo al mando en la empresa donde trabajaba, le ofrecimos un buen salario y el 10% de las acciones de la compañía. Aceptó de inmediato, no solo por lo económico, sino también por la oportunidad de trabajar con nosotros.

Poco después, la empresa se estabilizó, aumentando la producción y recuperando la normalidad en las facturaciones. Incluso obtuvimos grandes contratos con constructoras de renombre, lo que nos obligó a contratar más personal y adquirir la empresa de hierro donde Rafael solía trabajar.

Quedé embarazada de Carlos y decidimos vender el piso.

de tu abuelo y adquirimos esta vivienda, no fue necesario aportar más capital porque el piso estaba muy bien tasado, en pleno centro de la ciudad y con 120 m2 nos alcanzó para la adquisición de la casa y las reformas requeridas.

Nos trasladamos aquí y, por supuesto, alguien debía quedarse con Carlos mientras yo regresaba a la oficina tras el parto, así conocimos a Ana, la Tata, quien recientemente se había divorciado y tenía dos hijos mellizos de 14 años, por lo que contaba entonces con 32 años, 8 más que yo. Resulta que había sido madre a los 18 años. Ella se convirtió en el alma de la casa, cuidadora de Carlos y luego de ti, además de encargarse de las labores domésticas como asistenta, planchadora, lavandera y, sorprendentemente, en consejera de sexualidad para tus hermanos Carlos. Me confesó que, dos meses después del fallecimiento de tu padre, él intentó consolarla con avances sexuales y ella aceptó, dando lugar a varios encuentros posteriores. La Tata temía mi reacción y que la despidiera, ya que tu hermano tenía solo 15 años, sin embargo, yo opté por abrazarla, darle las gracias por todo lo que hacía por nosotros y permitirle continuar en relación con Carlos hasta que alguno de ellos pusiera fin a esa situación. No quería imponer obligaciones de ninguna clase entre ellos. Ella me aseguró que solo era una relación sexual, que a ella también le resultaba conveniente. Entre risas, me contó cómo le enseñó a Carlos a realizar sexo oral, ya que al principio quería hacerlo como si fuera un trozo de carne y en cuanto al coito estaba ansioso por eyacular sin disfrutar del momento, por lo que le fue enseñando gradualmente.

- Mamá, ¿sigue manteniendo esa relación con la Tata, la de la increíble figura de Cata?

- Pues creo que sí, se lo preguntaré a la Tata.

Seguimos adelante con Rafael, yo di a luz a tu hermano en enero y no retorné a la oficina hasta mayo, periodo en el cual la Tata se hizo cargo de la casa. Dado el buen rumbo de las cosas, decidimos que en lugar de otorgar vacaciones alternas a los empleados, cerraríamos tres semanas en agosto y una en Navidad. Por ende, tu padre alquiló una casa cerca de la playa para la primera semana de agosto en Tarifa y le invitamos a Rafael y a su entonces pareja. Para la Tata ofrecimos un extra en su remuneración y 15 días de vacaciones a su regreso, con el fin de que se quedara a cargo de tus hermanos y de nuestra casa durante esa semana.

Anteriormente, la Tata se quedaba ocasionalmente con Carlos, algunos fines de semana cuando tu padre y yo salíamos en busca de otras parejas, acudíamos a pubs de intercambio donde entablábamos relaciones con otras parejas e incluso participábamos en intercambios de parejas. Tras fallar repetidamente, establecimos la regla de no mantener relaciones íntimas durante los días hábiles, debido a nuestras ocupaciones laborales y viajes, reservándonos los fines de semana para esos encuentros especiales. Nunca invitamos a Rafael a participar en estos intercambios, por eso ideamos enviarlo a la playa.

Decidimos, tu padre y yo, hacerle una jugarreta a Rafael para formar un cuarteto perfecto en la playa y disfrutar de relaciones sexuales a toda hora. Sin embargo, el plan falló parcialmente cuando la pareja de Rafael se marchó esa misma mañana, poniendo fin a su relación. A este chico no le duraban mucho las novias.

