La madre de mi pareja tiene unas caderas amplias y un trasero grande, que resalta en los ajustados pantalones que suele usar, siempre me ha gustado observar su trasero al caminar, y a veces fantaseo con degustarlo.
En una ocasión fuimos de compras mi esposa, mi suegra y yo; tomamos el transporte público, una combi hacia el centro, pero iba repleta, así que viajamos de pie. En el apretado vehículo, mi suegra quedó casi enfrente de mí, y en cada frenada de la combi, conseguía rozar su exuberante trasero, afortunadamente el conductor manejaba de manera imprudente, frenando bruscamente, lo que me permitía acercar mi miembro a su trasero, ella se dio cuenta pero no podía moverse debido a lo lleno del transporte, así pasamos unos 30 minutos, saboreando mentalmente ese magnífico trasero.
En otra ocasión, durante una reunión familiar en casa de mis suegros, empezamos a beber, yo ya ebrio subí al baño, ahí me dio la curiosidad de oler la ropa interior de mi suegra, que sabía dejaba en un cesto de ropa sucia. Sin dificultad encontré su bragas, las acerqué a mi nariz y aún olían a jabón. Froté la prenda contra mi nariz hasta llegar a la entrepierna, donde disfruté el aroma de su intimidad, un olor único, lo que me llevó a masturbarme, oliendo esa exquisita zona de la lencería, imaginando el sabor de su vagina. Guardé la prenda en el bolsillo de mi pantalón, y durante varios días me masturbé oliéndola. Con el tiempo, el olor desapareció y tuve que desecharla.
No me atrevo a tomar otra prenda por miedo a levantar sospechas, pero en ocasiones, durante nuestras visitas, rebusco en el cesto y me masturbo con su lencería, a veces dejándola manchada de semen.
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