Tengo relaciones íntimas con mi suegra


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Viví, así llamábamos a mi suegra. Una mujer de unos 50 años con una estructura corpulenta. Entre mis amistades era el centro de atención.

-ufff tu suegra está muy atractiva- solían decirme.

No era una afirmación sin fundamento. Viví era una mujer genuinamente atractiva. Portaba con elegancia sus leves arrugas y las señales naturales del paso del tiempo en su cuerpo. Poseía amplias caderas, senos generosos y una actitud desenfadada.

Había experimentado dos matrimonios fallidos, uno de los cuales le había dado origen a mi esposa. Tenía una vitalidad invencible, no se percibía como una mujer mayor en absoluto.

En una ocasión, apareció en la casa de la familia con un joven de unos 20 años con el que mantuvo una relación por un tiempo. Los rumores se desataron, las murmuraciones se multiplicaron, muchos la juzgaron, yo, en cambio, lo vi con buenos ojos. Sin embargo, esa historia tampoco perduró.

Viví adoraba a mis hijos y siempre buscaba la manera de pasar tiempo con ellos. Para mí, resultaba una oportunidad magnífica, ya que gracias a ella lograba tener momentos de libertad con mi esposa para salir juntos.

Me encantaba la presencia de Viví. Cada vez que nos saludábamos, compartíamos un abrazo fuerte en el que yo podía sentir la presión de sus senos contra mí. A pesar de la tensión física que percibía entre nosotros, nunca pensé que algo pudiera suceder. O al menos eso creía.

Un día, mi esposa tuvo que ausentarse por motivos laborales de manera imprevista, dejando un vacío en casa. Este hecho no era habitual, ya que su viaje se prolongaría durante toda una semana, de domingo a domingo. Dado que mi destreza en las labores domésticas era limitada, mi esposa organizó con su madre para que me ayudara a cuidar de los niños durante ese período. Viví aceptó encantada.

Acompañé a mi esposa al aeropuerto y luego fui a recoger a Viví. Subió al automóvil después de colocar su maleta en el maletero. Vestía un ajustado vestido negro que resaltaba sus curvas. En el trayecto, entablamos una conversación amena.

Esa noche me recluí en mi habitación, mientras Viví se ocupaba de los pequeños. Al siguiente día, un lunes laborable, tuve que levantarme temprano para ir a trabajar. Al dirigirme a la cocina en busca de un vaso de agua, me topé con Viví cocinando, vestida con un camisón que utilizaba como pijama.

No pude resistirme a observar detalladamente el contorno de sus nalgas. Ella notó mi mirada y cruzamos nuestras miradas.

-Buenos días, ¿qué te apetece desayunar? -me saludó con amabilidad.

La semana transcurrió en una calma tensa, marcada por intercambios de miradas. Pensaba constantemente en tener a esa mujer viviendo bajo el mismo techo, a tan solo una pared de distancia.

El viernes, todo cambió. Salí a beber con unos amigos y regresé a casa alrededor de las 8 de la noche con un buen ánimo. Al llegar, Viví bajó del segundo piso y me ofreció algo para cenar.

-En realidad no... de hecho... ¿te apetece tomar algo? -le propuse mostrándole una botella de whisky.

-Oh, sí, me encantaría. Déjame que duerma a los pequeños primero -respondió.

Así lo hizo. Se tomó un tiempo en arropar a los niños para luego bajar y unirse a mí. Para mi sorpresa, se había cambiado de ropa y lucía un ajustado vestido blanco que realzaba sus formas. Le serví un vaso de whisky y nos sentamos a charlar. Los tragos y las horas pasaban.

-Solía ser bastante osada. No te lo imaginas -me confesó.

-Puedo intuirlo, no pareces ser una persona convencional, eso es evidente -respondí.

-Jajajaja, así es -se rió Viví.

-Pero creo que yo soy más atrevido que tú -comenté.

-¿En serio crees eso? -dijo.

-Cuéntame cuál ha sido tu mayor locura y luego yo te contaré la mía. Después decidimos quién es el más osado -propuse.

-¡Jajaja, me parece genial! Adelante, inicia tú -respondió Viví.

Viví miró al techo como si recordara un pasaje de su vida.

-Una vez, hace mucho tiempo, cuando tenía alrededor de 20 años durante mis años universitarios... tenía dos amigos con los que colaboraba en todo, siempre estábamos juntos... y una noche, tras unas copas... ¡tuvimos un trío! jajaja -relató.

-¡Vaya historia! -repliqué asombrado.

-Ahora te toca a ti... -la animé.

-Bueno... una vez me relacioné íntimamente con la hermana de mi pareja -confesé.

-¡Oh, vaya... eso suena mal! -exclamó Viví.

-Lo sé... -respondí con pesar.

-Y, ¿cómo fue? -preguntó curiosa.

