Lo que revelaré en este relato es un enigma. Un secreto profundo. Solo compartiré contigo, querido lector, algo que nunca he mencionado antes a nadie. No deseo que mi familia, amigos o conocidos se enteren. Tampoco mi esposo Pedro. Él, menos que nadie, si te soy sincera. Sé que Pedro no me miraría de igual manera y que, tal vez, nunca me lo perdonaría. Debo admitir que en este relato no daré mi verdadero nombre ni revelaré la identidad de ningún personaje mencionado. No quiero ser identificada. No es que lamente lo ocurrido ni que me avergüence. Pero comprendo que mi matrimonio difícilmente sería igual si saliera a la luz lo sucedido. A excepción de los nombres, todo lo que te contaré es verídico. Aunque te parezca impactante, es la pura verdad. Dicho esto, comenzaré:
El martes 15 de agosto, día festivo, fue la fecha que Pedro y yo seleccionamos para nuestra boda. Nos comprometimos dos años atrás y llevábamos más de cuatro años saliendo juntos. Nuestra relación de noviazgo fue sumamente dichosa. Cuando comenzamos, yo era muy joven y nunca antes había tenido pareja, mientras que él, seis años mayor que yo, había tenido relaciones previas. Durante ese tiempo, Pedro respetó mi virginidad. Nunca llegamos a la consumación ni a nada similar. Sin embargo, hubo ciertos acercamientos sexuales, principalmente besos, caricias y mutuas masturbaciones, a menudo sin desnudarnos, aunque siempre disfrutaba mostrándole mis senos y permitirle tocarlos, besarlos e incluso chuparlos. Eso me encanta. Y a él también. Debo decir que en esos cuatro años me he convertido en toda una mujer y mis pechos han adquirido una forma hermosa, han crecido y ahora los considero perfectos. Así me lo dice el espejo, mi pareja y las miradas llenas de deseo de quienes me observan.
Estoy segura de que Pedro nunca me ha sido infiel. Yo tampoco, aunque… bueno, hubo un par de incidentes en los que… nada relevante, pero… Una vez, durante el primer año de noviazgo con Pedro, coqueteamos con un colega suyo, casado, durante unos días, hasta que un día, en el baño más cercano a su oficina, nos abrazamos, besamos, acariciamos mutuamente y nos excitamos… Resultó divertido y apasionado, debo admitir que experimenté un orgasmo intenso cuando él, sobre la ropa, agarró mis nalgas y las apretó para acercarme más a él, me acarició la entrepierna y masajeó mis pechos, manifestando que le encantaban y que los deseaba desde el primer día que nos conocimos en la empresa. Para satisfacerle, le mostré mis senos, se los ofrecí para que los chupara con ahínco, lo cual hizo con entusiasmo, mientras él sacaba su miembro y yo lo masturbaba. Él llegó al clímax rápidamente, con una eyaculación abundante y cálida. Manchó un poco mi vestido. Nos besamos y salimos sin ser vistos por nadie, por fortuna. Nadie pareció notar las sospechosas manchas en mi atuendo, al menos eso creo. Nunca volvimos a repetirlo ni tampoco hablamos al respecto. En los primeros días posteriores al encuentro, sentía que todos en la empresa me miraban de forma distinta, pero creo que en realidad nadie se enteró. Él continuó felizmente casado. Y yo seguía contenta con mi novio.
Y hace apenas un año, ya comprometida con Pedro, tuve otro desliz. Esta vez fue con mi cuñado, Fernando, esposo de Olga, mi hermana mayor. Me pareció que durante un tiempo me miraba con deseo y constantemente me lanzaba piropos en tono bromista. Realmente, él no me atrae mucho, pero debo
Reconocer que complace satisfacer a los hombres. Fue así que, en una ocasión durante una comida familiar en casa de mis padres, mi cuñado no dejaba de halagarme y elogiarme, diciéndome lo guapa que me veía, que si fuera soltero me besarían constantemente, que suerte tener a mi hermana, que me había convertido en toda una mujer...
