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Mar Sensual: Absolutamente desconocida (tercera y última parte)


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Con los últimos suspiros de su miembro liberando fluidos cálidos y con los últimos golpes, Arturo se retiró a descansar en el sillón, yo permanecí apoyada en el marco de la ventana observando la vida pasar, recuperándome de las intensas embestidas de mi amante en ese momento, tambaleante por la excitación y por las bebidas alcohólicas consumidas hasta entonces.

Todavía estaba ardiente, deseaba más actividad, me sentía diferente, ansiosa, este joven provocó que mi apetito sexual estuviera al máximo. Me contemplé en el espejo y con mi atuendo sensual desordenado, mis senos al descubierto todos amoratados y despeinada me veía como una mujer recién poseída, deseando más sexo y esperando su retribución. Comencé a sentir los fluidos cálidos resbalar por mi entrepierna, manchando mi tanga y mis medias, cuidando la compostura fui al baño a limpiarme. Me arreglé de nuevo y salí caminando de forma seductora hacia la habitación.

Me dirigí a servir otro tequila, lo tomé de un sorbo y bebí una cerveza. Eran cerca de la una, una y media de la madrugada. Se escuchaba que la fiesta en el hotel estaba en pleno apogeo, se percibían gemidos, gritos, alaridos de mujeres de las otras habitaciones, imaginaba lo bien que lo estarían pasando y que seguramente me desearían igual. Regresé donde se encontraba sentado Arturo con su miembro aún erecto, le entregué su tequila y él lo bebió de un trago. Al verme, expresó:

- ¡Qué provocativa te ves señora! Realmente luces muy atractiva, muy sensual, digna de ser admirada.

- Jaja, no exageres.

- En serio, pareces una mujer muy sensual, provocativa, lujuriosa, las demás ahí afuera se pondrían celosas, por lo bien que te ves, como una mujer muy sexy. Seguramente tu esposo te muestra así, muy atrevida, eso debe causar envidia.

- Si a él le gusta que me vista así, me complace hacerlo, al igual que contigo ahora. Mientras le decía esto, comencé a estimular su miembro. ¿Y tú, cómo me presentarías?

- Te llevaría a un club nocturno vestida de esa manera, caminaría contigo por la calle, no sé... Entonces me dijo: sal al pasillo y camina desde el ascensor hasta la habitación, mientras te grabo, ¿de acuerdo?

- Jaja... ¿ahora mismo?

- ¡Sí, y ojalá alguien te vea llegar!

- De acuerdo, déjame arreglarme un poco más, ¿pero me grabas con mi móvil, verdad?

Abrí la blusa para que se vieran mis senos marcados y subí un poco la falda. Salí al pasillo, miré a ambos lados, pero no había nadie. Debían ser unos cien metros hasta el ascensor, caminaba de forma inestable. Al llegar al ascensor, este se abrió sorpresivamente, salió un mesero de aspecto tosco (gordo, moreno, poco atractivo) llevando una bandeja con copas, se disponía a hacer un servicio.

Al verme, me saludó con un buen anochecer y me miró de arriba abajo de manera lasciva, observó mis senos amoratados y bajó la mirada hacia mis piernas; parecía querer devorarme. Correspondí al saludo y continué caminando por el otro extremo del pasillo como si estuviera buscando una habitación. El mesero se alejó en dirección contraria, esperé un momento y escuché una puerta cerrarse. Regresé sobre mis pasos por el pasillo, pero me topé con una pareja, él me miró de forma sucia y ella con celos.

Los saludé y seguí mi camino, el mesero regresó y me preguntó por qué habitación buscaba; le indiqué el número y me indicó que estaba al final a la izquierda; le agradecí y proseguí. Observé cómo Arturo, semioculto, me grababa, no solo con mi móvil, sino también con el suyo. Regresé y entré a la habitación, emocionado me dijo:

- ¡Qué atractiva te viste, qué excitante te encontraron, en verdad que sensual!

- ¿Te gustó, te gustó cómo me vieron?

- Sí, me resultó excitante.

- Lo besé en busca de su lengua en señal de sometimiento, así que sigue excitándote conmigo, ¿no?

- ¡Por supuesto, estás muy atractiva señora, me gusta!

- que sea muy golosa.

- Celebremos, brindemos. Bebí de un solo trago mi copa, estaba bastante ebria, pero al mismo tiempo me sentía excitada, muy fogosa. Deseaba más carne.

- ¿Anhelas más carne?, ¿deseas que te la introduzca otra vez?

