Ritmo musical, movimientos digitales, respiración agitada, gemidos reprimidos en mi lecho. La culminación estaba al alcance, apenas un poco más y alcanzaría el éxtasis, un dedo adentro bastaría. Pero justo en el momento crucial, el maldito teléfono sonó.
—¡Maldición! — exclamé, alterada y desconcertada— si no es urgente, voy a...
Revisé el teléfono y vi la llamada de Natalia, mi confidente de tantos años y mi amor platónico desde la juventud. Ella era la única que conocía mi seudónimo en Twitter "Miss Fortune", con el que compartía mis dibujos inspirados en el manga y el género Hentai.
—Hola — respondí, intentando normalizar mi respiración.
—¡Hey Sasha! — su voz alegre resonaba— estoy en la puerta de tu edificio con un arsenal de snacks y alcohol para la velada.
—Perfecto, bajo enseguida.
Nuestros viernes eran sagrados, dedicados a charlar, ver películas o series. Me lavé las manos, tomé las llaves y salí rápidamente para recibirla. Natalia, esbelta y alta, de unos 1.70 metros, con cabello castaño y ojos color miel, me esperaba afuera.
—Vaya, bajaste de prisa.
—Si no lo hacía, seguro comenzarías a llamar como loca. Recibo más llamadas tuyas que de mi madre, te lo juro.
Riendo, entramos al departamento. Preparamos los snacks y servimos el vodka que ella había traído, conversando sobre diversos temas: su trabajo, mi arte y los encargos de la semana. Sin embargo, noté algo extraño en su actitud, sus gestos denotaban nerviosismo, apretaba los muslos y mordía su labio inferior como si quisiera confesar algo.
—¿Estás bien, Nat? Te noto inquieta.
—Es que... — desvió la mirada— quería pedirte algo. Pero...
—Si necesitas dinero o que le de una lección al inepto de tu ex, avísame...
—No seas boba, Sasha. Alonso y yo ya no estamos juntos. Es otra cosa la que quiero pedirte.
Su confesión sobre la ruptura me sorprendió, pero estaba ansiosa por saber qué más quería decirme, aun a pesar de sus nervios.
—Quiero que me retrates, pero en un estilo realista, no como acostumbras.
—¡Claro! ¿Por qué no lo mencionaste antes? Sabes que no podría negarme.
—Es que... — comenzó a desabrochar su vestido— quiero posar desnuda para ti.
Sentí el rubor en mi rostro en ese instante; al dejar caer su vestido al suelo, pude ver que no llevaba ropa interior, solo unas medias que llegaban hasta sus muslos.
—¿Segura de que no estás recreando una escena de "Titanic"? — traté de bromear, intentando controlar mi nerviosismo.
Ella me sonrió y se recostó en el sofá, entreabriendo las piernas y acariciando sus senos con las manos, gesto travieso que indicaba una travesura inminente.
—Adelante, Sasha, toma tu libreta de dibujo y aprovecha esta oportunidad para practicar. Recuerdo que querías mejorar y como buena amiga, quiero ayudarte.
Con determinación, me ubiqué y comencé a dibujar. A pesar de mis nervios, cada trazo fluía con determinación.al borde de temblar de vez en cuando, percibí su mirada penetrante sobre mí. Si alguien me hubiera dicho ayer que mi mejor amiga se desnudaría delante de mí, seguramente me habría reído a carcajadas.
Cada minuto que pasaba, mis nervios aumentaban, y ahora se sumaba la sensación de cómo la humedad de mi entrepierna se filtraba en mis pantalones cortos. Debo admitir que, quizás, había cierta inquietud en mí, pero una parte de mi mente, la más traviesa en realidad, deseaba que algo más sucediera.
—Oh, sí.
