Encuentro en la esquina (Parte 1 de 3)


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Este episodio ocurrió en un verano. Estuve conversando en una aplicación con diversas mujeres, compartiendo comentarios provocativos sobre lo que les haría en persona como manera de romper el hielo. Varias me bloqueaban o ignoraban, pero algunas respondían con entusiasmo y proseguían con el sexting.

Ana no. Ella respondió con un simple "aquí estoy cuando desees". Eso me llamó la atención. Conversamos más, pero en general no parecía interesada en el sexting, solo en encontrarse y que la poseyera intensamente, la golpeara y la usara a mi antojo.

El inconveniente era que no residía en mi localidad, por lo que debía dar un paseo y reservar un hotel para poder encontrarnos.

Me arriesgué y acordamos que ese sábado por la tarde la pasaría a buscar en coche. Y que viniera con un vestido o una minifalda, y que saldría de mi auto sin ropa interior.

No obstante, el día anterior me comentó que le había llegado la regla. Le dije que si a ella no le importaba, a mi tampoco, e incluso que así estaría más excitada.

Así que llegué al hotel, realicé el check in, y le envié un mensaje. Me dijo que vivía cerca de una calle que hacía esquina con la avenida donde se encontraba mi hotel.

"Perfecto, te recojo en la esquina en 20 minutos". Me agradaba la idea de hacerla esperar en la esquina con minifalda y top, y que se subiera al vehículo de un desconocido. Se sentiría como una mujer despreciada antes de iniciar siquiera.

Al llegar con el coche, allí estaba ella, muy sensual, demasiado para esa hora del día. Me detuve a su lado, se acercó a mi puerta y por un instante parecía indecisa si subir. Comprensible. Pero subió. Hola, ¿cómo estás? Bajo la minifalda, unos ligueros verdes.

Coloqué mi mano en su muslo mientras le preguntaba si estaba ansiosa. "No, ¿tú sí?" fue su respuesta. Me reí un poco, y respondí que no. Era realmente atractiva, aunque con las gafas de sol que llevaba, aún no podía apreciarlo por completo.

Estábamos a solo 3 minutos del hotel, pero comencé en ese momento a deslizar mi mano por sus muslos. Definitivamente no estaba nerviosa. Escuchaba sus gemidos y suspiros con cada caricia. "Parece que estás excitada" le comenté. Ella solo me sonrió con lujuria.

Le levanté la falda hasta la cintura para observar detenidamente sus braguitas semitransparentes. Acaricié un poco por encima de ellas y luego las aparté para contemplar su joven parte íntima depilada. Y empecé a explorar con mis dedos en ella.

Recuerdo que se aferró al asa interior del techo mientras emitía gemidos breves.

Nos detuvimos en un semáforo, y yo continué tocándola mientras un joven en motocicleta, en dirección contraria, nos observaba detenidamente. Noté que aquello la excitaba aún más.

Opté por no quitarle las bragas para evitar manchar la tapicería con sangre. Habría oportunidad en el hotel.

Bajó con las piernas temblorosas, y yo anhelando llegar a la habitación para utilizar con ella todos mis juguetes y satisfacer mis oscuros anhelos en su piel. Pronto descubriría que su deseo y gusto por el dolor no tenían límites...

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