Cuando fuimos a buscar a Rafael, nos explicó la situación y que no podría venir con nosotras. Tanto tu padre como yo le dijimos al unísono:

- Tú vienes con nosotros, que ella se las arregle si no quiso venir.

Así que subió a casa por su maleta ya preparada y bromeamos diciendo que en lugar de un cuarteto haríamos un trío, resolviendo el problema y riéndonos hasta que él volvió.

Llegamos a la casa que habíamos alquilado en Tarifa, mientras tu padre reservaba una mesa en el chiringuito cercano. Yo saqué la ropa de la maleta, me puse el bikini y fui al patio a ducharme, en ese momento apareció Rafael con su clásico bañador, mirándome con ansias de lanzarse sobre mí, le dije que me dirigía a la playa y que debía decirle a Miguel que nos encontraríamos en la orilla para darme un baño.

Dejé

Coloqué la toalla en la arena y me adentré en el mar. Las olas cubrían mi cabeza y la sensación era maravillosamente refrescante y estimulante con el movimiento del agua. En ese momento llegaron ellos dos, cada uno me agarró de un brazo y me guiaron de nuevo hacia el mar. Comenzamos a jugar: me subí a la espalda de Rafael, presionando mis pechos y pezones contra él, mientras él me agarraba por las nalgas. Luego hice lo mismo con tu padre. La situación se fue calentando y tu padre me agarró por la cintura, bajó su bañador y en ese instante me penetró por completo. Rafael estaba muy excitado al presenciar todo aquello, aunque solo podía ver de la cintura para arriba debido a las olas que no dejaban ver mi entrepierna ni el miembro de tu padre. Finalmente, él se corrió y yo experimenté un orgasmo tan intenso que tuve que sumergir la cabeza bajo el agua para ocultar mi expresión de satisfacción y los gemidos.

Decidimos descansar en las toallas de la playa. Rafael optó por quedarse un poco más en el agua, probablemente para disimular su excitación. Más tarde regresó y se recostó a mi lado. Me comentó que desde aquella vez en su piso no había tenido la oportunidad de volver a verme desnuda y que me veía aún más atractiva que antes. Me acerqué a él y le di un beso en la mejilla, presionando mis pechos contra su brazo.

Después nos dirigimos a casa. Al entrar y cerrar la puerta, me quité la parte de abajo del bikini y tu padre hizo lo mismo con su bañador. Nos metimos en la ducha del patio y llamamos a Rafael, quien llegó con el bañador aún puesto. Enseguida, tu padre y yo se lo bajamos de un tirón. Tomé su miembro y lo limpié de la arena que tenía, luego me arrodillé y empecé a practicarle sexo oral con intensidad. Tu padre se retiró y se sentó en una silla para observar cómo complacía a su mejor amigo. Este último empezó a eyacular por todas partes, cubriendo mi rostro, mis pechos y mi boca. A pesar de eso, continué la felación hasta la última gota, limpiándola delicadamente con mi lengua. Al levantar la mirada, vi en su rostro una expresión de satisfacción que jamás había presenciado en ningún otro hombre con el que había estado, ni siquiera en tu padre.

"Bueno, ya es suficiente, vamos a ducharnos, vestirnos y luego a comer, porque Estrella, después de esa sesión, no tendrá muchas ganas de comer arroz", bromeó tu padre.

Su comentario desencadenó la risa de todos nosotros, soltando una carcajada que resonó en toda la playa.

Nos dirigimos al restaurante y reservamos mesa para todos los días el almuerzo, dejando la cena para disfrutarla en el pueblo o en la casa.

De regreso, nos retiramos a las habitaciones para descansar y echar una siesta. Más tarde, escuché que Rafael se había trasladado al salón. Me levanté y fui a ver qué sucedía, ya que mi habitación estaba demasiado soleada y se había convertido en un horno.

