Finalizamos la narración con la situación en la que tuve relaciones con mi esposa junto a sus colegas en el vehículo de la empresa.
Después de lo sucedido en el bar y culminando en el hotel, mi esposa se mostraba reacia a hablar del tema. Incluso llegó a considerar renunciar, ya que le preocupaba lo que sus compañeros pensaran de ella. Fingí estar molesto y le señalé que debía importarle más la opinión de sus colegas que el hecho de haber tenido intimidad con ellos en mi presencia. Aunque ella alegaba que todo lo planeé, pero nunca lo confirmé, jejeje.
Sugerí que debíamos resolver la situación y propuse obtener el número de celular de su jefe para encontrar una solución. Tras hablar con él, se planteó la posibilidad de que me invitaran a su lugar de trabajo como visitante, para poder charlar tranquilamente un viernes por la tarde y así calmar el corazón de mi esposa.
Acordamos que ese mismo viernes por la tarde iría a la hora del almuerzo para tomar unas cervezas, y luego continuar la charla en el vehículo de la empresa.
Dado que eran los jefes de proyecto, no hubo inconveniente en introducir algunas cervezas de contrabando y continuar la reunión allí.
El resto del personal del proyecto se retiraba a más tardar a las 5 p. m. Esa tarde regresamos alrededor de las 6 p. m., estábamos prácticamente solos y ya habíamos bebido lo suficiente.
Tras un rato de risas y bromas, surgió el tema de lo ocurrido anteriormente.
Poli – Oye amigo, Carlita, quiero disculparme por lo de otro día. Creo que no fue adecuado.
Inge – Sí, la verdad es que valoramos mucho a Carlita y no nos pareció bien.
Carlita – No se preocupen, estábamos pasados de copas jajaja
Yo – Pero ¿de verdad no les gustó? Siendo sinceros, ahora que estamos hablando abiertamente, me pareció muy placentero. Ver cómo la tocaban mientras bailaba con ella y luego en el hotel.
Carlita – Ya basta, no sigas…
Yo – ¿Por qué? ¿Te excitas, mi amor? ¿No te gustaría repetirlo aquí mismo, en el trabajo?
¿Se lo imaginan?
Aprovechando la situación, la abracé por detrás y empecé a besarle el cuello. Subí mis manos sin avisar y tomé con firmeza sus pechos, masajeándolos mientras observaba a su jefe, quien sabía que le encantaban los senos de mi esposa.
Ella intentó apartarme las manos, pero ya sentía sus pezones erectos y estaba visiblemente excitada. Indiqué a Poli que cerrara la puerta del vehículo.
Mientras seguía besando su cuello, bajé la parte superior de su ropa y descubrí sus hermosos pechos. Sin previo aviso, retiré su sostén y los dejé al descubierto. Pedí a Inge que se acercara para besarlos, y lo hizo sin dudarlo. Se aproximó rápidamente y se los llevó a la boca. Sus manos buscaron su entrepierna y, de forma impetuosa, le bajaron los pantalones. Parecía un animal desesperado. Le indiqué que se detuviera, solo quería que se enfocara en los pechos.
Luego, le quité los pantalones a ella y la dejé solo en tanga, sentada en el escritorio. Le pedí al jefe que se sentara a su lado para continuar besando sus pechos, y le dije a Poli que acercara una silla para sentarse justo en frente de ella, entre sus piernas. Le ordené que le practicara sexo oral y él, de inmediato, se acercó a su zona íntima, la olió como un perro y, con destreza, apartó la tanga y hundió la lengua en lo más profundo. Ella gemía sin control, incapaz de contenerse. Con una mano, acariciaba la cabeza de su jefe mientras este le besaba los pechos, y con la otra, dirigía el ritmo de la cabeza de Poli, quien se encontraba entre sus piernas.
Saqué mi miembro y comencé a masturbarme, disfrutando de la escena.
de aquella representación.
Después de unos instantes le pedí que se bajara del escritorio y se acercara a la silla donde yo me encontraba. Me dio la espalda, se inclinó y se introdujo por sí misma en mi miembro, quedando en posición de cuatro patas y aprovechando para practicar sexo oral mientras la penetraba.
Nuestra sorpresa fue enorme cuando salió el lado más atrevido de mi pareja. Se arrodilló y pidió que la cubriéramos de semen en el rostro, deseaba sentir cómo los tres eyaculábamos en su cara y beberlo todo. Por tanto, empezamos a masturbarnos los tres y acabamos casi al mismo tiempo. Una eyaculación fue directamente a su boca, otra en su rostro y la tercera en sus deliciosos pechos.
Luego, ella comenzó a practicar sexo oral nuevamente con las tres erecciones de manera frenética. Ansiaba más semen, pero el ingeniero ya estaba cansado, así que el policía y yo tomamos la posta. El policía terminó en sus pechos y yo seguí unos minutos más hasta que llené su boca de semen.
Es importante mencionar que después de descansar un rato, ella se limpió, se vistió y se fue, dejándome allí con sus superiores.
Cuando llegué a casa, me encontré con que ella acababa de salir de bañarse, se cambió y se dirigió a la casa de su hermana.
Después de algunos días, me comunicó que debíamos poner fin a la relación, que ya no podía continuar de esa manera.
Así que, estimados lectores. Ha sido el divorcio más placentero de toda mi vida.
Mi correo electrónico es [email protected].
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