Obsequio inesperado a mi madura amante


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Esta fantasía está inspirada en los anhelos que me provocan tener un encuentro íntimo con una mujer mayor que yo, al pensarlo siento un gran deseo de entregarme por completo, disfrutar y, sobre todo, aprender.

Hace poco me invitaron a la celebración del quincuagésimo cumpleaños de un viejo amigo. La fiesta se llevaría a cabo en una hermosa finca con hospedaje incluido, donde pasaríamos todo un fin de semana un grupo de amigos, colegas y familiares del homenajeado que habíamos sido convocados.

Después de pasar el día disfrutando de la fiesta, tuve la oportunidad de conocer y saludar a muchos de los presentes, y a medida que avanzaba el tiempo íbamos estrechando lazos en el grupo, forjando amistades y disfrutando de la celebración de forma cada vez más animada.

Aunque al inicio mantuvimos las formalidades, poco a poco fuimos liberándonos y entablando conversaciones más cercanas, amigables y desinhibidas.

Mi situación de soltería me hacía estar especialmente pendiente de las interacciones con mujeres y a lo largo del día hubo un par de damas que captaron mi interés, pero todo quedó en risas, miradas y un poco de coqueteo sin mayores consecuencias.

Al llegar la noche y distribuirnos por las habitaciones, el grupo se fue dispersando, pero la atmósfera festiva seguía muy viva.

Me había sentido particularmente atraído por ti, por tu atractivo como mujer madura. Deduje que tenías más años que yo, alrededor de unos cincuenta y cinco. Tu silueta no era especialmente delgada, pero lucías unos senos enormes y una sonrisa radiante y alegre, algo que para mí resultaba triplemente seductor y atractivo.

Cuando te vi dirigirte hacia las habitaciones, supe que mi interés por seguir bebiendo alcohol se desvanecía y que ahora mi atención debía centrarse en otro lugar, justo tras tus pasos.

Mientras buscábamos nuestras habitaciones, decidí entrar intencionadamente en la tuya con el pretexto de compararla con la mía. Nos despedimos con un coqueto cruce de miradas y con dos besos tan expresivos como intensos. Ambos queríamos dejar claras nuestras intenciones y mantener abiertas todas las opciones. El recuerdo de nuestra conversación, en la que me habías confesado que tu esposo no atendía tus deseos sexuales, había avivado mis intenciones.

Llegué a mi habitación, me cambié de ropa y, reuniendo el coraje necesario, me dirigí hacia tu habitación. Habían pasado apenas cinco minutos, pero al abrir la puerta te vi aparentemente dormida, reposando tranquilamente en la cama.

Con alegría, noté que el calor reinante te había llevado a dormir solo con tu ropa interior, mi vista se deleitó ante esa encantadora imagen y decidí acercarme hasta tu cama, hasta ti.

Al situarme a tu lado, percibí tu respiración profunda y relajada. Te observé en silencio, recorrí tu cuerpo desnudo con la mirada y me detuve en tus hermosos senos, en tus pezones y en tus bragas que dejaban entrever un frondoso vello púbico debajo de ellas.

Gracias a tus confesiones previas, tenía muy claro qué esperabas de mí al llegar a tu habitación, y deseaba ofrecerte esa noche lo que no recibías en tus habituales encuentros matrimoniales. Y sin duda, quiero que sea algo hermoso y placentero para ti...

Me acerco a tus senos con mis labios, los deslizo suavemente sobre tu delicada piel. Te recorro con besos y lamidas entre un pecho y otro, disfruto de su textura con mis labios y lengua. Percibes mi calor y la humedad de mi saliva. Tu piel comienza a erizarse...

Mi movimiento en círculos alrededor de tus pechos es suave y cálido. Estimulo tus pezones y se endurecen y enrojecen cada vez más.

mi boca. Tú estás tranquila, permitiendo que mi boca te deleite. Tus suaves gemidos muestran una creciente excitación.

Esta tarde lo imaginé y ahora lo estoy haciendo... quería probar tus pechos, deseaba acariciar tus senos, ansiaba con todas mis fuerzas lamerte y experimentar el sabor de tu piel desnuda. Y tú lo sabías.... y lo ansiabas tanto como yo. De hecho, empapaste tus prendas al pensarlo...

Un poco más abajo, mi mano empieza a deslizarse sobre tus piernas, acaricio su parte superior y realizo suaves movimientos sobre tu vientre y tu zona más íntima. Al pasar sobre tu entrepierna, siento el calor que emana de ella.

Abriste un poco tus piernas en señal de aprobación y permitiste que mis dedos exploraran con curiosidad esa parte tan deliciosa y húmeda. Percibo el cálido calor que emana de tu sexo. Subo deslizando y siento el atractivo tacto de tu vello púbico excitando mi avance.

Te acaricio los senos y también te beso los labios. Decido subir con mi boca hasta la tuya y te beso apasionadamente. Compartimos saliva al entrelazar nuestras lenguas calientes.