- Sí, caballerito, métemela de nuevo, dame más carne, hazme gemir como a esas damas que se oyen, dame con fuerza, ¡sí!...

- Ponte en posición, en la cama, te la voy a introducir así.

- ¡Sí, así me gusta, a cuatro patas, dame con todo! Se acercó, me levantó la falda y acomodó su miembro en la entrada de mi vagina y me penetró de un solo golpe. ¡Oh, qué delicioso, ya me has colmado por completo, sí, dame así, oh, qué fálica y deliciosa tienes, ayyyy…

- ¿Te gusta que te introduzcan así, golosa, te agrada de esa forma? Como perra en celo meneando las nalgas, ¿verdad? qué ricas nalgas tienes.

- ¡Ayyyy, sí, sí, devóralas todas, muévete rápido, dame nalgadas, introdúcela toda, fuerte, qué fálica tan deliciosa, ayyyy, dame, ayyyy, sí… dame nalgadas.

- Plaf, plaf, plaf, ¿así deseas, así? Plaf, plaf, ¡Qué trasero posees! Delicioso.

- ¡Ahhgg, así, así, con tu miembro delicioso, ayyyy qué delicioso, sí, así, deleite puro!

Con ardor me embestía, me penetraba por completo arrancándome gemidos intensos de goce, grito de éxtasis. Me azotaba mientras me penetraba, me azotaba con lujuria. En eso estaba cuando sonó mi teléfono móvil, era mi esposo. Le pedí a Arturo que me lo alcanzara y esperara unos momentos mientras respondía. Me lo dio, pero no hizo caso de lo que le había dicho y me penetró de nuevo de una vez, se quedó inmóvil unos instantes con el miembro hasta el fondo y me pidió que hablara mientras me penetraba.

- ¡Hola, sí, ¿dónde estás? ¿Todavía no has llegado a casa? ¡Oh! con tus amigos, ¡ahhg, sí, yo también, ajá, sí, la estoy pasando muy bien, mi vida! ¡Oh, con mis amistades, ahh, es que estoy bailando, ahh, pero en el baño, es que me corre mucha agua, estoy esperando. Suena que estás ebrio, oh, con tus amigos, sí, yo también me tomé unos tragos, pero todo está bien, Oh, es que me urge y hay fila, sí, ahhgg, hummm, sí, mi vida, ahh, ya casi me toca, sí, unos tragos, sí, seguramente me quedaré un rato más, ajá, es que me urge mucho cariño, sí, ahh, ya casi entro.

En eso sentí que Arturo ubicaba su miembro en la entrada de mi ano, no, no, por ahí no, es que se quería abrir paso, ahhgg, sí, te voy a colgar cariño, ahh, sí, nos vemos después, ahh, te quiero mucho, ahh, sí, bye, besos, y colgué. No por ahí, no me lo introduzcas, sácalo, sácalo, ayy, no, lo tienes demasiado grande… ayyy, me duele, no, y en vez de sacarlo empujó y me introdujo la mitad de su miembro, haciéndome gritar de dolor. ¡Ayyy, tío, ayy, no me lastimes con tu falo, ayy, sácalo, te lo suplico, ahgg, hummm, no, no lo introduzcas más, ayyy, por favor, por el ano, no, no, ayy, sácalo, sácalo, no más…

A pesar de mis súplicas y sin sacar su miembro, Arturo se movía suavemente pero con firmeza, sentía cómo horadaba mis entrañas con su miembro. Mi ano, sin dilatarse, lo apretaba, sintiendo dolor al moverse. Con deseo y lujuria, me azotaba, me azotaba con azotes que resonaban por todo el cuarto, acompañando mis gemidos y gritos de dolor. Sin compasión, empujó con fuerza y terminó de introducir por completo su miembro en mi ano, arrancándome un grito intenso.

- ¡Ayyy, tío, me lo has introducido por completo, ayy, qué miembro posees, ahh, qué grande lo tienes, ayy, me duele mucho, ahhgg, no lo muevas, ayy, qué falo tienes, hummm, me estás destrozando el ano, muévelo despacio, por favor, ahh, despacio, no, despacio, ayy, con deseo Arturo se movía más rápido, sin prestar atención a mis ruegos.

- Ya te lo introduje todo, ahora disfrútalo, ahh, plaf, plaf, plaf, qué culito tienes, qué nalgas tan sabrosas tienes, señora golosa, ya lo tiene todo adentro, ahora relájate y disfruta, mueve las caderas.

