Fascinación con mi colega hetero en el trabajo


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Hola, recordando anécdotas, me gustaría compartir esta interesante vivencia. En aquella época trabajaba en un centro de llamadas en una ciudad de Colombia. Tenía 25 años, soy abiertamente gay y tenía pareja. Llevaba alrededor de 1 año cuando se unió a nuestro equipo un nuevo colega llamado David. A primera vista parecía un hombre normal, 34 años, robusto, pero tenía esa apariencia de hombre de familia, y esa sombra de barba que me llamaba la atención, sin embargo, su llegada fue sin problemas y con el tiempo nos convertimos en buenos amigos, coincidiendo en los turnos y compartiendo más sobre nuestras vidas, lo que nos llevó a establecer una buena relación de compañerismo.

Él también tenía pareja, llevaba tiempo con su novia y estaban pensando en casarse. Me alegré por él y tuvimos charlas sinceras sobre nuestro día a día. En ese momento, él ya sabía acerca de mi orientación sexual, pero siempre mantuvimos una relación de respeto y cordialidad. Sin embargo, al seguir trabajando juntos, empezamos a compartir detalles más íntimos, llegando al punto en el que intercambiábamos preguntas y relatos más explícitos, no inicialmente con connotaciones morbosas, sino más bien como una forma de compartir nuestras experiencias y conocimientos que normalmente uno no comparte con facilidad.

Poco a poco, nuestra conversación se fue tornando más íntima, y en ciertas ocasiones empecé a imaginar situaciones sugestivas cuando él describía sus encuentros íntimos con su pareja (o esposa, no recuerdo si ya se había casado). Me excitaba visualizar la escena en mi mente y llegaba a excitarme, e incluso comencé a sentir morbo al imaginármelo en la intimidad con su pareja, al punto de no poder resistir la tentación de masturbarme fervientemente al ver sus fotos en Facebook, especialmente una en la que aparecía sin camisa durante un viaje, luciendo algo fofo y velludo, lo cual despertó en mí un deseo incontrolable.

En ese contexto, nuestras charlas empezaron a adquirir un tono más provocativo, donde yo le confesaba abiertamente mi gusto por practicar sexo oral y lo mucho que disfrutaba hacerlo con pasión, sin compromisos de por medio, con la esperanza de provocar su interés. Parecía funcionar, ya que sus preguntas se volvían cada vez más explícitas:

- ¿Cómo te gusta hacerlo? ¿Te importa el tamaño? ¿Estarías dispuesto a hacerlo con un amigo? ¿Prefieres velludos o depilados? ¿Te tragarías el semen? A mí nunca me lo han practicado.

Esto continuó avanzando y yo insinuaba que me encantaría brindarle placer a un hombre varonil como él sin compromisos, asegurándole que mis pruebas de ETS estaban al día (las cuales me había realizado recientemente), que el tamaño no era relevante siempre que estuviera excitado y me gustara la persona, especialmente si era corpulento y velludo, algo que pareció entusiasmarlo, ya que comenzó a sugerir algunas cosas, como:

- Sería interesante probar - y me contaba que tenía su zona genital depilada, lo cual sumaba puntos, ya que me gusta un hombre que se cuida en ese aspecto.

En una ocasión en la que nos encontrábamos solos y no teníamos mucho trabajo, y a pesar de que la sala de computadoras contaba con cámaras de seguridad, los puestos traseros nos brindaban cierta privacidad visual, él de repente mostró imágenes de genitales masculinos y me preguntó: "¿Así te gustan a ti?" a lo que respondí afirmativamente. En ese momento, él se inclinó hacia atrás en su silla, buscando un punto ciego para las cámaras, se subió ligeramente la camisa, se bajó los pantalones y exhibió su miembro en estado semierecto. Fue imposible contenerme, me acerqué a él, su pene latía y él mostraba signos de excitación, con la mirada me incitaba a practicarle sexo oral. Me arrodillé y comencé a darle placer con intensidad, lamiendo su glande. Su erección se volvió más firme y lo introduje por completo en mi boca, sin detenerme hasta sentirlo en mi garganta.

Me atoraba con ese objeto metálico, entraba y salía de mi boca. En ese momento, levanté la mirada sin expulsarlo de mi boca, adoptando una expresión de goce. Es natural para mí tener esa expresión cuando lo succiono.

