No es necesario revisar la primera parte, pero es recomendable.
Al dÃa siguiente en la oficina, Sara me esperaba para interrogarme. Dado que trabajábamos juntas y en un lugar relativamente apartado del resto del personal, tuve que contarle todos los detalles de mi encuentro Ãntimo con John. A medida que intentaba resumir y evitar entrar en detalles, ella querÃa más información sobre su miembro, su trasero, cómo me habÃa penetrado en el trasero y la vagina, en resumen, todo. Mientras lo recordaba y lo detallaba, me iba excitando y Sara también, se movÃa inquieta en la silla y se notaba que estaba ansiosa por complacerse.
–Vaya Carmen, eres muy atrevida y yo pensaba que era superior en audacia, pero veo que las dos compartimos la misma pasión.
–Mira Sara, admito que soy apasionada, simplemente que nunca antes habÃa encontrado a alguien como John, una no se libera si su pareja no está a la altura.
–Sin duda, en tu caso, hay que admitir que ese hombre te ha puesto al tanto.
–¿Y tú?, veo que no puedes dejar de moverte y que te has excitado.
–¿Excitada yo? Lo que tengo es un deseo intenso, necesito complacerme ahora mismo.
–Pues yo estoy igual que tú, venga, vamos al baño que ya no aguanto más.
Nunca habÃa estado con otra mujer, salvo algunas experiencias fugaces en la adolescencia con amigas, pero estaba de un ánimo frenético, si Sara estaba excitada, yo no me quedaba atrás y estaba ansiosa por darme placer con su ayuda o sin ella. Asà que las dos nos dirigimos al baño y en cuanto entramos nos metimos en un cubÃculo y empezamos a besarnos apasionadamente.
–Carmen, qué caliente me has puesto ¡qué pervertida!, ven, tócame, hazme sentir placer, ya no aguanto más.
–Vaya zorra que eres Sara, ¡qué mojado lo tienes! Déjame complacerte y te voy a lamer ese coño que tienes.
Sara levantó su falda, se sentó en el inodoro y yo ansiosa me concentré en darle placer mientras ella abrÃa las piernas.
–Mmm, qué zorra eres Sara, mira qué bien depilado lo tienes, cómo chorrea ese coño. Mi experiencia con John te ha puesto al máximo.
–SÃ, zorra, saboréalo, estoy segura de que te gustarÃa que un negro te hiciera lo mismo. ¿Quieres probar mi trasero? Quizás aún quede algo de su semen para que lo pruebes.
–Oh, sÃ, perra, te voy a dar placer con mi lengua en ese culo tan travieso que tienes.
Sara estaba muy excitada, y aprovechando que estaba abierta de piernas y se agarraba los muslos para ofrecerme su vagina y trasero, comencé a explorar cada centÃmetro con mi lengua, penetrando en los agujeros que me ofrecÃa.
–Oh, cerda, lame mi coño, penetra con tu lengua, méteme un dedo en el trasero, sÃ, asÃ, no pares, que me voy a correr, perra.
Su vagina era una fuente de placer, saqué mi lengua de su trasero, introduje dos dedos sin resistencia y comencé a darle placer en su vagina, lista para recibir su corrida en mi boca.
–Oh, perra, me corro, ¡dame más por el trasero!
Ahora era mi turno, Sara habÃa quedado quieta después de un intenso orgasmo, pero ahora me tocaba a mÃ, yo también estaba muy excitada y no podÃa volver al trabajo sin satisfacción. Me puse de rodillas sobre el inodoro, abriéndome las nalgas y la desafié,
–Vamos Sara, es tu turno, enséñame lo que sabes hacer con tu lengua.
–Oh, Carmen, zorra, ¡tienes el coño y el trasero tan abiertos! Se nota que ese tipo te dio bien duro.
–Mira perra, ¿ves cómo tengo el trasero? Asà es como quedas después de una buena penetración anal.
–¡Dios, Carmen, aún lo tienes dilatado, ese tipo debÃa tener un miembro gigante y te dio fuerte por el trasero.