Es verdad que en los últimos cuatro años mi cuerpo ha experimentado cambios significativos. Como te mencioné, me siento orgullosa de mis senos bien contorneados, no demasiado grandes, suaves y firmes. ¿Y qué decir de mi trasero? Diría que luce fenomenal, ha ganado volumen y redondez, es firme y realza mis curvas de forma muy atractiva. En fin, mi cuñado en ese día en casa de mis padres no paraba de observarme, hacer bromas y coquetear, mucho palabrerío. Le lancé el típico dicho de que perro ladrador, poco mordedor. Él continuó con la broma y me desafió. Seguimos con risas y juegos hasta que le reprendí en broma y me retiré a la biblioteca, pretendiendo que iba a leer. Sabía que él seguía mirándome fijamente y admito que me moví de manera coqueta y sensual, notando claramente cómo él miraba descaradamente mi trasero, apenas cubierto por unos shorts que dejaban al descubierto parte de mis nalgas.
Como sospechaba, y al mismo tiempo en parte deseaba, él me siguió y allí me expresó su deseo, a lo que respondí recordándole que era un hombre casado, que yo tenía pareja, que estábamos en casa de mis padres con mucha gente alrededor, pero él me abrazó y besó, acarició mis muslos y se aventuró por debajo de mis shorts para agarrarme las nalgas, manifestándome su deseo y culpándome de provocarlo con unos shorts tan diminutos, a lo que respondí que era simplemente por el calor del verano. Él notó lo bien formado que tenía el trasero y añadió que por fin tenía la oportunidad de acariciarme. En respuesta, le correspondí con un beso, sintiéndome muy excitada, desabrochándome la cremallera del pantalón, guiando una de sus manos hacia mis senos, los cuales acarició con pasión, mientras que con la otra mano la introduje dentro de mis braguitas ya húmedas, incitándole a buscar mi intimidad, lo cual hizo ágilmente. Me estimuló, explorando mi zona íntima con varios dedos, y experimenté un intenso orgasmo.
El hecho de estar en casa con toda la familia a punto de almorzar me resultaba muy excitante, lo que provocó que llegara al clímax varias veces. La humedad se filtró en mis shorts, llegando a resbalar por mis muslos. Él mencionó sus deseos y comprendí que también merecía experimentar placer, por lo que le desabroché el pantalón, exhibiendo su miembro erecto y comencé a estimularlo manualmente. Me sugirió practicarle sexo oral, a lo que negué, pues nunca antes lo había hecho con nadie, ni siquiera con mi pareja, lo cual incrementó su deseo de recibir sexo oral. A pesar de mis esfuerzos por proporcionarle placer, su miembro no eyaculaba. Descubrí parcialmente mis senos debajo de la camiseta para excitarlo aún más, sin embargo, la eyaculación no se producía. Le ofrecí mis senos para que los estimulara con dedicación, y su miembro seguía creciendo. Finalmente, al oír voces en el salón y temiendo ser descubiertos, opté por practicarle sexo oral. Y me gustó.
Después de unos momentos, Fernando eyaculó en mi boca, lo cual me resultó algo repulsivo, aunque debo admitir que también me agradó. El sabor resultó ser muy agradable, superando mis expectativas. Me elogió por mis habilidades en el sexo oral, asegurando que era una experta y mostrando sorpresa al enterarse de que era mi primera vez. Escupí su semen en un pañuelo de papel. Posteriormente, al disiparse la excitación, lamenté haberle sido infiel a mi hermana, aunque no puedo negar que disfruté mucho con su esposo. Desde entonces, no he vuelto a ser infiel a Pedro. Ahora, con Fernando, hemos mantenido una buena relación de cuñados, aunque de vez en cuando él vuelve a coquetear, devorándome con la mirada...