“Eso tiene fácil solución”, dijo Rafael. Llamé a Miguel y entre los tres trasladamos la cama de Rafael a nuestra habitación, donde encajaba perfectamente y había aire acondicionado. Así que los tres pudimos descansar la siesta juntos.

Fui la primera en despertar y me encontré a tu padre totalmente desnudo a mi derecha, y a Rafael igual a mi izquierda. Parecía que la sesión anterior de sexo oral había dado confianza a Rafael, así que con cuidado empecé a masturbar a los dos despacio, acariciando sus miembros. Tu padre apenas reaccionaba, ya estaba acostumbrado a esos juegos; en cambio, Rafael comenzó a moverse un poco, no sabía si estaba despertando o simulaba estar dormido, pero no fue hasta que incrementé el ritmo que ambos despertaron.

“Ya era hora, bellos durmientes”, dije. “A ver, ¿quién de ustedes dos va a complacerme ahora?”. Rafael miró a tu padre, quien entonces pidió a Rafael que trajera el tarro de crema. Era hora de que Estrella conociera nuestro secreto. Yo me quedé perpleja, sin entender de qué hablaban. Rafael regresó con el tarro de crema y tu padre lo unió con su miembro. Entonces, en lugar de recibir sexo oral, tu padre decidió penetrarme. Introdujo su miembro de una vez, ya que yo estaba completamente mojada.que fue mi sorpresa cuando Rafael se aproximó al trasero de tu padre y comenzó a penetrarlo, yo me quedé sin aliento presenciando esa escena y pronto experimenté el orgasmo más intenso que he tenido en la vida, fue tan intenso que llegué a perder el conocimiento por unos instantes. La satisfacción de ver a tu padre siendo follado por Rafael superó incluso al propio clímax que experimenté con la penetración de tu padre. Tanto tu padre como Rafael llegaron al clímax al mismo tiempo, tu padre experimentó dos orgasmos, uno en mi vagina y el otro en su trasero que Rafael llenó de semen.

Permanecimos acostados en la cama por un rato y luego le pedí que me explicara lo sucedido, entonces tu padre explicó.

- Rafael y yo tenemos este tipo de intimidad desde jóvenes, nos gustan las mujeres, especialmente tú, pero él es bisexual y yo disfruto mucho cuando tengo relaciones sexuales con él de vez en cuando, especialmente cuando viajamos juntos. No salimos de fiesta ni buscamos ligues, simplemente tenemos sexo en el hotel todas las noches.

- Soy completamente fiel a ti, solo cuando salimos "de caza" con Rafael, son las únicas ocasiones en las que tengo relaciones con otras personas.

Rafael mencionó que, si me incomodaba, podíamos terminarlo, pero dejó claro que no había amor ni sentimientos extraños, solo amistad y placer sexual.

Me acerqué a Rafael y le indiqué que se limpiara, ya que ahora me tocaría a mí tener relaciones con él y Miguel, tu padre, para no cambiar la dinámica. Así continuamos durante toda la semana, teniendo relaciones, practicando sexo anal, sexo oral, etc., y durmiendo.

A la vuelta, tu Tata se fue de vacaciones por 15 días y Rafael se mudó al chalet. Aquí seguimos igual, pero con un descanso para planear futuros proyectos, entrevistas, viajes y cuidar a Carlos.

Así continuamos durante varios años, hasta que quedé embarazada de ti. Reuní a los dos y les informé que estaba esperando un bebé, y que no sabía quién era el padre, si tu padre o Rafael.

- ¡Vaya, mamá! ¿Entonces podría ser hijo de Rafael y no de papá?