–SÃ, zorra, me dio
agradezco, por favor súcublo, degusta la esencia del hombre de raza negra al instante.
Sara se adhirió como la mujer de mal gusto que es y exploraba con su lengua mi parte trasera mientras yo también lo hacÃa con mi vagina; mientras introducÃa dos o tres dedos, mi zona Ãntima se encontraba empapada. La tenÃa muy húmeda y decidà añadir un dedo más mientras Sara continuaba explorando mis orificios con su lengua.
–¡Aaaah, me estoy corriendo, zorra, me corrooo, fóllame! - Sara introducÃa sus dedos en mi trasero y en mi vagina, sacándolos bien untados de mis fluidos.
Una vez un poco recuperadas, ordenamos el desorden que habÃamos causado; nuestras prendas Ãntimas estaban empapadas y requerÃan un buen lavado. Antes de regresar a nuestros asuntos, ella me dijo:
–Oye Carmen, nunca he estado con un hombre de raza negra y me has excitado mucho. ¿Te importarÃa quedar con John y conmigo para tener un encuentro los tres? Veo que te gusta experimentar y a ti también te interesa, si las habilidades del chico son como las describes, los tres podrÃamos pasarlo de maravilla.
–Pues no es una mala idea, ya sabÃa que eras muy ardiente y que tienes habilidades orales excepcionales, permÃteme llamarlo y quedar, tú podrÃas aparecer por casualidad para que no parezca todo tan planeado.
Llamé a John, quien estuvo encantado de volver a quedar, y acordamos encontrarnos al final del dÃa. Sara y yo acordamos que ella llegarÃa unos minutos más tarde y, como ya nos conocÃamos de nuestro primer encuentro en la cafeterÃa, suponÃamos que todo marcharÃa bien.
Me reunà con él según lo acordado y pedimos un par de bebidas. Pronto, llegó Sara y se unió a nosotros. John se desenvolvÃa cómodamente con las dos, pero nos mencionó que tenÃa un viejo amigo colombiano, con quien se conocÃa desde hacÃa tiempo, y sugirió que podrÃamos quedar los cuatro para no desequilibrar la situación. Ni Sara ni yo estábamos esperando a más personas, pero tampoco querÃamos oponernos, asà que esperamos mientras John llamaba y quedaba con su amigo Fidel.
Cuando Fidel llegó, quedé encantada y, por la expresión de Sara, ella también lo estaba. Era un hombre alto y fornido, al estilo de John, más moreno que negro.
Fidel nos propuso ir a un local caribeño donde se podÃa bailar y, aunque no era nuestro plan original, decidimos ir. Afortunadamente, ese dÃa mi esposo seguÃa de viaje, por lo que no tenÃa que dar explicaciones si llegaba tarde.
Pasamos la noche bebiendo y bailando, Sara y yo alternándonos con los hombres en los bailes, y la bebida nos puso alegres a todos hasta que Sara, impaciente, sugirió continuar la fiesta en su apartamento. Nos dirigimos los cuatro allÃ, pusimos música y seguimos bailando. Comencé a bailar con Fidel y John con Sara, quien de inmediato le ofreció un beso apasionado a John. Igual de sedienta, empecé a besar a Fidel y de unos labios suaves y eróticos pasamos a un beso profundo con intercambio de lenguas. Sus manos acariciaban mis glúteos y sentÃa su miembro viril presionando contra mÃ.
Sara tomó la delantera y se retiró con John a su habitación, sus gemidos indicaban el deseo entre la pareja. Fidel y yo nos quedamos en el sofá, sin más habitaciones disponibles, asà que empezamos a desnudarnos. Cuando se quitó la ropa interior, vi su enorme miembro, si el de John era grande, el de Fidel era monumental, apenas podÃa cerrar la mano alrededor de tanta grosor, empecé a masturbarlo suavemente, acaricié con la otra mano sus testÃculos robustos y traté de introducirlo en mi boca, una tarea casi imposible, opté por lamerlo como si fuera un postre helado.
–Vamos Carmen, chúpamela, prueba poco a poco, verás cómo te entra.