Aunque me gusta recibir admiración y a veces coqueteo con él, tengo claro que no debo permitir que mi novio Pedro y mi hermana Olga sufran por una tontería, ya que los quiero mucho.
Este mes de agosto ha sido muy movido con los preparativos de la boda. Tanto mi novio como yo estábamos emocionados con la celebración. Debo admitir que todo resultó perfecto. ¡Una boda espectacular! Pero la noche anterior también fue increíble. ¡Una locura!
Tres días antes, el sábado, tuvimos nuestras respectivas despedidas de soltero. Él salió con sus amigos y aún desconozco lo que hicieron. Yo cené con mis hermanos, primas y mejores amigos. Fue una cena deliciosa y fantástica. Luego fuimos a bailar y la pasamos genial. Mis hermanas Olga y Montse, mis primas Belén y María, junto con mis amigas Merche y Candela, estuvieron conmigo todo el tiempo, bebiendo, cantando y bailando en la pista. ¡Qué divertido! Mi hermano Bernie, Ricardo (el novio de Merche) y Goyo (el esposo de María) estaban sentados, riendo y charlando con mis amigos Jaume y Domin. Por otro lado, mi amigo Litos alternaba entre la pista y conversar con los chicos.
Fernando, mi cuñado, no asistió a la fiesta por razones desconocidas. Personalmente, no me habría importado su presencia y, de hecho, me habría gustado. Tal vez habría sido un tanto excitante. Al final de la fiesta, los chicos se unieron a nosotras en la pista y bailamos algunas canciones lentas, intercambiando parejas. Todos estábamos bastante ebrios y, por ende, muy desinhibidos. Noté que la mayoría de los chicos aprovechaban el baile para acercarse mucho a mí, pero no me importaba. Incluso algunos se atrevían a pegarse a mí para sentir mi pecho. Aunque me sentía halagada al saber que les agradaba y probablemente me deseaban, cuando bailé con Goyo, el esposo de mi prima María, me sorprendí al notar que además de apretarme, deslizó sus manos desde mi cintura hasta posarlas en mis glúteos. Aunque la sensación me agradaba, consideré que no debía permitirlo públicamente, así que aparté sus manos y las volví a colocar en mi cintura. Sin embargo, él repitió la acción y esta vez agarró mis nalgas con más firmeza. Le pedí discretamente que las retirara, ya que nos encontrábamos rodeados de gente, a lo que él mencionó la supuesta complicidad entre Fernando y yo. Quedé perpleja y le aclaré que no había nada entre nosotros, sin entender a qué se refería. Fue entonces cuando me afirmó que mi cuñado lo había confesado todo y sabía que, a pesar de mi apariencia recatada, en realidad era promiscua. Y para rematar, me dijo que también sabía que era hábil con sexo oral.
"Mira, primita, sé lo que le hiciste a tu cuñado desde que le practicaste sexo oral en casa de tus padres. Aunque le prometí mantenerlo en secreto, no he podido dejar de pensar al respecto. ¡Vamos al baño y hazme una felación, vamos!"
"No, estás ebrio, ¿qué estás diciendo?"
"¡Igual que al esposo de tu hermana! ¡Me contó que disfrutaste! ¡Y que eres experta en eso!"
"No, no, ¡yo no hago esas cosas! ¡Estás ebrio! Y deja de tocar mis glúteos!"
"No finjas ser tan recatada. ¡Co...
besabas muy bien.
- Jamás lo había hecho antes ni después con nadie más! Quizás podríamos hablar sobre eso en algún momento y aclararlo. Pero por favor, no le comentes nada a mi novio ni a mi hermana. Les haría mucho daño!
- De acuerdo, lo entiendo. Supongo que este no es el lugar adecuado para que tu y yo...
- No, ni aquí ni en ningún otro lugar, de verdad. Estoy a punto de casarme en pocos días. No estoy loca. Mira, podríamos encontrarnos un día, tomar un café y verás que estás equivocado.
- Está bien, pero tiene que ser antes de que te cases.
