El próximo fin de semana, mi compañero de trabajo quiso ofrecerle clases temprano por la mañana, así que fuimos juntos desde el trabajo hacia la casa. Al llegar, él saludó a mi esposa con respeto y le ofrecí café; mi pareja sacó a la mascota fuera de la casa para que hiciera sus necesidades. Cuando ella regresó.
Mi amigo Pablo mencionó: "la mascota se ve muy bonita".
Yo respondí: ¿cuál de las dos?
Pablo reaccionó con un "¡oh!" sorprendido; yo simplemente solté una risa y cambié de tema.
Cuando mi pareja regresó, yo ya estaba muy excitado y quise pasar a la acción de inmediato. Entonces le propuse a mi novia que si quería tener relaciones con mi amigo. Ella sabía que le iba a pedir eso y, al aceptar, me dijo que ya llevaba varios días sintiendo roces en la motocicleta con él en todo momento, lo cual la tenía muy excitada.
Entonces le pedí que entrara a la habitación, se pusiera las nuevas mallas de lencería que le compré por catálogo, y que lo esperara en posición de cuatro. Sin embargo, como era la primera vez que iba a presenciar a mi esposa con otra persona, no quería que se besaran ni se acariciaran mucho. Así que se lo hice saber a ella, puse en marcha mi plan, que consistía en salir a cortarme el cabello y dejarlos solos antes de irme de casa.
Me despedí de mi amigo, le dije que tuviera cuidado con mi mujer en la motocicleta, luego pasé a la habitación y encontré a mi novia en posición de cuatro, vistiendo unas mallas negras y una tanga roja.
Dejé una nota pegada en la nevera junto a un preservativo que decía:
“Pablo, puedes tener relaciones conmigo con la condición de que no me toques. Si te atreves, ven a la habitación”.
Así que regresé a los cinco minutos, simplemente fui al otro lado de la calle, dejé la puerta sin seguro y entré muy fácilmente y sin hacer ruido. Desde las escaleras, ya podía escuchar aplausos, y al mirar, descubrí que los aplausos eran el sonido de las nalgas de mi pareja chocando contra los testículos de Pablo.
No es una exageración, me masturbe tres veces en menos de diez minutos contemplando por fin a mi esposa siendo poseída por otro hombre.
Luego salí de la casa, volví a llamar al celular de mi esposa para que supiera que ya iba a regresar y así lo hice.
Cuando regresé, mi esposa estaba en el baño y mi amigo estaba absorto en su celular, se le notaba nervioso.
Y así, amigos, decidiré si mi amigo merece una segunda oportunidad o si mi esposa se vuelve más audaz por su cuenta.
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