Aparté la vista de mi libreta, solo para percatarme de que Natalia tenía una mano entre sus piernas mientras con la otra se pellizcaba fuertemente el pezón. Aquel espectáculo solo logró incrementar mi excitación, anhelaba tanto usar mis dedos para satisfacer mi entrepierna palpitante que solicitaba atención. Aquella llama que se había apagado antes de su llegada, se reavivó y clamaba por ser saciada.
—¿Qué te sucede Sasha? ¿Te agrada lo que observas? —gimió de forma agitada.
Permanecí en silencio, con mi respiración volviéndose cada vez más pesada. En ese instante, Natalia abrió más sus piernas y comenzó a introducir su dedo medio en su interior, su entrepierna estaba húmeda, lo que provocaba que sonidos de humedad resonaran en toda la habitación.
—Vamos, dime si no has imaginado cómo me masturbo con la mano.
Permanecí en silencio. Sí, quizás Natalia fuese mi amiga, pero eso no me impidió tener ciertos sentimientos por ella, no me detuvo de autocomplacerme la mayoría de las noches pensando que eran sus dedos y no los míos los que exploraban mi necesitada entrepierna.
Por alguna fuerza misteriosa, dejé mi libreta y lápiz a un lado, y me acerqué gateando hacia donde se encontraba Natalia; si los dioses me brindaban la oportunidad de cumplir al menos una de mis fantasías, aprovecharía hasta el último segundo.
Con un acto de valentía, pasé mi lengua por el interior del muslo derecho de mi amiga, desde el inicio de su media hasta la ingle. Ella abrió los ojos sorprendida y simplemente me sonrió, añadiendo su dedo anular a su entrepierna; tomé su mano y comencé a guiar cada movimiento que realizaba, colocando mi otra mano en su monte de Venus y con el dedo pulgar dibujé círculos en su clítoris ya hinchado.
—¡Sí! Así Sasha, continúa, haz que me corra.
Seguí moviendo con entusiasmo su mano y mi dedo, sabiendo que estaba al borde del orgasmo, pues su cuerpo empezaba a temblar. Era todo un espectáculo; al poco tiempo, Natalia soltó un gemido tan intenso que supe que había alcanzado el clímax. Retiré sus dedos de su entrepierna y un hilo transparente aún los conectaba con sus labios húmedos, además de que de ella emanaba aquel fluido blanco que tanto me excitaba; sin pensarlo dos veces, deslicé mi lengua por toda su intimidad, recogiendo aquel preciado líquido. Natalia simplemente jadeó.
—Entonces, cuéntame, Nat, ¿cuál es tu jugada? —metí sus dedos húmedos en mi boca y comencé a chuparlos, con la mirada fija en la suya.
—Siendo honesta —inhaló profundamente—, desde hace un tiempo deseaba estar contigo.
—¿En serio? ¿Por eso terminaste con Alonso? —fue más una afirmación que una pregunta.
Ambas nos observamos por un instante, ella jadeando y con el cabello pegado a la cara por el sudor, lucía increíblemente sensual. Era una obra maestra que deseaba venerar; coloqué su mano a un lado de ella y acerqué mi rostro a su entrepierna, su aroma resultaba indescriptible, pero en ese momento me pareció lo más dulce y atrayente que había experimentado.
—¿Estás segura? —conocía la respuesta, pero quería escucharla de sus labios.
—Sí, oh mierda, ¿masturbarme frente a ti no fue suficiente?
Con esas palabras, simplemente sonreí, deslicé mi lengua directamente hacia aquel botón sensible que ansiaba probar. Con delicadas lamidas, estimulé su clítoris; sus gemidos indicaban que iba por buen camino, una, dos, tres lamidas después, aplané mi lengua en toda su intimidad y la moví de arriba abajo. Las manos de Natalia se enredaron en mi cabello, escuchaba mi nombre susurrado, introduje mi lengua en su entrepierna, lo que la hizo gemir con más intensidad.