- Pero no tengo mucho tiempo. Todos los días estoy ocupada, con mil cosas. No sabes lo ajetreados que estamos con los preparativos de la boda.
- Oye, prima, puedo ir un día a tu casa y me invitas a una bebida.
- Bueno, solo se me ocurre el lunes. Quizás ese día pueda encontrar un momento. Sí, de acuerdo, nos vemos el lunes, al atardecer. ¡Y por favor, mantente a distancia! ¡Creo que todos nos están mirando!
- De acuerdo, vendré el lunes. ¿Y me enseñas el traje de novia?
- No, lo verás al día siguiente, al igual que todos los demás invitados.
Finalmente, Goyo se alejó de mí y fue a sentarse para seguir bebiendo. Yo, debo admitir que me había excitado bastante, seguí bailando con varios. También con las chicas. Debo decir que si no hubiéramos estado rodeados de tanta gente, quizás me habría gustado tener algo con Goyo, que es muy atractivo y guapo.
Y sí, llegó el lunes, el día previo a la boda. Con todos los preparativos y los nervios por la celebración, casi no pensé en mi cita pendiente con el esposo de mi prima. Pensé que quizás todo fue porque había bebido mucho en mi despedida de soltera y de allí vinieron sus insinuaciones. Pero la verdad es que sabía lo mío con mi cuñado Fernando. A las cuatro de la tarde me envió un mensaje de voz:
- Prima, ¿a qué hora vengo a tomar esa bebida a la que me invitaste? No creas que se me olvidó.
- Goyo, en realidad no puedo verte hoy. ¡Mañana me caso!
- Lo sé, lo sé. Pero me invitaste y no quiero perder esta oportunidad.
- Ay, de verdad, lo siento mucho. Bueno, tengo que ir a la esteticista ahora.
- Sí, por supuesto, ¡que te dejen muy arreglada!
- ¡Claro! Si quieres, podemos encontrarnos a las siete para que vengas un rato.
- ¡Vale, sí, estaré puntual! ¡Estoy deseando!
- ¡Solo para tomar una copa!
- ¡Sí, claro, prima!
A las siete menos cuarto, Goyo ya estaba tocando la puerta. No había tenido tiempo de cambiarme. Con el calor del verano, llevaba solo una camiseta blanca de tirantes, bastante corta y sin nada debajo, excepto las bragas. Consideré hacerle esperar para al menos ponerme el sostén, pero él seguía llamando al timbre. Me preocupaba no saber cómo iba a comportarse y al mismo tiempo me resultaba excitante. Mi idea era ofrecerle una copa, dejar en claro que no quería nada con él y que se marchara enseguida. Pero tenía miedo de que pudiera venir de manera exigente o amenazante. A pesar de eso, siempre había sido muy amable y educado conmigo. Mi sorpresa fue enorme cuando se presentó en mi casa acompañado de mi cuñado.
- ¿Pero, qué? ¿Qué haces aquí, Fernando?
- Bueno, tu primo Goyo me pidió que le acompañara. ¿Acaso no soy bienvenido, hermanita?
- Eh... sí, claro... pasa, pasa.
Me sentí aliviada al ver a Goyo acompañado de mi cuñado. Pensé que había entendido que no estaba interesada y que simplemente venían a charlar un rato. ¡Pero estaba totalmente equivocada! Después de servirles una copa, estuvimos hablando durante un rato. Me preocupó notar que ambos me miraban las piernas y el escote. Seguramente se habían dado cuenta de que no llevaba sostén. Y sí, todo se aclaró cuando Goyo sacó el tema.
- Bueno, primita, Fernando me contó lo que hicieron ese día en la biblioteca de tu casa, mientras los demás...
estábamos aguardando la hora de la comida.
- No te preocupes, Fernando, no tenías por qué comentarlo a Goyo, o a alguien más!
- Hermanita, la situación fue tan increíble que no pude resistirme a contárselo a alguien. Y Goyo es un buen amigo, ya sabes.
