La historia de Daniela, la conservadora, y su amiga lesbiana


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Originaria de Bolivia, Daniela resid铆a en La Paz desde hac铆a dos a帽os antes de conocer a Francisco, su esposo, y el padre dedicado de sus 煤nicos hijos peque帽os: Harry y Danna. A pesar de haber tenido dos embarazos seguidos en menos de cuatro a帽os, la querida Daniela hab铆a mantenido una figura envidiable para las mujeres y deseable para los hombres. Era muy amable, a veces juguetona y coqueta en su justa medida (sin exagerar), y de vez en cuando mostraba cierta sensualidad, especialmente en ocasiones especiales con su amado esposo.

Francisco nunca se preocup贸 por intrigas o celos, ya que ambos eran una pareja cat贸lica devota y Daniela, era una conservadora convencida; tanto as铆 que dedicaba muchas horas educ谩ndose y participando en peque帽as asociaciones con una clara postura anti-feminista, anti-aborto y a favor de las familias tradicionales lideradas por parejas heterosexuales. Incluso, el hombre y su mujer, que acababa de cumplir 33 a帽os, siempre disfrutaban de una vida sexual plena, por lo que una infidelidad por parte de ella era poco probable.

Incluso hab铆an reservado una habitaci贸n solo para ellos dos para celebrar su aniversario el 22 de agosto, pues pasar铆an la velada juntos. Iban a almorzar con los ni帽os, luego Daniela asistir铆a a la reuni贸n de la escuela y, al anochecer, se reunir铆an nuevamente para satisfacer sus deseos mutuos, pero la noche no transcurri贸 como Francisco esperaba.

Esa noche, se visti贸 con elegancia y provocaci贸n, pero sin caer en lo vulgar. Llevaba puesto un ce帽ido vestido amarillo que se deten铆a justo por encima de las rodillas, dejando entrever sus muslos bien formados, y un escote que revelaba parte de sus generosos pechos. Desde atr谩s, parec铆a una silueta de guitarra, resaltando su cintura y caderas. Era imposible no desearla al verla.

Tras la comida, Daniela se dirigi贸 al colegio de sus hijos para oponerse a una nueva iniciativa pedag贸gica que pretend铆a introducir ense帽anzas sobre g茅nero y diversidad.

Se sent贸 delante, esperando al responsable de la iniciativa, junto a otros padres que estaban all铆 por compromiso. Cubri贸 discretamente su escote con una bufanda. Cuando la maestra lleg贸, la observ贸 con enojo: era alta, de rostro bello con rasgos finos, cabello azul y pantalones anchos. Descubri贸 de inmediato que era feminista y durante la charla no dej贸 de mirarla con desaprobaci贸n, llegando incluso a cruzar las piernas de manera provocativa. La tensi贸n entre ambas aumentaba.

La discusi贸n subi贸 de tono hasta que la docente decidi贸 hablar en privado una vez que los dem谩s se marcharon. Con el rostro enrojecido por la furia, Daniela esper贸 en silencio en la silla.

Cuando se quedaron solas en el aula, Erica, la docente, retom贸 la conversaci贸n. Aunque hablaban con m谩s calma, la tensi贸n a煤n era palpable, y sin llegar a ning煤n acuerdo, la joven maestra despidi贸 a los padres y pidi贸 a Daniela que dialogaran en privado. Con la cara roja de enojo, Daniela esper贸 en silencio en

Nada, Daniela se march贸.

En esa noche, su esposo y ella no tuvieron relaciones sexuales, solo hubo quejas, y casi no pudo conciliar el sue帽o, solo repasaba en su mente la discusi贸n de horas antes. En los d铆as siguientes, todo empeor贸, no solo recordaba la pelea sino tambi茅n el rostro de aquella mujer feminista a la que detestaba. Una ma帽ana, no aguant贸 m谩s, busc贸 en el directorio el n煤mero de tel茅fono de la escuela y llam贸 solicitando el contacto privado de la docente.

Se enviaron mensajes. Erica propuso a Daniela que, para comprender mejor sus ideas, se reunieran despu茅s de clases para tener un peque帽o seminario a cargo de ella, con el fin de limar asperezas. Daniela acept贸. Curiosamente, se visti贸 con un vestido similar al de la vez anterior, pero un poco m谩s holgado y m谩s corto, de color rojo, y as铆, se dirigi贸 al encuentro pactado.