-Pues... mucho

mejor que la hermana jajaja

-Jajaja malvado

Bailamos una melodía. La tensión estaba en lo alto. Ella estaba un poco ebria.

-Viví, quiero agradecerte por tu gran ayuda con los niños… si no fuera por ti sería complicado. - mencioné.

-Tranquilo cariño. Disfruto cuidar a los pequeños… espero que encuentres beneficios en ese tiempo

-Oh sí, encuentro muchos beneficios… créeme

-Aunque no siempre estoy con los niños… cómo logran cuidarlos?

-Bueno… es un poco complejo, pero con amor todo se puede

-Totalmente cierto

-Por lo general los acostamos en su habitación y luego vamos a la nuestra en silencio. Cerramos la puerta y no hacemos ruido… tu hija muerde la almohada- dije de manera coqueta.

-Imposible… los niños despertarían

-No… ¿quieres ver?

Subimos y pasamos por la habitación de los niños. Luego entramos a la habitación principal y cerré la puerta con cuidado detrás de nosotros.

-El secreto está en la almohada- le dije mientras le ponía una almohada entre los dientes.

Presioné su entrepierna. Como la luz estaba apagada, me costaba distinguir sus expresiones, pero confié en que si habíamos llegado a ese punto era porque ambos estábamos de acuerdo.

Después le quité el vestido y acaricié su cuerpo curvilíneo.

-Esto no está bien- me dijo antes de besarme.

-No está bien… pero lo deseo

-Oh sí, yo también

La acosté boca arriba en la cama y le quité la tanga. Coloqué la punta de mi pene sobre su entrada y noté que estaba completamente seca.

-¿Tienes aceite o algo así? La menopausia…- me comentó.

Afortunadamente tenía a mi disposición todo tipo de lubricantes conocidos por la humanidad, así que tomé el primer frasco del armario y humedecí su área vaginal. Luego procedí a penetrarla.

-¡Aaaah!- gritó.

-La almohada, Vivi, la almohada

Le quité la tanga y le pedí que se colocara en posición de cuatro.

-Me he complacido mucho imaginando esto, ¿sabes?- le dije.

-¿Qué imaginabas?

-Imaginaba que te tomaba por detrás

-Hoy no será el día, cariño… pero puedes hacerlo por delante si así lo deseas

Tomé sus nalgas y las separé. Me incliné hacia adelante para saborear su trasero y disfrutar de su ano. Mientras ella emitía gemidos ahogados por la almohada, la penetré por delante estando en posición de cuatro.

-Sabes… tu hija es excelente dando sexo oral… ¿será algo hereditario?- le dije en broma.

En ese instante, ella giró sobre su propio eje y quedó nuevamente en posición de cuatro, pero esta vez con su boca frente a mí. Tomó mi pene y lo introdujo en su boca. Superó con creces a su hija. Viví se convirtió en la maestra.

Luego la penetré en la posición del misionero.

-¿Esto es lo que querías, verdad?- me preguntó jadeante.

-¿A qué te refieres?

-Me deseabas… se notaba…

-Bueno… sí

-Hazlo como quieras… yo también lo deseaba

-Dame sexo anal

-Tienes que pagarme

-¡Jajaja, ¿de verdad?

-Sí… quiero comprarme algo

Acordamos un precio y procedí a tener sexo anal con ella en la posición de la cucharita. Terminé dentro de ella. Continuamos bebiendo y teniendo relaciones sexuales hasta que finalmente nos quedamos dormidos.

Al día siguiente, me desperté temprano, como solía hacer. A mi lado estaba mi suegra. Acaricié su rostro con cierta ternura. Esto la despertó de golpe.

Parecía sorprendida. Se apartó de mí con los ojos abiertos de horror. Rápidamente recogió su ropa y salió de la habitación. Me evitó durante todo el sábado. Sin embargo, esa noche decidí acercarme. Los niños estaban dormidos y Vivi estaba leyendo la biblia en la sala.

-¿Me vas a ignorar por siempre?- le pregunté.

-Lo que hicimos estuvo mal… muy mal… nadie puede enterarse

-Estoy de acuerdo contigo… es nuestro secreto

-Estoy traicionando a mi hija… ¿entiendes lo complicado de esto?

-Viví… solo es complicado si se descubre… de lo contrario, es como si no hubiera pasado nada

-Nadie debe saberlo

-¿Te puedo preguntar algo?

-Por supuesto

-¿Qué fue lo que más disfrutaste?

-¡Oye!

-¿Fue cuando tuve sexo anal contigo o cuando te practiqué sexo oral?

La besé y la llevé nuevamente a la habitación donde, con la almohada como testigo, volvimos a tener relaciones sexuales.

Esa noche, cuando mi esposa dormía, le envié un mensaje a mi suegra.

-Gracias por todas tus atenciones… los niños ya te extrañan- le escribí.

-Claro… deja de esforzarte… ¿cuándo y dónde nos vemos de nuevo?

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