Otra celebración más en la parroquia. En ese lugar estaba el sacerdote danzando con los demás, los asistentes formando un cÃrculo con panderetas y las mujeres moviéndose en una fila que se desplazaba dentro y fuera de la rueda. Los espectadores aplaudiendo y entonando cánticos en coro. Tengo que reconocer que, dejando de lado lo espiritual, sonaba muy agradable y la danza era armoniosa también. Yo participaba entusiasta, aplaudiendo y animando a todos, y la fila pasaba junto a las mesas alrededor de la pista de baile. En ese momento me invitaron a unirme y me animé a incorporarme a la fila.
Después de que terminamos, algunos jóvenes permanecieron en el centro de la pista bailando y riendo. Era inevitable notar a los padres orgullosos de sus hijos, de sus hijos bien educados. Cuando me aproximaba a las mesas para charlar con ellos, siempre me comentaban sobre la generosidad o altruismo de sus hijos, las obras benéficas a las que habÃan asistido, sus excelentes calificaciones, las relaciones amorosas igualmente correctas que tenÃan. Eso me molestaba. Quizás porque no habÃa podido tener hijos, o mi esposo, del cual nunca sabremos nada.
Nuestra religión siempre ha sido de esa manera, al igual que todas, conservadora. Centrada en el servicio a los seres humanos. A mà no me incomoda, prefiero ocuparme del hogar y tener todo en orden en lugar de salir a trabajar, incluso en algo que me guste. Lo que considero erróneo es acabar con un hombre borracho, irresponsable o violento. Lástima por las mujeres que tienen que soportar eso.
En particular, la nueva familia "Muy humildes" asà los apodé. Esta familia se unió recientemente a nuestra comunidad. Antes pertenecÃan a otra iglesia. Se marcharon porque no permitÃan que las mujeres vistieran de manera más convencional, con pantalones y blusas. Yo comprendÃa la razón. Tanto la mujer, Casandra, como su hija Jimena tenÃan bustos prominentes. Aun estando vestidas, se notarÃa su tamaño. En ese festejo, Casandra llevaba un discreto escote que mostraba ligeramente el comienzo de sus senos blancos. La joven o más bien mujer, que rondaba los 22 años, lucÃa una blusa que cubrÃa todo adecuadamente, pero aún asà se notaba la prominencia de su busto. MartÃn, un ingeniero y según se dice un buen esposo y bailarÃn. Su otro hijo era guapo, no se parecÃa en nada a MartÃn. Los rasgos de su hijo Ocra eran más finos y delicados, otorgándole un rostro más masculino; con pómulos ligeramente resaltados, mandÃbula cuadrada y una nariz pequeña, con cejas pobladas, moreno y más alto que su padre. En cambio, MartÃn tenÃa una apariencia más tosca, con facciones más bastas, además de ser un hombre corpulento, aunque amigable. Quién sabe, tal vez en su juventud era más atractivo.
Luego surgió una nueva familia y yo me quedé observando a otra. Los llamé "los Sumisos". Siempre accedÃan a las propuestas que se sometÃan a votación en las reuniones, nunca discrepaban, siempre obedecÃan, en pocas palabras, los más dóciles. Conversé bastante con la esposa, quien me confesó tener miedo de que su hijo fuera homosexual, y sus ojos destellaron de furia intentando ocultarlo. También mencionó que últimamente cerraba la puerta con llave cuando un amigo, que no pertenecÃa a la iglesia, lo visitaba, y que solo escuchaba susurros y risas provenientes de la habitación. Su hijo lo negaba todo. Por su comportamiento, en realidad no parecÃa ser cierto, le dije; fÃjate cómo baila con las chicas, todas lo conocen, además ellas no le son indiferentes. Ella observó con más atención y pareció calmarse un poco.
— Observa cómo MartÃn y Casandra se han integrado tan bien a la iglesia. Conocen todos los bailes y juegos —comenté.
— SÃ, es lo que veo. Es algo extraño que los hijos también lo hagan, ¿no te parece?
— SÃ, un poco, pero bueno, ya tienen veintitantos, no es tan sorprendente —se sumió en sus pensamientos— yo también aprendà rápido, mis padres me obligaron, decÃan que asà las familias me verÃan con buenos ojos.
