Invitados a una celebración para parejas liberales (parte 4)


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En los capítulos previos, nos invitan a una fiesta para parejas liberales, financiada por un excéntrico que tenía la intención de utilizar los videos grabados allí para crear una película más extensa. Comienzan los intercambios y las actuaciones más atrevidas con el objetivo de captar la mayor atención de las cámaras.

En los episodios anteriores, ella logró su deseo, recibió un puño dentro de su entrepierna.

En esta ocasión, amanece un nuevo día y será necesario esforzarse para obtener la compensación acordada.

Dormimos durante toda la noche, en cierto momento escuchamos risas y pasos afuera de la cabaña. Nos despertamos tarde y casi nos perdemos la hora del desayuno, eran cerca de las diez. Aprovechamos ese intervalo de tiempo y fuimos a tomar algo, unos cuantos cafés negros bien concentrados para estimular los sentidos y algo de fruta para estar bien alimentados e hidratados, ya que no habría otra comida hasta la cena y era probable que tuviéramos una intensa actividad. En cada habitación iban a colocar algunos bocadillos y otros alimentos para comer mientras terminábamos de desayunar. Estábamos en ese proceso cuando mi esposa sintió molestias estomacales, se retiró a la habitación y comenzó la limpieza. Cuando regresó, estaba en la ducha, agachada con la manguera introducida en el trasero, la sacaba y salía agua limpia, se levantaba, volvía a agacharse y salía más agua.

-¿Necesitas ayuda? -le pregunté.

-No, ya está hecho -respondió.

Nos recostamos un rato más y le di unos masajes en el vientre. Pronto se levantó corriendo al baño y repitió el proceso de limpieza.

-Creo que ya está listo -mencionó.

La hice ponerse a cuatro patas, me unté lubricante en los dedos y le introduje dos, tres, y estuve jugando un rato con su ano, parecía limpio.

-¿Estás lista para que te llenen el depósito? Salgamos temprano mientras todos están descansados.

Recuerda que hoy, parte de la actuación consiste en mostrar a la cámara cómo sale la leche de tu trasero.

-¿Quieres que añada un cuarto dedo? Eso te dejará preparada por si el hombre de gran miembro quiere ser el primero.

Y así estaba ella, conversando conmigo, con cuatro dedos en el trasero, incluso con los nudillos dentro.

Una vez más salimos de la habitación con determinación, pero la hice retroceder, espera, olvidé algo, un buen chorro de lubricante en lo más profundo de tu trasero te ayudará. Regresamos a la habitación, se acostó levantando las piernas, introduje el envase de lubricante en su ano hasta más de la mitad y lo exprimí, debió salir un buen chorro antes de que se escuchara el sonido de aire. Le pedí que se mantuviera apretada para que al caminar no se le cayera nuevamente. Nos dirigimos hacia la piscina, pero no entramos, ella buscó una sombra porque el sol ya quemaba, eran cerca de las once. Encontró una mesa y se inclinó sobre ella apoyando toda su barriga y pechos en la mesa, y sosteniendo su mentón en ambas manos, dejando su trasero lubricado y su zona genital a la vista.

Un hombre se acercó con el pene erecto, le preguntó algo y cuando intentó introducir su miembro en la vagina, ella lo agarró y lo insertó en el trasero. El hombre, fascinado, empezó a moverse, apareció una cámara que comenzó a grabar la escena, el hombre eyaculó bastante rápido y a ella le habían quedado las nalgas enrojecidas porque el individuo la sujetaba con fuerza. Cuando el hombre se retiraba, llegué yo y penetré con todo mi pene, sin encontrar resistencia alguna, adentro estaba cálido y ya se podía sentir y oír el líquido en su interior. Ella miró hacia atrás, me vio y se sorprendió, me costó un poco eyacular pero lo logré, esperé a que la última gota saliera y dejé aquel trasero con su agujero esperando por más. Continuó el hombre con el que habíamos estado en el hotel, aquel que casi la dejó inconsciente cuando la penetró por detrás, y ella ni siquiera reaccionó, hacía gestos a la cámara, observaba de reojo a sus clientes y les decía:

-Dale cariño, lléname el depósito.

hasta que se derrame.

El cuarto individuo presente era el de la pija gigante, deambulaba sin rumbo, observando en todas direcciones con el miembro semi erecto, le hice una señal y se acercó para observar lo que sucedía, al notar la situación comenzó a acariciarse mientras esperaba, se estimulaba el pene, no lo observé demasiado pero parecía más grande que el día anterior, o más firme. Reposó la cabeza en las nalgas de ella y no penetraba como los demás, tuvo que ejercer un poco de fuerza y superó la resistencia del ano, mi pareja miró hacia atrás y se percató de que era el individuo de pene grande, ¿ahora sí le tocaría disfrutar?, el individuo la sujetaba de las nalgas, en cada embestida el individuo gruñía y su ano producía un sonido como de aire que salía y de fluidos que se movían en su interior, sus nalgas temblaban con cada embate, ella gemía con los ojos cerrados, al final gritaba, hasta que dejó caer su cabeza sobre la mesa, en ese instante era un trozo de carne inerte poseído por una bestia.