- Y según lo que me dijiste, ¡te lo pasaste muy bien! – sonríe Goyo.
- ¿Qué estás diciendo?
- Pero, hermanita, ¡te corriste varias veces como loca! ¡Varias veces!
- Ay, no lo sé! – noto que me excito y mis pezones se notan a través de la camiseta- Bueno, terminad la copa y marchaos. Estoy muy ocupada. ¡Mañana nos vemos en la boda!
- ¡Pero si acabamos de llegar! Bueno, déjanos ver cómo te ha dejado la esteticista y ya está!
- ¡Y ahora, marchaos! ¡Me han dejado muy guapa! Mirad, ¿veis las uñas? ¿Os gustan? Y, me quito los zapatos para que veáis los pies. ¿Qué?
- Muy bonitas, sí!
- ¿Y qué más te han hecho allí?
- Pues un poco de todo. ¡Me han dejado lista para la boda!
- ¿Te depilaron?
- Sí, mirad las piernas – subo un poco más la camiseta- ¿veis? ¡Ni un pelo!
- ¿Y los muslos?
- ¡Pues claro!
- ¿A ver? – Goyo sube todavía más – Sí, bien peladito.
- ¿Y las axilas?
- ¡Claro que sí! ¡Mirad!
- ¡Sí, cierto!
- Bueno, ¡ya está! -uf, el examen me está excitando mucho!
- ¡No, no! ¿Y las ingles?
- Sí, también. ¡Pero eso tenéis que imaginarlo! – me sonrojo y sonrío.
- ¡No, queremos verlo! ¿Verdad, Fernando?
- Sí, me gustaría!
- En fin, – subo la camiseta con cuidado para enseñarles una ingle, procurando que no se vean las braguitas.
- Oye, hermana, ¿te depilaste también el…? Bueno, ya sabes.
- Eso es muy personal Fernando. – ¡qué atrevido! – Pero bueno, ya que preguntas… sí, también me dejaron la zona genital bien depilada. ¡Para la boda!
- ¿Y…?
- Sí, todo ahí abajo, sin un pelo. ¡Listo!
- ¿Y el pubis? – pregunta mi cuñado.
- Sí, como una colegiala. ¡Ay, qué vergüenza! Es la primera vez, ¿algo especial! Creo que a Pedro le gustará así en nuestra noche de bodas.
- ¡Seguro! ¡Venga, enséñanoslo, hermanita!
- ¡No estás loco! ¡Venga, ahora marchaos!
- ¡No, espera! ¡Vale, de acuerdo! ¡Pero al menos, enséñanos los senos! Fernando me dijo que son muy bonitos!
- ¡Y deliciosos! ¡Irresistibles!
- Pero, ¡Fernando... basta ya! - Mis mejillas arden y siento que me estoy excitando.
- ¡Es la verdad, hermanita! ¡Los recuerdo muy apetitosos! ¡Perfectos!
- Bueno, gracias, me halaga. Pero mañana me caso. Y no querría…
- Mira, a ver, Fernando ya los vio, según me dijo, le ofrecisteis que los chupara y todo eso.
- ¡Fernando!
- ¡Es la verdad!
- ¡Solo lo hice para que te corrieras más rápido! ¡La casa estaba llena de familiares, nos podían descubrir!
- ¡Pero no digas que no te gustó!
- ¡No digo que no! ¡Me excitó mucho, la verdad!
- Bueno, primita, no pido tanto. ¡Solo quiero verlos y ya está!
- Ay, de verdad que…
- En la playa seguro que haces topless.
- Pues sí, es cierto. Pero aquí, delante de los dos, ¡no, no!
- ¡Solo a mí, primita!
- ¡Y ahora marchaos ya! ¡Venga, Goyo, ven un momento a la habitación... y terminamos con eso. – siento deseos de enseñar el pecho al esposo de mi prima María - Tú, Fernando, espera aquí.