Se encontraron y dialogaron. Mientras Daniela tomaba notas en una agenda (cuestion谩ndose por qu茅 hab铆a accedido), Erica elogi贸 de repente la vestimenta de su alumna, simplemente como un cumplido. Despu茅s de ese d铆a, Daniela volvi贸 a escribir a la docente, expresando su inter茅s en m谩s clases para comprender ciertas ideas; la otra acept贸 continuar: en el mismo horario y lugar. Siendo jueves, ten铆a planes con Francisco, pero cancel贸 sin dar m谩s explicaciones. En esta ocasi贸n opt贸 por un vestido azul, similar al anterior. Erica, entonces, intensific贸 sus comentarios, elogiando los muslos de Daniela y destacando su envidiable figura.

As铆 transcurrieron los d铆as, ambas mujeres se volvieron m谩s cercanas y las clases se intensificaron, retomando esos temas y otros en repetidas ocasiones. Un domingo, ansiosa por la 煤ltima clase, Daniela propuso a Erica encontrarse esa misma tarde. La mujer de cabello azul le proporcion贸 la direcci贸n de su departamento. Consciente de sus deseos, Daniela se visti贸 con el vestido rojo de la primera cita, pero esta vez con una tanga m谩s sutil debajo. Se cubri贸 con un largo gab谩n y, sin dar muchas explicaciones, parti贸 hacia su encuentro.

Se reunieron una vez m谩s. Esa tarde estuvo cargada de susurros y miradas entre ambas, si bien Erica mostraba m谩s osad铆a al acariciar ocasionalmente la mano de Daniela y elogiar su cuerpo de forma cada vez m谩s descarada. Finalmente, luego de tanta anticipaci贸n, Daniela se levant贸 y sugiri贸 descansar en el sof谩. Erica se recost贸 y, acto seguido, se tumb贸. Mientras Daniela iba al ba帽o y regresaba, al ver a su maestra tendida en el sof谩, la mir贸 a los ojos, dej贸 caer el gab谩n a sus pies y subi贸 levemente el vestido. Aquella mujer feminista, a la que Daniela odiaba, entendi贸 la se帽al, se acerc贸 con determinaci贸n a Daniela, le tom贸 el ment贸n y la bes贸.

Se besaron, entreg谩ndose mutuamente con un deseo morboso y apasionado. Erica actu贸 con rapidez y subi贸 la falda del vestido hasta arriba. Las nalgas de Daniela quedaron expuestas y provocaron que Karen las apretara con sus manos. Entonces, la primera mujer gimi贸 de placer. "驴Has hecho todo esto solo para m铆?", murmur贸 Erica, a lo que la mujer casada asinti贸. Pronto, los grandes pechos de Daniela quedaron al descubierto y fueron besados con pasi贸n por su amante prohibida. Daniela gem铆a de placer, experimentando algo nuevo, delicioso y prohibido.

R谩pidamente llegaron al lecho. Daniela yac铆a recostada, su tel茅fono sonaba y lo lanz贸 lejos. Erica recorri贸 con sus besos todo su cuerpo: el cuello, los pechos, el vientre, las caderas, los muslos. La lengua de la docente explor贸 谩vida la entrepierna palpitante de su amante y, finalmente, ambas se fundieron en un largo y apasionado beso. "He so帽ado muchas noches con esto", susurr贸 Daniela, extasiada mientras Erica acariciaba su cadera con fuerza.

Vulva de la dama.

En una pausa, desde debajo de la cama, la mujer dominante extrajo un consolador largo con correas. Se coloc贸 el objeto, y cuando Daniela se prepar贸, con su trasero redondo en posici贸n y su rostro sobre la cama, Erica la penetr贸 a fondo. Una y otra vez el miembro entraba y sal铆a, y el trasero penetrado resonaba como un tambor. 隆Qu茅 profundo era su amor! Ni siquiera su esposo hab铆a logrado penetrarla de esa manera. "No pares", le suplicaba, "隆ahora me siento tuya!". Las dos mujeres ya hab铆an empapado las s谩banas de la cama, pero la acci贸n continuaba. Luego, en una hermosa posici贸n de misionero, la actividad persisti贸, y el falo artificial entraba y sal铆a de la vagina de la casada. Mientras tanto, Daniela buscaba desesperadamente los labios de la otra, y al encontrarlos, los besaba con pasi贸n. Finalmente, se quedaron ambas dormidas, abrazadas tiernamente.

Los d铆as pasaron, y las horas en que Daniela estaba en casa se redujeron. La supuesta "amistad" entre las dos mujeres era cada vez m谩s evidente. Casi siempre se encontraban para hacer el amor; todas las tardes se entregaban apasionadamente. Pronto, la forma de vestir y el pensamiento de Daniela cambiaron, su romance se volv铆a cada vez m谩s notorio. Un d铆a, la mujer abandon贸 a su esposo y tambi茅n a sus hijos, y se mud贸 para siempre con su amante lesbiana.

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