El individuo tardó alrededor de diez minutos, pero eyaculó, con prepotencia y violencia, al retirar el pene quedó un agujero que no se cerraba, ella tenía el cuerpo completamente apoyado sobre la mesa y las piernas colgando, se fue moviendo poco a poco, se palpó las nalgas, las agarró con sus manos, las separó y dejó al descubierto ese bello ojete, hizo presión y brotaron chorros de semen de su ano, no dejaba de gotear junto con el exceso de lubricante que yo le había aplicado, al ponerse de pie y apoyarse en la mesa con las nalgas todo ese líquido seguía cayendo, resbalaba por sus piernas y ensuciaba el suelo, tres cámaras se apagaban y los espectadores que habían estado observando se retiraban.

Avergonzada tomó mi mano y me pidió que la llevara a la habitación. Estuvimos un rato sentados en el baño, ella en el inodoro, no paraba de desprender líquidos junto con flatulencias de su ano y yo sentado en un taburete limpiándole la cara y las tetas.

-Muy bien, le comenté. La mejor intérprete porno que he visto

Ella sonrió, me dijo que se iba a bañar, tomó dos relajantes musculares y mientras cerraba la puerta del baño me dijo.

-¿Sabes qué? Tuve un orgasmo anal, mientras el individuo de pene grande me penetraba bruscamente.

-No me reconozco, hace poco éramos una pareja convencional y ahora me haces tener relaciones con muchos individuos y encima lo disfruto.

-Somos una pareja convencional, le respondí, pero con gustos un tanto peculiares.

Y cerré la puerta tras de mí.

Mientras ella se bañaba y descansaba salí un momento de la habitación, había salido con curiosidad de explorar lo que sucedía dentro de la residencia, en el trayecto me encontré con una chica que se introducía en la vagina un plátano de gran tamaño mientras una cámara no dejaba de seguirla, entré en la casa y comencé a investigar, me incomodaba un tanto caminar con el miembro viril erecto, entre otras razones por el efecto de las pastillas, la residencia estaba a oscuras, tardé unos segundos mientras mis ojos se acostumbraban y divisé un amplio salón, con sillones de terciopelo, donde la anfitriona practicaba sexo oral a un hombre mientras el esposo le daba indicaciones para que se lo tragara todo y la cámara no dejaba de grabar.

Allí había tres puertas, una conducía a la cocina, otra a un despacho amplio con vista al jardín y otra a un pasillo donde se encontraban baños y habitaciones, en una puerta había un letrero que decía "Privado", similar a las puertas de nuestras cabañas, y supuse que era el dormitorio privado de ellos, al final del pasillo había otra puerta que daba a una gran sala, bastante oscura debido a la escasez de ventanas y las cortinas corridas, esta sala disponía de diversos sillones con formas peculiares, imaginaba posiciones sexuales, lo que se confirmó al observar cuerdas colgando y arneses, una gran viga desde la cual colgaban cuerdas con arneses de cuero, látigos, y más.

Al principio, al ingresar no percibí nada, pero cada vez que prestaba atención descubría más detalles, era una estancia destinada al placer, pero lo que me sorprendió es que nadie la estaba utilizando, o al menos eso era lo que parecía.

parecía.

Guardé silencio y poco a poco mis ojos se adaptaron a la penumbra, divisé un artefacto amoroso con un consolador incorporado, en el centro de la aposento había un cubo tapizado con cuero negro o látex, mi mente empezó a divagar y mi miembro, que estaba perdiendo potencia, recuperó firmeza. Salí prestamente de allí y al pasar junto al anfitrión le pregunté si era factible usar la habitación al final del pasillo, se mostró sorprendido por mi interrogante y respondió afirmativamente, luego proseguí hacia mi cuarto. Al llegar, encontré a mi esposa leyendo un libro que había hallado en un cajón, mientras degustaba una fruta; como era de esperar, era una versión del Kama Sutra. Le relaté mi expedición y la habitación que había descubierto al final del pasillo. A ella no le agradaba la idea de estar inmovilizada, prefería la libertad de tocar y observar. Le propuse ir en ese momento, cuando la actividad era escasa y la gente probablemente descansaba debido al calor del mediodía.