–Qué miembro tan grande tienes, no sé cómo voy a hacer que quepa todo esto.
Fidel y yo escuchábamos los gemidos de Sara y John, sin perder tiempo.
–AsÃ, chúpame, métela en mi vagina.
–Qué delicia, cómo mojas, puta.
Dada la incomodidad del sofá, le sugerà a Fidel que nos unamos a ellos, y allá fuimos; afortunadamente, la cama de Sara era lo suficientemente amplia para tres.
Si no... Sara se encontraba acostada boca arriba con las piernas separadas mientras John, arrodillado al borde de la cama, disfrutaba dando sexo oral. Yo me acosté a su lado, tomé uno de sus grandes pechos y lo estimulé intensamente. Por su parte, Fidel también actuó rápidamente, se arrodilló al otro lado y comenzó a acariciar su miembro por el otro pecho, intentando meterlo en la boca.
– Uuuum, qué están haciendo, pero qué excitante es esto.
– Carmen, zorra, ven y succiona mis pezones, me encanta -respondió Sara.
Me deslicé por su cuerpo y nos colocamos en posición de 69 conmigo encima. Levanté sus piernas y las pasé por detrás de mis brazos, dejándola completamente expuesta, comencé a estimular su zona Ãntima con intensidad, mientras John aprovechaba para ofrecerle sexo oral con Sara al borde de la cama, con el trasero al descubierto.
– Aaaaah, no paren, continúen, chúpenlo todo -gemÃa Sara entre placer y excitación.
– Carmen, qué bien me excitas con tu sexo oral, nos estás volviendo locos -exclamaba John, entregado a la pasión.
– Qué excitante eres, Sara, disfrutas que te hagamos sexo oral -añadÃ, complacida.
– SÃ, sÃ, ¡más fuerte! -rogó Sara, entregada al éxtasis del momento.
Estaba empapada, esa es la palabra exacta, en un instante Sara alcanzó el clÃmax. Nuestras lenguas se entrelazaban en su intimidad, nuestros dedos exploraban cada uno de sus rincones, ella se encontraba en un estado de placer supremo, mientras nosotros recibÃamos y disfrutábamos de su placer como si fuera lo único que importara en el mundo.
– Aaaah, estoy llegando, no aguanto más -anunció Sara, entregada al placer más absoluto.
Afortunadamente, Fidel no se quedaba atrás. Aprovechando que Sara habÃa experimentado un orgasmo intenso y habÃa olvidado satisfacerme oralmente, él se ocupó de preparar mi trasero y zona Ãntima metiendo su robusta lengua, mientras yo me encontraba a cuatro patas sobre Sara. Al darme la vuelta, reciprocé el favor y comencé a brindarle a Fidel el mismo placer que él me habÃa dado, sintiendo como mi boca se adaptaba a su miembro de manera sorprendente. La sorpresa surgió cuando John se unió a la escena, tomó el pene de Fidel y lo introdujo en su boca.
– Mmmm John, qué bien lo haces, extrañaba tu boca, disfrútalo al máximo -exclamó John, entregado al placer compartido.
Observaba con asombro cómo John lograba darle placer a Fidel con su amplia boca. No me habÃa imaginado su inclinación bisexua, pero la intensa situación favorecÃa todo tipo de experiencias.
Entre los dos nos encargábamos de satisfacer a Fidel, mientras que John podÃa acoger casi por completo el miembro de Fidel en su boca. Me coloqué detrás de John, quien estaba a cuatro patas complaciendo a Fidel, aproveché para estimular su trasero con mi lengua en profundidad.
MMmppfpf, John apenas podÃa articular palabras con el pene de Fidel en su boca, pero alzó su trasero para permitir que lo estimulara con mi lengua y dedos. Mientras lo acariciaba, le daba suaves nalgadas que lo excitaban aún más. John lograba introducir completamente el miembro de Fidel en su boca, sumergiéndose en la pasión del momento. La situación era tan intensa que no conseguÃamos detenernos.