Voy con Goyo al cuarto. Me tranquiliza pensar que llevo unas braguitas tipo culotte, que no he optado por tanga. Me doy la vuelta, me quito la camiseta de espaldas, me giro aún tapándome los senos abrazándome y por un momento los muestro, de manera sensual.
- ¡Listo, ya está!
- ¡No, casi no pude verlos! A ver, quita las manos… oh, qué senos.
Permíteme acariciarlas, por favor!
- Pero si mañana me caso!
- Es solo un momento. Así… Oh, qué suaves! Y tersas!
- Está bien, está bien! Espera, hum… realmente que… ya está, ay, ya está, Goyo!
- Permíteme probarlas, primita! Solo un sorbo!
- Ay, dudo, bueno, no se lo digas a Fernando, toma, va! – se las ofrezco porque deseo que me las coma, la verdad, y él no se hace de rogar y me las chupa, me las besa, me las lame, muerde suavemente y después más firmemente…
- Ven, ven, Fernando! – llama a mi cuñado, con mi pecho izquierdo en su boca.
- No, pero qué…? Te dije que no, ya está bien!
- Ven hermanita, déjame una, por favor! - ruega Fernando
- Ay, en fin! – y me siento feliz al amamantar a los dos hombres, dando un pecho a cada uno. No paran de sorber, lamer, chupar, gemir, saborear…
- Oh, prima, tus pechos son la leche! Mira como estoy! – Goyo se baja el pantalón y muestra un calzoncillo húmedo a punto de explotar.
- Y yo! Mira! – Fernando abre su bragueta y muestra el miembro completamente erecto y con la punta escurriendo algo de líquido.
- Pero qué hacen! Venga, ya está! Pero qué se han creído?
- A ver, hermanita! Mira, una cosa…
- No, no, no me líen más! – me tapo los pechos con los brazos.
- No, espera, mira, si tú no estás excitada, lo dejamos aquí y ya está!
- Pues claro que no estoy excitada! Si mañana me caso!
- Eso no tiene nada que ver. Has suspirado y gemido mientras te hemos mamado los pechos! Eso no puedes negarlo.
- Pues claro… a ver, eso es normal.
- Por eso, estoy seguro de que te has excitado!
- Pues no, en eso te equivocas!
- Demuéstralo!
- Cómo?
- Ya sabes!
- A ver, mira… así!
- Oh! – exclamo cuando Fernando acerca sus manos a mis braguitas.
- Pero tienes las bragas empapadas!
- Es por el calor!
- Si te resbala el flujo por los muslos!
- Estás muy excitada!
- Pues sí, no puedo negarlo! Me encanta que me chupen los pechos – intento taparme pero mi cuñado me aparta la mano.
- Eso tiene una buena solución! – dice Goyo arrodillándose y bajándome las braguitas hasta los tobillos. – Estás muy mojada! A ver! Hum, qué delicioso!
Goyo me huele, me lame, me besa, me chupa. Y yo, que muero de deseos, me dejo hacer. Enseguida mi cuñado se arrodilla detrás de mí y también me huele y pasa su lengua por el perineo, abre mis nalgas y me besa y lame el ano. Yo no me resisto a la tentación y en lugar de resistirme, les empujo la cabeza hacia mi sexo y culo y ellos se relamen ante mis jugos, mi aroma y mi sabor. Me dicen cosas bonitas y otras algo atrevidas, mientras me lamen, chupan y besan el clítoris y el ano, e introducen sus lenguas en mi vagina. Empiezo a correrme incontables veces y de tanta excitación les baño con chorros de un líquido abundante que ni yo sabía que tenía. Después de un cuarto de hora de orgasmos sobre sus cabezas, ellos piden su turno, como es normal.
- Primita, ahora es tu turno de hacernos disfrutar a nosotros.
- No puedes negarte, tú también has disfrutado de verdad!
- Y además, como buena mamadora, también gozarás con nuestra polla. ¡Venga!
