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El devorador de miembro viril


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Voy a relatarles cómo aprendí a practicar sexo oral y a ingerir falos.

Todo inició cuando vi un video de sexo oral que incluía la técnica de garganta profunda, me intrigó y me pregunté cómo se sentiría hacerlo.

Decidí publicar un anuncio en busca de un hombre maduro que deseara recibir sexo oral, y tras 2 días encontré a José, un caballero atractivo con un pene generoso. Le propuse realizarle una mamada profunda, a lo que él accedió. Comencé estimulando su miembro para que se endureciera y, una vez listo, comencé la felación, intentando llegar tan profundo como pudiera en mi garganta. A pesar de las arcadas, seguí hasta lograrlo. Después de esa primera experiencia, sentí molestias en la mandíbula, pero no desistí.

Más adelante conocí a otro hombre, a quien también le gustaba recibir sexo oral. Este hombre tenía un falo ancho y una punta hermosa. Comenzamos a excitarnos y llegamos al punto en que me penetró la boca, alcanzando mi garganta que ya había entrenado para la garganta profunda. Quedó encantado y terminó eyaculando en mi boca, y sin dudarlo, ingerí cada gota.

Luego, este hombre me presentó a un amigo que también disfrutaba de los placeres orales. Este fue mi mayor desafío, ya que este hombre tenía un pene largo. Quedamos en encontrarnos, y me propuso pagarme para practicar sexo oral las veces que quisiera.

Al ver su miembro, aproximadamente de 23 cm de longitud, me sorprendí, pero me animé. Me desafió a tragarlo por completo, ofreciéndome una recompensa si lo lograba.

Comencé con delicadeza y, tras unos 15 minutos de estimulación, sentí que quería llegar más profundo en mi garganta. Intenté controlar las arcadas mientras trataba de acomodar su pene en mi boca, hasta que de repente, lo introdujo por completo, causándome incomodidad. Me desafió a mantenerlo por unos 10 segundos antes de retirarlo, luego me dijo que se preparara para recibirlo nuevamente.

Al abrir la boca, sentí cómo penetraba de nuevo hasta la garganta, provocándome una sensación abrumadora. Después de unos movimientos, sacó su miembro y comenzó a eyacular. Sentí cada chorro de semen descender por mi garganta. Cuando terminó, me dejó recuperarme y me elogió por mi capacidad, llamándome un auténtico devorador de miembros viriles. Me pagó y acordamos futuras sesiones de garganta profunda, marcando así el comienzo de mi apodo.

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