En el trayecto nos cruzamos con una muchacha que caminaba apresuradamente para escupir un bocado de esperma que tenía en la boca; y con otras dos damas que nos detuvieron para que les enseñáramos la técnica del fisting, habían presenciado cómo se lo practicábamos a mi esposa. Parecían ser amigas, tal vez se conocían de antes y este encuentro, donde todo estaba permitido, las liberaba; para ellas era algo novedoso y temían hacerse daño. Las invitamos a explorar la habitación del deleite, mientras tanto, tomé un bote de lubricante, por si acaso. Nos adentramos en la casa principal, donde la pareja ya no se encontraba, al pasar por su habitación los escuchamos hablando; él le expresaba algunas palabras fuertes. Continuamos en silencio nuestro camino y una cámara se unió a nuestro grupo, empezó a grabar mientras nos acercábamos a la puerta, nos pidió que entráramos primero y aguardó a que abriéramos. Las tres mujeres, incluida la mía, abrían sus ojos cada vez más, al igual que sus bocas; no me atrevo a imaginar sus vulvas.

Éramos 5 personas, contando a la joven que nos filmaba y nos seguía de cerca. Cerramos la puerta con llave y empezamos a recorrer minuciosamente cada uno de los sillones, encendiendo diversas luces direccionales; las mujeres se subieron a los asientos, adoptando posturas lascivas y riendo a carcajadas. Pude observar sus vulvas húmedas y entreabiertas, mi esposa les consultó si preferían ser pasivas o activas en la acción. Nos trasladamos al centro de la estancia, ellas caminaban a nuestro lado y solicitaron ser ellas las primeras en ejecutar el fisting para, posteriormente, ser ellas quienes lo recibieran.

En un principio descartamos usar la máquina amorosa que se hallaba cerca de un banco, también descartamos la zona de tormento contra la pared. Revisamos cajones repletos de objetos como máscaras, plugs anales de distintos tamaños, esposas, jeringuillas, entre otros; allí hallamos una barra de sujeción, conocida como Spreader. Nos dirigimos hacia el altar, ese cubo de aproximadamente un metro por un metro, revestido con látex y provisto de correas y cadenas que colgaban del techo y de sus laterales. Mi esposa se encaramó mientras las dos chicas la ayudaban a acomodarse. El cubo contaba con bordes acolchados que permitían reclinarse sin dificultad, sujetamos sus tobillos a la barra y la abrimos: primero en una posición extrema que ella no toleraría mucho tiempo, y luego en una posición más confortable, de modo que sus rodillas descendían hacia el pecho, manteniendo los pies separados por la barra, que atamos con una cinta a la altura de su espalda.

Una vez asegurados de que se encontraba cómoda y con sus manos, ojos y boca libres para explorar y disfrutar, inclinó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos, entregada al placer. Ya no quedaba más por hacer, las chicas.

exploraban y humedecían su vulva, observaron detenidamente el tamaño de los labios, mientras giraba alrededor y le brindaba un intenso beso, nuestras lenguas entrelazándose, sus labios estaban cálidos, su vulva también. Mojé mis dedos con lubricante y los introduje en su ano, ella se tensó y me expresó:

-No me esperaba que empezaran por ahí.

Después de dos dedos, vinieron tres y en aproximadamente tres minutos tenía los cuatro dedos hasta los nudillos dentro de su trasero, seguía complaciente, a pesar de la agitada noche que había tenido anteriormente. Ellas estimulaban sus pezones y mi esposa introdujo su mano en la entrepierna de ellas, una a cada lado, dos dedos en cada una y el pulgar acariciando el clítoris; ellas apretaron nuevamente los pezones, y ella les introdujo tres dedos, era una competencia para ver quién resistía más.

Les indiqué que se acercaran, les mostré que era necesario dilatar adecuadamente primero para poder introducir el puño, le pedí a una de ellas que se untara la mano y el brazo con lubricante y cuando saqué mi mano de su trasero, ella metió la suya formando una especie de pico, primero con precaución, luego con más fuerza. Mi esposa apenas gemía, el agujero ya estaba dilatado y listo para ser penetrado de nuevo, la chica ya había cerrado el puño y lo introducía hasta la muñeca o más allá, cada vez entraba con mayor facilidad. Mi esposa extasiada de placer por lo que le estaban haciendo en el trasero no notó que yo me preparaba para su vagina, la otra mujer se untó lubricante en la mano, mientras yo introducía 3 y cuatro dedos, ella estaba disfrutando al máximo, ajena a todo, entonces la otra chica insertó su mano en la vulva y la penetró hasta el fondo, hasta que su puño tocó su útero, ella abrió grandes los ojos y exclamó

-¡Ay! ¡Qué es esto!

-Doble fisting, le dije.

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