— Yo también, pero no me gusta bailar, me da vergüenza —en realidad sentÃa que hacÃa el ridÃculo— … Mira, mira, no sabÃa que su hijo podÃa bailar de esa manera, jajaja, qué ritmo tiene
— Pobre Carlos,
sentirá mal si le arrebatan la posición jaja
— Carlos es extremadamente competitivo, el año pasado perdió en baloncesto y este año prefirió abstenerse de participar
— Tiene poca determinación, mientras que Ocra, por otro lado, muestra su dominio sutilmente sobre Carlos, quien solo puede seguirle. ¡Ah! También observa a tu hijo, muy astuto, aprovechando para coquetear con esa chica —solo estaban bailando, pero querÃa animarla.
— No deberÃas decir esas cosas, Cindy, podrÃan escucharte; solo buscan ser amigos
— Sabemos que las relaciones a menudo comienzan a esta edad. No serÃa sorprendente si surgiera algo aquÃ.
Permanecà seria al notar cómo Ocra bajaba su mano más de lo habitual por la cintura de las chicas o rozaba sutilmente sus senos con sus brazos robustos. Era evidente si uno prestaba suficiente atención cuando interactuaba con su hermana. Me pareció curioso pero más allá de eso, me resultó excitante. Es como cuando estamos en la iglesia y veo al padre; no porque sea atractivo, sino porque imagino que no lleva nada debajo de la sotana y que su miembro cuelga grande y grueso. Últimamente tengo pensamientos de ese tipo con frecuencia. O aquella vez que vi a un par de jóvenes; ella arrodillada y yo observando al joven de espaldas, temà lo peor. Pero resulta que solo le estaba amarrando los cordones. Al notar que el chico era más joven y ella mayor, todo cobró sentido. Sin embargo, en ese instante mi corazón dio un vuelco.
Despedimos al pastor, a mi esposo y a mÃ. Recogimos nuestras cosas y nos retiramos a casa. Al llegar, nos sentamos en el sofá y comenzamos a chismorrear. Comentamos sobre cómo estaban vestidos, qué gestos hacÃan, si alguien habÃa pecado o hablado mal de otros. Esas cosas.
— Me agrada Martin, es un hombre muy generoso. Hoy expresó su deseo de agradecer por la cálida bienvenida que su familia recibió y propuso ofrecer la comida para la próxima celebración.
— Es un gesto noble, ¿aunque sea mucho?
— Bueno, Cindy, para él no hay medida en aspectos como ese; además, su esposa es muy elegante, se dirige con gran distinción. Ni hablar de sus hijos. Hace dos dÃas me sorprendió su hijo Ocram, que se sabÃa de memoria numerosos pasajes. No falló en ninguno. JurarÃa que ese joven conoce todo el libro de memoria. Y su forma de expresarse es excelente. Su hija también es persuasiva y noble. Lo noté cuando el grupo dudaba en viajar tan lejos para brindar ayuda. Ella pronunció un breve discurso sobre la dificultad del amor, el matrimonio y el camino a recorrer, insinuando que si no podÃan enfrentar ese viaje, ¿cómo podrÃan prepararse para otros desafÃos?
— Utilizó la culpa, funcionó como era de esperarse
— Claro, pero son pocos los jóvenes que se expresan de esa manera, y menos aún si son nuevos en ello. Esos dos jóvenes están muy bien educados.
— ¿No crees que podrÃan representar algún peligro?
— No estoy segura. Se han portado de manera impecable. Incluso su esposa se ofreció a organizar y encargarse del próximo evento. Siempre viene bien contar con un par de manos extra.
— Pues aquà tienes una
Comencé a acariciarle la entrepierna y percibà su reacción. Su miembro empezó a endurecerse. Bajé su cierre y él se desabrochó los pantalones. Su pene saltó. Empecé a estimularlo con mis dedos y él inclinó la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados. Exhalaba levemente.
— ¿Te gustó ver cómo a Casandra le asomaban los pechos? —Él asintió —Se movÃan de forma hipnótica cuando bailaba, casi se transparentaban los pezones. Y qué decir de las piernas de la mamá de Carlos, qué muslos tiene esa mujer...
GemÃa, siempre disfrutaba escuchar palabras subidas de tono y que aumentara la intensidad. Fantaseaba con otras mujeres. DecÃa que de esa manera purgaba todos sus pensamientos para evitar problemas. Levanté mi vestido y me monté en él. SentÃa su entrada en mi vagina, apenas penetrando mis labios húmedos. Lo besaba y me movÃa ligeramente, lo justo para que no se saliera. Después de unos minutos, llegó al clÃmax. Yo estaba empapada. Me levanté y le sonreÃ. Él me mandó a limpiarme de inmediato, diciéndome que no podÃa andar asÃ. Se levantó, se fue a limpiar y a rezar pidiendo perdón por ambos. Yo no me limpié, me pasé la noche pensando.
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