Él, con los ojos cerrados, mostraba en su rostro un placer tal que solo recordarlo me excita. Era una expresión de puro deleite, que me comunicaba sin lugar a dudas que nunca antes había experimentado una felación como esa. Continué, y él me miró, colocando su mano en mi nuca como señal de posesión. En ese instante, no importaban ni su novia ni mi novio, éramos solo nosotros dos, y mi boca estaba destinada a satisfacer ese miembro viril. Aumenté el ritmo, pero me detuvo. Supongo que tenía temor del lugar, pero el deseo lo tentaba. Se subió los pantalones y dijo:

- Ufff, qué agradable, pero no aquí, vamos al cuarto de descanso

En esa estancia hay un sofá, un Xbox y no hay cámaras. Me acomodé, me limpié, apagué mi computadora y salí. No intercambiamos muchas palabras y sabía que si lo hacía, podría arruinarlo. Entré al cuarto y esperé. Después de cuatro minutos que parecieron una eternidad, él llegó al cuarto, cerró la puerta con llave, pero estaba nervioso. Me miró y con la mirada me indicó que no sabía cómo retomar la situación. Tomé su mano, lo acosté y puse sus manos en su nuca, una postura que resalta la virilidad de un hombre. Le dije que se tranquilizara, que yo me encargaba. Me arrodillé, acaricié su bulto y su miembro empezó a palpitar. Bajé su pantalón, luego su calzoncillo, él me ayudó a bajarlo por completo. Era evidente que deseaba repetir. Una vez al descubierto y con más calma, lo admiré. Su miembro era sencillo, recto y con una cabeza prominente. Lo disfruté por más tiempo, lo introduje en mi boca y comencé a lamer su glande, haciendo un movimiento rítmico de entrada y salida. Lo retiré de mi boca solo para lamer sus testículos, los chupé, jugué con ellos y disfruté de sus genitales, bien afeitados y cuidados, con un aroma a sudor masculino que no resultaba desagradable, algo que me gustaba.

- Ufff... esto es... mmm... muy placentero... -murmuró él con voz entrecortada por el éxtasis.

Seguí succionando ese falo sin piedad, más ansioso que nunca por obtener su eyaculación. No solo quería su semen, también deseaba cumplir su fantasía de ingerirlo. Llevé su miembro hasta mi garganta y lo retiraba para lamer su cabeza, mientras él se retorcía. Aceleré el ritmo y él comenzó a advertirme que se acercaba su orgasmo. Ante este gesto de consideración, me esforcé por un segundo, retiré su miembro de mi boca y le dije:

- No te preocupes, quiero que acabe en mi boca -y seguí absorbiendo su pene sin pausa. Él se contorsionó, empezó a gemir y lo observé. Su rostro reflejaba un placer absoluto cuando su orgasmo estalló, su cuerpo se tensó emitiendo un fuerte gemido, llenando mi boca y garganta con su eyaculación. No dejé de tragar mientras me masturbaba y terminaba en el suelo.

Finalmente suspiró, sacó un pañuelo del bolsillo y se limpió (aunque su pene había quedado completamente limpio gracias a mi lengua), se levantó, arregló su pantalón y me pasó un pañuelo para limpiar el suelo. Una vez que fue consciente de dónde estaba, salió rápidamente de la habitación y regresó a su puesto de trabajo para verificar que no había ninguna llamada pendiente. Pensé que con David todo cambiaría, que al ser heterosexual la dinámica variaría, pero no fue así. Continuamos siendo amigos, completamos el turno sin mayores incidentes y, a los pocos días, tocamos el tema. Quedó claro que lo disfrutó pero sintió algo de remordimiento post eyaculación, aunque dejó en claro que no le importaría repetirlo. Así comenzaron una serie de encuentros cargados de morbo y amistad, que espero poder relatar en otras ocasiones.

Lo aprecio mucho, es un amigo con el que se puede hablar de cualquier cosa y con el que también se puede tener complicidad sin dramas ni tonterías. Aunque ya no trabajemos juntos, aún hemos tenido uno que otro encuentro. Según su opinión sobre este relato, subiré más historias de él en el futuro.

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