La madre de mi pareja es una dama de alrededor de 60 años, de voz suave pero áspera, 1.55 m, de caderas anchas pero en apariencia no resalta su trasero. No mantiene una vida sexual activa, la crianza de sus catorce hijos la desvinculó de tales deseos.
Me gustaría poder estar a solas con ella en su hogar, conversando, realizando labores domésticas, ordenando provisiones o pidiéndole ayuda para mover algún mueble, entre otras tareas.
Imagino alguna situación en la que inevitablemente roce mi entrepierna con su trasero, que ella quede frente a mi miembro por casualidad, o simplemente tomar una siesta y al despertar dirigirme al comedor con una excitación sin percatarme de que ella esté presente, provocando en ambos una mirada atónita.
Entonces, le comento:
-Tenía calor.
A lo que ella responde:
-No te preocupes, ven a ver la televisión.
Me uno a ella en el sofá. Pasan escasos minutos y comienza a acariciarme el miembro por encima del pantalón corto. Lo saco para que continúe, sube y baja con su mano hasta introducírsela entera en la boca.
Resulta ser una experta en el arte de la felación, me deja excitado y me solicita que llene su trasero con mi semen, se posiciona a lo perrito en el sofá, levanto su vestido, noto que no lleva ropa interior, le doy una fuerte nalgada, gime, separo sus grandes nalgas que se ocultaban bajo la tela y la penetro analmente, doy unas embestidas y la lleno de esperma, ahora es mi turno, me indica, con tono de abuela.
Se monta sobre mí y comienza a cabalgar, coloca uno de sus senos generosos en mi boca, me abraza y se mueve de forma impresionante, alcanza el clímax y su rostro se ilumina de felicidad, se incorpora y se arrodilla expectante, me levanto, ella toma mi miembro y lo vuelve a introducir en su boca sin complicaciones, permitiéndome finalmente esparcir mi semen sobre su rostro.
El semen fluye abundantemente sobre su rostro arrugado, ella limpia la sustancia con sus dedos y los chupa. -¡Mamá!- Se escucha la voz de una de sus hijas, mi suegra distribuye los restos de semen en su cara a modo de crema facial.
-¡Aquí estoy! -responde y sale al encuentro.
-¡Mamá, ¿qué tienes en la cara?
-Es una nueva crema que me recomendó mi amiga.
-Bueno, me retiro, avísame si necesitas algo -Le digo a mi suegra, y me marcho como si nada hubiera sucedido.
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