En varias ocasiones, me ha llamado la atención explorar la sensación de tener un miembro masculino en mi recto. Esta curiosidad surgió cuando, un día, mientras jugaba, introduje un dedo y estimulé mi próstata, experimentando unas contracciones internas placenteras en las paredes anales, mucho más intensas que un orgasmo. Incluso llegué a probar con juguetes sexuales adquiridos en una tienda para adultos.
A la edad de 30 años, decidí finalmente dar el paso y experimentar con un pene masculino. Entré en una página de búsqueda de compañeros y seleccioné la categoría de hombres buscando hombres. Aunque muchas mujeres me mostraban interés, mi curiosidad por los hombres era mayor. No sabía con certeza si me atraían los hombres o no, pero para mi sorpresa, encontré a un viejo amigo de la infancia en la aplicación. Decidimos encontrarnos y conversar como los viejos amigos que éramos.
Con gran anticipación, esperaba su llegada. Cuando finalmente apareció, me abrazó y nos quedamos así por un largo tiempo en ese reencuentro. De repente, comenzó a besarme y no podía creerlo: un hombre me besaba, experimentando una sensación tan placentera que era indescriptible. Me colocó boca abajo, bajó mis boxers y empezó a estimularme analmente, provocándome sensaciones deliciosas. Luego, rozó mi ano con su pene de 18 cm, generando cosquilleo y placer en cada movimiento. Finalmente, me penetró suavemente con la punta de su glande, experimentando un placer indescriptible, incluso habiendo tenido relaciones con mujeres antes. Nos dirigimos a la cama, donde colocó mis piernas sobre sus hombros, me penetró frontalmente y continuó besándome mientras disfrutaba de cada embestida y de un placer prostático sobrenatural. En un momento dado, sentí cómo mis fluidos escapaban y él eyaculaba profusamente dentro de mí. Aquel día lo repetimos 4 veces y desde entonces descubrí mi naturaleza de ser gay pasivo, algo que no dejaría de explorar jamás: la sensación de un pene caliente dentro de mí.
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