Sara comenzó a recuperarse de su intenso encuentro y se unió a John para satisfacer oralmente a Fidel; se turnaban, acariciaban sus testÃculos, exploraban su trasero con los dedos, era un acto de desenfreno absoluto.
– Aaaah, continúen, disfrútenlo todo, son unos lujuriosos -exclamaba Fidel, entregado al placer compartido.
– Sara, querida, introdúceme los dedos -pedÃa Fidel entre gemidos de placer.
Era mi momento, mi fantasÃa de experimentar una doble penetración se hacÃa realidad, erguà mi cuerpo y pedà a Fidel que me penetrara vaginalmente, afortunadamente estaba lo suficientemente lubricada y lentamente me introdujo su miembro hasta el fondo, evitando asà un dolor innecesario.
– Aaaah, sÃ, sÃ, hazme gozar, cabrón -suplicaba entre gemidos de placer.
– Toma, te lo meto todo -respondió Fidel, complaciéndome al máximo.
John se unió a la escena y poco a poco comenzó a penetrarme analmente por detrás. El dolor inicial de la penetración intensa me hizo sentir llena y deseada como nunca antes. Mi primera experiencia de doble penetración era con dos hombres de piel oscura con unos miembros impresionantes.
– Aaaaa, me van a volver loca, caballeros -exclamé entre gemidos y suspiros de placer.
– Sara, extasiada, observaba cómo esos dos hombres me sostenÃan en el aire y me llenaban con sus miembros viriles.
– Eres una auténtica puta, Carmen, te encanta ser complacida por estos hombres -comentó Sara, admirando la escena.
Cada...
En otras ocasiones, la rapidez de sus embates era notable, no cesaba de experimentar orgasmos, me destrozaban pero el placer superaba todo, Sara, debajo de mÃ, observaba cómo los dos machos aceleraban el acto y se vaciaban en mis cavidades llenándome tanto el coño como el culo como nunca.
–Aaaa ¡maldita sea!, toma semen, voy a llenarte el culo.
–Aaaah ¡me estoy corriendo! cabrones, llenen mi culo y mi coño.
SentÃa los chorros de semen en mi trasero y cómo se deslizaba por mis piernas.
John salió de mi recto y, con mi esfÃnter completamente dilatado, Sara se situó detrás de mÃ, separó mis nalgas y me introdujo la lengua en el ano, eliminando todo el esperma de mi cuerpo.
–Sara, ¡maldita zorra!, cómete mi culo, trágate todo, maldita puta.
–Mmmm, qué trasero tan abierto tienes, ¡como te han llenado! ¡Dios mÃo!
–Con un último empujón, Fidel también llenó mi vagina, su semen rebosaba y Sara seguÃa limpiándolo todo, pasando de mi ano a mi vulva.
–Aaaah, ¡qué delicioso semen!, ¡estaban cargados, cabrones!
Estaba exhausta, me habÃan poseÃdo de manera intensa, sentà una urgencia incontrolable de orinar.
–Aaaah Fidel, no aguanto más, necesito ir al baño.
–¿A qué esperas, zorra?, tu amiga putita te está esperando.
La expresión en el rostro de Sara era indescriptible, tenÃa todo la cara llena con el semen que habÃa recogido de mi vagina y ano. Me miraba con deseo, con su cara pegada a mi sexo. No pude más y liberé una gran cantidad de orina que Sara bebÃa con placer mientras seguÃa estimulando mi vulva con su boca.
–Aaaah, ¡puta!, cómeme todo, es todo tuyo.
Fue lo más extravagante que habÃa hecho en mi vida, habÃa experimentado una doble penetración, habÃa practicado sexo oral con penes, traseros y vaginas a discreción y el colmo fue orinar sobre mi amiga mientras ella se lo comÃa todo.