Estaba tan empapada, que sentía cómo mi líquido fluía por mis muslos. Llevé mi mano izquierda entre mis piernas y sobre mis shorts y ropa interior, moví mis dedos para dar la atención que mi clítoris tanto necesitaba. Cualquier observador podría reconocer que era la imagen más erótica que presenciaría: yo con la cabeza entre las piernas de mi amiga, una mano autoestimulándome y ella, jadeando desnuda en mi sillón.
—Sasha, por favor, sube aquí. Quiero saborear también tu intimidad.
En menos de un minuto me levanté, me quité toda la ropa mientras Natalia se tumbaba en el sillón. Cuando terminé, me senté directamente en su rostro, sabía que eso era lo que deseaba. Jadeé fuerte al sentir cómo su lengua comenzaba a jugar con mis labios, la sensación fue tan intensa que tuve que aferrarme a los reposabrazos con una mano, mientras la otra se dirigía a apretar mi pezón ya endurecido.
Sentía cómo su lengua recorría mis labios, hasta mi clítoris, y en ocasiones se adentraba en mí. Tenía ganas de frotarme contra su rostro, pero me contuve. En ese momento, agradecí al cielo que la llamada de mi amiga interrumpiera mi breve sesión de placer. De repente, noté cómo uno de sus dedos se introducía en mi vagina, lo cual me hizo gemir con más fuerza: su lengua en mi clítoris y su dedo curvado golpeando mi punto sensible me acercaban cada vez más al orgasmo.
Mi vagina apretaba su dedo: estaba a punto de alcanzar mi clímax. La idea de cubrir el rostro de Natalia con mis fluidos aumentaba mi excitación. Antes de llegar, me levanté de su rostro. Su barbilla brillaba por la mezcla de saliva y mi humedad. Sin decir una palabra, ella solo me miró. Me desplacé al lado opuesto del sillón y me recosté de tal manera que su pierna izquierda quedara sobre mi vientre.
Ambas nos miramos, sabiendo que la otra entendía, y comenzamos a frotar nuestros sexos empapados en una tijera cada vez más desesperada. Su cuerpo se movía en dirección opuesta al mío, y ver sus senos rebotar me hizo desear tomar uno en mi boca y succionarlo hasta la saciedad.
—Sasha, me voy a correr —jadeó Nat.
—Un poco más, Nat, un poco más, nena. Quiero llegar al clímax contigo —respondí.
Y así, ambas alcanzamos nuestro clímax, gimiendo y jadeando. Me recosté en el sillón tratando de regular mi respiración, mis piernas se sentían entumecidas por mi reciente liberación, y la humedad ahora se percibía fría en mi vagina hinchada.
—Sasha —jadeó Nat, claramente agotada—, me gustas y quiero... Me gustaría repetir lo que hicimos otra vez.
La miré. Aunque acabábamos de tener un encuentro íntimo satisfactorio, yo me sentía insegura. Natalia acababa de terminar su relación con su novio, y lo más probable es que esto fuera solo parte de su exploración de sus intereses y deseos, algo que no criticaba.
—Nat, para mí no hay problema, pero debemos ser claras. ¿Estás segura de lo que dices?
—Sí, ahora sé que las mujeres son las que realmente me satisfacen y me atraen, incluso más que los hombres —afirmó con decisión en su mirada.
La observé. Había una determinación y seguridad en sus ojos al expresar sus palabras. Bueno, dicen que el que no arriesga no gana, y espero que eso se aplique también a las relaciones sentimentales.
—Está bien, porque necesito seguir practicando y encontrar más inspiración para subir dibujos como Miss Fortune. Entonces, ¿Natalia, quieres ser mi musa?
Ella me sonrió y me besó. Algo me decía que esto ya no era solo una amistad, y esperaba disfrutar al máximo esta nueva etapa.
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Hola a todos, espero que les haya gustado este relato, el primero de muchos que deseo compartir con ustedes. Si tienen algún comentario sobre esta pequeña obra, les agradecería que me lo hicieran saber para poder mejorar. Sin más preámbulos, me despido. ¡Besitos!
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