Experimentando algo nuevo


Escuchar este audio relato erótico
2
(2)

Tras alcanzar mi primer clímax, me sentí muy atrevida y deseaba más. Eliza no cesaba de estimular mis pezones, mientras Mauricio, ya desvestido, buscaba un preservativo. Elizabeth utilizaba un lenguaje obsceno que me excitaba cada vez más.

Eliza: Qué deliciosos pechos, amiga. Me encanta tu expresión como una mujer excitada. Sabía que te gustaría, ahora llega lo mejor.

Mauricio se colocó el preservativo y sonreía, en ese momento yo estaba completamente entregada, su mano rozó mi intimidad y la humedad ya empapaba mis muslos. Mauricio, con sus 19 centímetros de largo y 5 de diámetro, parecía un auténtico macho para mí, a pesar de sus casi 20 años. Eliza se apartó y lo besó apasionadamente antes de sentarse a presenciar el espectáculo que se avecinaba.

Mauricio: Relájate, pequeña traviesa, vas a experimentar un buen momento.

Sus palabras avivaban mi deseo, entre gemidos le respondía

Lorena: Sí, papi, cógeme como si fuera una vulgar delincuente de la calle.

No esperó para actuar, Mauricio posicionó su miembro en mi intimidad y con determinación lo introdujo por completo, el placer y el dolor se entrelazaban en mí, estaba siendo tomada por un hombre maduro, desconocido y en aquel primer encuentro. Elizabeth se acariciaba los senos y sonreía, comenzó con movimientos suaves y lentos, yo los disfrutaba y gemía, mi excitación era evidente y eso enloquecía a Mauricio, mi mejor amiga observaba complacida cómo su amiga era tomada como una verdadera perra. Él aumentó el ritmo de las embestidas, y no tardó en llegar otro clímax, esta vez más intenso que el primero.

Cambió de postura, me puso a cuatro patas, y dejó caer todo su peso sobre mi espalda, sus embestidas eran fieras, como las de un animal en celo

Mauricio: Qué deliciosa tienes la entrepierna, mi amor. Eres una buena zorra.

Yo solo gemía y asentía con la cabeza, incapaz de articular palabra por el placer que invadía mi ser, aquel hombre me manejaba a su antojo y mi cuerpo se sentía tan ligero que ni siquiera era un desafío.

Lorena: ¡Más, por favor! ¡Qué rico! Soy tu sumisa, dame placer, dame sexo.

Mis palabras parecían excitarlo más, intensificando las embestidas; al girar, vi a Elizabeth besándolo mientras él estimulaba su intimidad, haciéndola gemir como una auténtica lasciva.

Elizabeth: Sí, sigue, profesor, me encanta. ¡Qué placer!

Y llegó un clímax, ella quedó tendida en la cama, extasiada y liberando fluidos. Mauricio no dejaba de poseerme, mis piernas adormecidas, sabía que aquello aún no terminaría...

¿Te ha gustado este relato erótico?

¡Haz clic en las estrellas para puntuarlo!

Puntuación promedio 2 / 5. Recuento de votos: 2

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este relato.

Ya que que te ha gustado este relato...

Puedes compartirlo en redes sociales!

¡Siento que este relato no te haya gustado!

¡Déjame mejorar este contenido!

Dime, ¿cómo puedo mejorar este contenido?

Otros relatos que te gustará leer

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Subir
Contacto | Seguinos en Ivoox y en x.com