Empiezo contando que tengo 48 años y mi hijo, de 24, es mi hijo menor al cual siempre he cuidado con más atención que a los demás; tal vez por eso sentía el deseo de que me tomara con tanta fuerza que me partiera en dos.
Todo comenzó en el año 2020, durante la pandemia. Él estaba estudiando en la universidad, y como soy ama de casa, él se convirtió en el hombre de la casa mientras su padre estaba fuera trabajando en el hospital. En broma, solía decirle "¿cuándo me presentas a tu novia, hijo?", pero él evitaba el tema.
Pensé que tal vez le gustaban las personas del mismo sexo, así que le propuse que conociera a una "amiga" mía, con la idea de que tener relaciones con una mujer experimentada sería beneficioso para él. Contacté entonces a mi hermana de 37 años y le sugerí que tuviera una cita con un joven amigo; mi hijo sería ese joven. Ambos aceptaron sin saberlo, y los cité en un bar clandestino muy conocido en la capital, perfecto para encuentros secretos.
Mi hijo llegó primero, bien vestido y dispuesto a lo que sea, con algunas copas de cerveza encima.
Al vernos, preguntó:
“¿Qué hacen aquí?"
Al unísono, respondimos con mente abierta:
"Para tener una cita caliente"
Entonces, le revelé la verdad: "Quiero hacer un trío".
Eufórico, mi hijo exclamó:
¡No puedo, son mi mamá y mi tía!
A lo que mi hermana respondió: "Pues no nos iremos solas de regreso a casa. Hoy vamos a tener relaciones"
Ya había sorprendido a mi hijo masturbándose en la sala varias veces, a plena luz y sin temor a ser descubierto. Parecía disfrutar que lo encontrara en plena faena.
Lo veía hacerlo algunas noches mientras dormía, y a veces me despertaba para tomar mi medicina. En esas ocasiones, bajaba a la sala y veía su gran miembro. Le susurré a mi hermana al oído: "Vamos a hacer un trío con José" (mi hijo, con un miembro de proporciones gigantescas; no lo he medido, pero calculo que tiene unos 22 cm de carne), casi 6 cm más que su padre. Estábamos dispuestas a llevar a cabo esta empresa por el bien de mi hijo y de su miembro, ya que llevaba días sin actividad sexual.
Nos sentamos en la barra y pedimos una botella de Cacique (el licor más famoso de Costa Rica). En un momento dado, me retiré al baño y, al regresar, vi a mi hijo besando a su tía y tocando su enorme y perfecto trasero, deslizando sus manos por debajo del vestido. Al vernos, se sobresaltaron y no se volvió a hablar del tema. Ofreció llevarnos a casa en su auto; mi hermana se sentó en el asiento delantero y yo en el trasero. Durante todo el trayecto, pensé en tocarle el miembro a mi hijo mientras mi hermana le hacía sexo oral, ya que creíamos que nos dirigíamos directamente a casa. Para nuestra sorpresa, nos llevó a un hermoso mirador y anunció:
"De acuerdo, ahora ambas serán mis amantes"
Ambas asentimos con la cabeza y comenzamos a quitarnos la ropa hasta quedar en lencería.
Eran alrededor de las 2 de la madrugada y no había nadie alrededor, así que nos posicionamos a cuatro patas sobre el capó del carro. Él empezó a complacerme oralmente, mientras mi hermana, con expresiones sucias, me decía:
"Quiero sentir también esa lengua en mi entrepierna". Luego, mi hijo introdujo sus dedos en mi vagina y solté un pequeño pero efectivo gemido, dirigiéndome a él de manera provocativa:
"¿Qué esperas para penetrarnos?".
Temiendo, respondió:
"Primero quiero que ambas me hagan sexo oral".
Pensamos que eso sería todo, pero nos equivocamos.
Nos penetró tan intensamente que quedamos adoloridas por un momento, pero fue delicioso...
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