- La verdad es que lo deseo, sí! – no me puedo creer lo que digo. – Os las quiero chupar, se ven muy grandes y apetitosas, venga, folladme la boca!
Goyo se levanta y yo, desnuda y solo con las braguitas en los tobillos, me pongo en cuclillas deseosa de disfrutar con su miembro, que beso, lamo y trago hasta el fondo de mi garganta, me atraganto un poco y saco y comienzo a chupar. Mientras Fernando se ubica detrás de mí y me besa el cuello, la espalda, me huele las axilas y las lame, me besa las nalgas, los muslos, lame el flujo y el líquido que empapan mi sexo… aunqueMe siento un poco sucia, no puedo negar que me agrada estar con estos dos hombres tan afectuosos. Tras un rato de practicar sexo oral con Goyo, Fernando solicita su turno y es él quien me penetra la boca con ansias. En ese momento, el esposo de mi prima agarra mis senos y los chupa con entusiasmo, al tiempo que yo chupo el pene del esposo de mi hermana. Cuando la excitación es insoportable, Fernando retira su miembro de mi boca y arroja su semen en mi rostro, empapando mis labios, mi nariz, mi ojo derecho, mi mejilla izquierda y hasta un poco en mi cabello. Acto seguido, Goyo, sin mostrar asco por tener los labios humedecidos con el semen de mi cuñado, introduce su pene en mi boca y yo lo succiono con ansias deseando recibir también su eyaculación, y efectivamente, de repente gime, apunta su miembro hacia mi cara y me lanza todo su esperma, mezclándola con la del otro hombre.
- ¡Descubre lo delicioso que es, hermanita! Lame el semen que cubre tu rostro y trágatelo todo.
- No, no, me da vergüenza! Y siento un poco de reticencia.
- ¡Pruébalo, verás que te gusta!
- Mmm, sí, es sabroso, la verdad! Mmm!
- ¡Todo, todo, primita! ¡Es para ti!
- Te has portado excelentemente, muy bien!
- ¡Qué atractiva estás!
- ¡Y qué ardiente estás!
- ¡Pedro tiene mucha suerte de casarse con una mujer tan hermosa!
- ¡Oh, gracias, son muy amables!
- Aunque ya sea un cornudo antes de casarse!
- Sí, pobrecito, jaja!
- Ay, no digan eso. Bueno, ya está, olvidémonos de esto. Nunca debe enterarse nadie. No, pero ¿qué haces!? ¡Fernando! ¡No, una foto, no! Pero por favor, así desvestida, y tan mojada! ¡Y con los senos tan enrojecidos! ¡Y con su semen en mi cara! En serio, me parece muy mal!
- ¡No te enojes, hermanita! ¡Es solo para recordar la noche anterior a tu boda!
- ¡No, no, bórrala! ¡Para, deja de tomar fotos! – me enojo y no sé cómo cubrirme.
- Solo le enviaré una copia a Goyo y ya está, no te preocupes. Vamos, no te enojes!
- Sí, ya está, tendremos un buen recuerdo de este día. Vamos, ya nos vamos. ¡Ha sido un placer!
- Sí, un gran placer, hermanita! ¡Eres excelente chupando!
- Ay, por favor, no digas eso!
- Es la verdad, eres una chupadora fantástica, jaja!
- Bueno, debo admitir que me ha encantado!
- Claro, claro, ¡te has venido como una loca!
- ¡Como una chica caliente muy bonita!
Y así ocurrió y así lo conté. No dije cómo me llamo y no lo diré. Pero si lo prefieres, puedes llamarme Astrid, un nombre que siempre me ha gustado. Y muy diferente al mío real.
Si este relato te ha gustado, házmelo saber y tal vez, solo tal vez, me atreveré a contarte lo sucedido en mi noche de bodas. ¡Ahora mismo lo recuerdo y me excita mucho! ¡Incluso a mí me cuesta creerlo! Increíble
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