Delicioso, muévelas con entusiasmo plaf, plaf, plaf…

- Ahhh la tienes muy grande cabroncito, ayyy muévela sensualmente, aunque me duela, ya me la introdujiste toda, aprovéchate porque para eso soy tu amante ¿verdad? Para eso me trajiste aquí, para hacer el amor con la mujer casada que busca experiencias gratificantes como las tuyas, ayyy así hummm dame con fuerza, por detrás, por detrás ahhgg, así seee me encanta, me duele pero me gusta ayyy, dame, dame así, así derrochado, ahhgg qué pene, qué pene tan delicioso tienes seee así…

Por unos cinco minutos me estuvo penetrando sin piedad, mi retaguardia se había dilatado y aunque me molestaba lo estaba disfrutando. Le pedía que aumentara la velocidad, me azotaba, me decía palabras subidas de tono, mis gemidos resonaban en la habitación y supongo que en las demás, me estaba grabando, me tenía a su merced. De repente aceleró sus movimientos y tirando de mi cabello me la introdujo hasta el fondo, gimiendo me dejó ir sus fluidos por tercera vez.

- Ahhh ahí van, ahí van mis fluidos amante, ahhh te los lanzo todos en tu retaguardia zorra, ahhh todos en el culo…

- Sí échalos todos, ayyy qué agradables se sienten, ardientes, exquisitos ahhh, en mi trasero, eres un astuto, eres un astuto, ayyy qué exquisito pene, qué exquisito, ahhh…

Arturo retiró su pene de mi trasero, yo temblaba de las piernas y con la retaguardia adolorida. Con su pene totalmente dentro de él, me hizo llegar al clímax. Recuperando el aliento, me vi en los espejos y parecía una mujer seductora con la indumentaria y la lencería que llevaba puesta, me veía muy atractiva. La eyaculación comenzó a escurrirme por las piernas, por lo que fui al baño a asearme, me limpié y estaba a punto de quitarme esa ropa, pero al verme Arturo me dijo que no, que así me fuera vestida, le dije que estaba un poco loco…

- Así vete, realmente te ves muy atractiva.

- ¿De verdad crees? Si llego así a mi casa me van a preguntar qué pasa.

- Te acompaño a tu casa, vamos en el mismo Uber, te dejo y luego sigo a mi casa.

- Pero si está mi esposo, nooo…

- Anímate a ver qué le puedes decir. Me gustaría que te vieran así vestida, ¿sí?

- La excitación en la que me encontraba y con el juicio nublado me hizo responderle: híjole, está bien.

Eran pasadas las tres de la madrugada, terminamos de arreglarnos y salimos del cuarto. En el pasillo nos encontramos con unas personas charlando y me miraron con deseo. Descendimos en el elevador y pasamos por el vestíbulo donde había más gente. En la entrada del hotel, Arturo sacó su teléfono y pidió un Uber, se alejó un poco de mí para tener una mejor señal. Las personas que ingresaban al hotel me miraban fijamente y un coche se detuvo frente a mí. El conductor bajó su ventana y con un gesto me preguntó cuánto cobraba. Me estaban confundiendo con una trabajadora sexual, eso terminó por excitarme al máximo, creían que era una mujer de la vida galante. Decidí seguir el juego y me acerqué al coche, me incliné y pregunté qué necesitaba.

- Hola, ¿qué necesitas?

- ¿Cuánto cobras por tus servicios?

- Se me ocurrió decir una cantidad: Quinientos pesos.

- Mmmm suena interesante. ¿Y es por todo el servicio?

- Incierta le dije que sí.

- Ok, sube,

- Pero, es que ya tengo un compromiso laboral.

- Aaah y ¿a qué hora estarás disponible?

- En aproximadamente una hora.

- Bien, regreso hermosa.

- Está bien.

En ese momento regresaba Arturo y me informó que en tres minutos llegaría el Uber. Me comentó si me había molestado que me confundieran con una mujer de la noche, le dije que no.

- ¿No te incomodó?

- No, me excitó.

- ¿Hubieras querido irte con el del coche?

- Mmm tal vez, aunque el individuo parecía desagradable.

- Podrías haberlo hecho.

- Sí, es cierto. Regresa en una hora, jajaja…

- Pues espera entonces

- No, ya es tarde, vámonos.

En ese instante llegó el Uber y nos dirigimos a casa. Durante el trayecto, Arturo puso mi mano sobre su miembro y sorprendentemente lo tenía erecto. Lo estuve acariciando durante todo el trayecto. Al llegar a casa, me despedí de él con un beso y entré en el edificio. Llegué al departamento y mi esposo aún no había llegado. ¡Por poco me salvo de una buena!

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