Tu excitación aumenta junto a la mía. Por favor, bésame de esa manera tan magnífica, me encanta cómo besas con pasión.

Traviesamente, mi mano sube para acariciar tus senos, completamente entregada al deseo de sentirte más y por completo. Eres pura atracción para mis sentidos. Sin más, vuelvo a bajar con mis manos, esta vez atreviéndome a penetrar bajo tus prendas de manera descarada.

Al entrar bajo tus braguitas, siento con toda intensidad la fuerza del deseo que emana de tu sexo. Mis dedos se abren camino entre tu vello púbico, llegan a tus labios vaginales y los acarician y estimulan por fuera. Se impregnan de tus primeros jugos húmedos. Acaricio tu vulva generosamente, con suavidad y placer. Me llenas de tus fluidos varios dedos. Estás muy excitada. Te toco a gusto...

Sigo besándote y acariciando tus senos mientras mis dedos exploran sin tapujos toda tu entrepierna, que, empapada, moja mis dedos, tus prendas y enciende mis ansias por ti.

Decido incorporarme un poco para situarme más abajo, permanezco de pie junto a tu cama. Tomo tus braguitas por el borde elástico y empiezo a bajarlas. Mueves tus piernas para ayudarme en esta tarea y quedas completamente desnuda y expuesta.

Acerco mi rostro a tu oído para comunicarte verbalmente lo que va a suceder:

- ¡Voy a degustar tu sexo mami! Voy a saborear tu húmeda vulva...

Te excitan mis palabras y notas que, al quitarme la ropa interior, subo a la cama contigo y me deslizo a lo largo de tu cuerpo, descendiendo desde tu cabeza, pasando por tu pecho y llegando a tu sexo, quedando nuestros cuerpos en un excitante 69.

Me posiciono entre tus piernas, comienzo a lamer suavemente tu entrepierna de una forma deliciosa. Está muy lubricada, te pruebo y tu sabor llena de sensaciones mi excitación.

Estás empapada de jugos y, con mi lengua, recojo todo para mi boca.

Utilizo mis dedos para separar tus labios y adentrar más mi lengua. Tu carnoso sexo tiene un sabor exquisito. Lo succiono y lamo sin descanso. Mueves tus caderas complacida. Tienes una vulva preciosa. Me encanta complacerte de esta manera cielo.

Mi miembro queda a la altura de tu rostro. Siento cómo tus manos empiezan a explorarlo. Lo recorres y aprietas. Comienzas a estimularlo suavemente. Juegas con mi pene y también con mis testículos. Te detienes un momento.

Mientras una de tus manos aprieta mi falo, tu lengua empieza a recorrer mis testículos, que se muestran grandes y depilados para ser succionados. Con gusto, deslizas tu lengua y presionas con tus labios mis testículos, humedeciéndolos con tu saliva mientras mueves con ardor mi erecto miembro, provocando mi placer.

Mi lengua se detiene en tu clítoris. Lo froto y lamo por completo. Estimulo esa zona.

Toda tu vulva tiene un sabor delicioso. Los fluidos que segregas son pura tentación para mis deseos más carnales. En ese instante, también...

Adoro estimular tu región anal. Me encuentro muy excitado y anhelo brindarte mayor placer.

Percibo cómo tu boca ya acoge mi erección firme. Comienzas a introducirla en ti. Tu boca la acaricia y lame con destreza. Me fascina la forma en que me la succionas. Mis rodillas sobre la cama permiten elevar mi cadera y así tienes más espacio para mover tu cabeza al darme sexo oral. Tus manos pasan de mi falo a mi trasero y a tus propios senos, que siento presionados contra mi abdomen.

Mi lengua intensifica su movimiento sobre tu vulva. La punta roza vigorosamente tu clítoris. Mis dedos también penetran y salen de tu vagina. Cada vez más flujo acude a la entrada para que mi lengua lo recoja con placer.

Comienzo a mover mi cadera y te practico sexo oral. La punta de mi pene llega a tu garganta de vez en cuando.

Percibo que estás cerca de alcanzar el orgasmo... deseo recibir toda tu eyaculación y abro mi boca para lograrlo. Sujeto firmemente tu trasero con mis manos. Separo tus labios vaginales y recibo todo... ¡sí, qué delicioso! Expulsas varios chorros de líquido cálido y empapas mi boca con ellos.

Al percibir su sabor salobre, comienzo a lamer apasionadamente toda tu vagina jugosa y siento cómo tu boca aprieta mi pene con ansias de que eyacule.

Sí... sííí... ¡oh!

Me corro en tu boca. Eyaculo en tu cavidad con tres grandes chorros de semen cálido que la llenan de sabor. Sigues succionando, aprietas mi miembro y extraes las últimas gotas. Las ingieres con tranquilidad. El sabor del semen en tu boca te trae gratos recuerdos.

Permanecemos tendidos, inmóviles....

Percibo tu aroma y me encanta.

Tienes mi sabor y te embriaga de placer.

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