- No te preocupes, cuando tu padre falleció, sin que Rafael se diera cuenta, obtuve una muestra de su ADN, además de una de Rafael y una tuya, y fui a un laboratorio para realizar una prueba de paternidad, que resultó positiva para tu padre. Sin embargo, no se lo mencioné a Rafael, él aún no lo sabe y a estas alturas ya no importa.

- A partir de ese momento, Rafael empezó a obsesionarse pensando que tú podrías ser su hijo y comenzó a distanciarse en cuanto a la intimidad sexual con nosotros, o más específicamente, conmigo, hasta que un día nos comunicó que lo que teníamos había terminado. Y así fue, él sigue viajando y teniendo relaciones con tu padre, pero a mí ya no volvió a tocarme.

- Bueno, pues ya conoces toda la historia acerca de Rafael, solo puedo decirte que dos años después de la muerte de tu padre no había tenido relaciones con ningún hombre, me satisfacía sola o con mujeres, hasta que un día en la oficina, al ver en un cajón el anillo de plata barato con el que tu padre me pidió que fuera su novia, él se acercó a consolarme y terminamos manteniendo relaciones en el sofá. Le dije que lo deseaba mucho, pero que no iba a ocupar el lugar de Miguel. Él dijo que a estas alturas ya no importaba y que solo quería estar conmigo de vez en cuando.

- ¡Vaya, Estrella, también te volviste lesbiana?

- Déjame contarte, conocí a Carmen, como sabes, es lesbiana. En 2008, con la gran crisis, muchos negocios, especialmente en la construcción, se vinieron abajo, tuvimos que despedir a más del 50% de la plantilla y volver a trabajar para clientes minoristas, ya que las grandes empresas de construcción habían quebrado o paralizado su actividad. Un día se presentó un pequeño contratista especializado en reformas y nos pidió un presupuesto para remodelar un dúplex en la zona sur de la ciudad y cambiar todas las ventanas de hierro por aluminio, además de fabricar rejas para estas. Nos solicitó que fuéramos nosotros quienes presentáramos el presupuesto a su esposa para que viera que los costos no aumentaban, ya que solo se le cobraría la mano de obra y los materiales necesarios.

de construcción.

- Al cabo de dos días, ya tenía el presupuesto en mis manos. Llamé por teléfono y como tenía que ir a esa zona de la ciudad por otro motivo, me dirigí a su domicilio. Allí me recibió una mujer de unos 40 años, muy atractiva, quien se identificó como Carmen.

El apartamento era un dúplex que ocupaba la segunda y tercera planta del edificio, muy luminoso y decorado con gran esmero. Acepté tomar un café con algo dulce, mientras conversábamos sobre la crisis. Carmen, que era empleada judicial, comentó lo agobiada que se sentía por la cantidad de demandas por impagos que recibía a diario. Elogió mi figura, a pesar de haber dado a luz dos veces. Me confesó que era lesbiana desde siempre, habiendo tenido una mala experiencia en su adolescencia con un hombre que le provocó rechazo a los hombres desde entonces. Luego me llevó a su dormitorio y me pidió permiso para admirar mi cuerpo. No tuvo que insistirme en desnudarme, lo hice de inmediato. Me observó detenidamente, acariciando mis senos y pezones, elogiando cada parte de mi anatomía. Le comenté que, a pesar de haber tenido diversas experiencias, siempre habían sido con hombres, ya que mi marido y yo éramos muy abiertos en cuanto a la sexualidad. Sin embargo, al tener tiempo, no me importaría experimentar con una mujer. Sin perder tiempo, Carmen se desnudó, me tendió en la cama y empezó a acariciarme y besarme por todo el cuerpo. La suavidad de sus caricias y el tacto de una mujer marcaron una gran diferencia respecto a las de un hombre. Fue una tarde espléndida. Tras una experiencia lésbica inesperada, quedé con ganas de repetir. Me despedí de ella, acordando volvernos a ver. Por supuesto, al llegar a casa, le conté todo a tu padre, ya que entre nosotros, Rafael y yo, no hay secretos.