A pesar de que todo estaba convertido en un desastre, lleno de eyaculaciones y orinas, seguimos haciendo el amor mientras resistió nuestro cuerpo; besando apasionadamente a Sara, lamiendo su rostro cubierto de semen y orina, los chicos observaban cómo nos alimentábamos mutuamente con sus fluidos y pasamos a realizar un 69 sucio entre las dos, nuestros traseros y vaginas estaban abiertos, asà que nuestras lenguas y dedos trabajaban arduamente, nos penetrábamos y lamiábamos sin descanso. A nuestro lado, Fidel y John imitaron nuestro 69 y también comenzaron a complacerse mutuamente, nunca antes habÃa presenciado una relación homosexual en vivo y, si ya estaba excitada, me volvà aún más, creo que Sara estaba igual de sorprendida que yo, pero no dejó de estimularme y poseerme por eso. Interrumpimos nuestro 69 y observé cómo ellos seguÃan sin cesar. Sara se levantó y, buscando en su armario, sacó y se colocó un arnés con un gran pene de al menos veinte centÃmetros; mientras John estaba a cuatro patas con su trasero completamente expuesto, ella se situó detrás de él y, con Fidel abriéndole el trasero, lo penetró hasta el fondo.
–Aaah, puta, cómo disfruto esto en mi trasero, introdúcela hasta el fondo.
La penetración anal a John provocó que engullera aún más el pene de Fidel, que no dejaba de estimular su trasero y chupar su pene simultáneamente. Yo observaba excitada y me masturbaba con mis dos orificios dilatados y mojados. Sara interrumpió la penetración anal a John y les pidió que la sometieran a una doble penetración.
–Ahora es mi turno, maricones, ¡quiero que me penetren ambos a la vez!.
Sara se puso a cuatro patas y Fidel, situado detrás de ella, empezó a introducÃrsela por el trasero.
–Toma, puta, a ver si te entra este pene en tu trasero, zorra.
–¡Maricón!, ¡métemela!, ¡joder!, hasta el fondo.
Era increÃble ver cómo ese gran miembro se adentraba en su trasero, cualquiera hubiese apostado a que saldrÃa por su boca, pero John se colocó frente a ella y se la introdujo en su boca, llena de babas por los besos y chupadas que nos habÃamos dado. Yo, llena de pasión, dejé de estimularme y, deslizándome debajo de ella, le practiqué sexo oral mientras observaba cómo el enorme miembro de Fidel golpeaba en su trasero, sus testÃculos me golpeaban en la cara mientras le daba placer a su vulva, la cual emanaba sus fluidos y cubrÃa mi rostro.
Como los jóvenes ya se habÃan desahogado conmigo, tenÃan energÃa para rato y no cesaban, cada uno por su lado, de penetrarme tanto por el trasero como por la boca. Para acelerar el clÃmax de Fidel, aproveché mi posición para introducirle un par de dedos en su retaguardia y tener relaciones con él sin descanso, eso resultó ser la solución perfecta ya que el tipo se corrió magnÃficamente en su trasero.
–¡Oh, qué placer, me corro!
Sara no podÃa articular palabra con la boca ocupada por un pene, pero por sus movimientos y gemidos se notaba que estaba llegando al clÃmax sin cesar, como una verdadera cochina, su vagina chorreaba jugos que yo bebÃa con avidez. Al separarse, Fidel dejó su trasero enrojecido y dilatado, con mis manos lo abrÃa aún más y evitaba que se cerrara, Sara se arqueó y colocó su trasero, dilatado como un túnel, frente a mi boca, asà que introduje mi lengua lo más adentro posible para saborear y tragar toda la eyaculación de Fidel. John sacó su pene de su boca y comenzó a orinar sobre ella.
–Toma zorra, mi orina, bébetela toda.
–Oh sÃ, dámela, maricón, mea en mi boca de promiscua.
El chorro de John le llenaba la cara y la boca y caÃa sobre mi vagina, que Sara terminó chupando con deleite. La desvergonzada de ella aprovechó que le estaba practicando sexo oral y también comenzó a orinarme en la cara, me excitó y no paraba de ingerirlo todo mientras llenaba mi boca y mi cara con su orina.
–Chupa mi vagina, cerda, cómetelo todo.
Terminamos todos exhaustos y tumbados en la cama, la cual estaba hecha un desastre, luego nos higienizamos y los chicos se marcharon prometiendo repetir la experiencia.
Continuará.
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