- Esa es toda nuestra historia por el momento, querido. No te cuento más por ahora, ya que estás aprovechando mucho lo que sucedió antes. Voy a salir a almorzar con Carmen y su hermana Elena. Al parecer, Elena ha encontrado un hombre que le gusta y le ha pedido matrimonio, por lo que Carmen se quedará sola en el apartamento nuevamente, algo que le agradará mucho.

- Ah, antes de irme, te voy a dar un regalito. Date la vuelta y ponete en posición.

En ese instante, me introdujo un vibrador anal que me hizo gritar. "Cállate, quejica, eso no es nada. Déjatelo puesto todo el día y de vez en cuando activo el mando a distancia para que no te hagas ninguna paja. Veremos cómo nos las arreglamos esta noche para que veas cómo folla tu madre, sin que se enteren Carlos y Cata", dijo mi madre, o mejor dicho, Estrella.

Conforme a lo ordenado por mi madre, ingresé a la piscina, apagando el control remoto del vibrador. Al rato, eran cerca de la 1:30 p. m., me dispuse a preparar la comida cuando solo recibí la llamada de mi hermano Carlos, que dijo: "Oye Juan, estoy tratando de llamar a mamá, pero no me contesta el móvil. Dile que esta noche no voy a casa, que me quedaré con unos amigos y apagaré el teléfono". "Vale, se lo diré", le respondí.

Pensé para mis adentros: "Cata habrá encontrado a alguien más con quien pasar el rato".

Tras almorzar y con el vibrador aún dentro de mí, me recosté para echar una siesta. Mi excitación no había disminuido, pero obedecí a mi madre y evité tocarme. Al cabo de un rato, sonó nuevamente el móvil, esta vez era mi madre preguntando por las llamadas de Carlos.

- Juan, he visto varias llamadas perdidas de Carlos. Intenté llamarlo, pero tiene el teléfono apagado.

- Me llamó para decirme que no vendrán esta noche, regresarán mañana por la tarde.

- ¡Perfecto! Vamos a pasarla muy bien tú y yo, verás de qué es capaz tu mami, te dejaré exhausto.

- Mamá, por favor, que podrían escucharte Elena o Carmen.

- Ellas están en el baño arreglándose, así que te dejo, que ya vienen. Descansa, cariño.

Me quedé dormido nuevamente y, aproximadamente, a las

A las 4:30 de la tarde, percibí una intensa vibración en mi trasero que me despertó. Al voltear, me encontré con mi madre sosteniendo el control del juguete erótico, quien estaba al lado de la cama indicándome con firmeza que ya era hora de levantarme. Me ordenó que fuera a tomar una ducha o a la piscina sin secarme demasiado, y luego pasara por su habitación en un lapso de 15 minutos. Vamos, levántate de una vez, me dijo.

Así que seguí sus instrucciones: me sumergí en la piscina, nadé unas cuantas vueltas, salí, me sequé por encima y al percatarme de que ya había transcurrido el tiempo indicado, me encaminé hacia la habitación de mi madre. El ambiente se percibía fresco, con el aire acondicionado un poco más alto de lo común y una tenue iluminación proveniente de una lámpara cubierta con un pañuelo rojo, acompañada por varias velas con aroma a sésamo encendidas. Sobre la cama se encontraban unas esposas de muñecas y tobillos, y en cada esquina había un grillete. Mi madre, desde el vestidor, me indicó que me acostara boca arriba en la cama, me colocara las esposas en las muñecas y tobillos, y las enganchara a los grilletes de las esquinas, cuidando de que la última sería coloca ella misma.

Después de un rato, salió del vestidor luciendo un corsé negro con dos aberturas en el pecho donde sobresalían sus pezones, un tanga de encaje negro, un liguero que sostenía unas medias de red negras y unos tacones de aguja rojos en los pies.

Continuará.

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