Siguiendo con mis deseos del relato previo y tras darme cuenta de que a mi esposa no le desagradaba la idea de ser deseada, no podía quitarme de la mente la idea de verla con otra persona o simplemente que la miraran o tocaran sin llegar a la intimidad.
Una noche, salimos a beber con amigos y durante charlas sexuales y de pareja, surgieron temas como tríos, lo cual me inspiró una idea. De regreso en el auto, sabiendo que pasaríamos por una zona con calles solitarias, entre el efecto del alcohol y la excitación, Claudia empezó a estimularme y me pidió detenerme en algún lugar para tener relaciones. Al encontrar el sitio idóneo, ella, con una minifalda de vinilo, facilitó la situación y comenzamos a tener intimidad...
Estaba muy excitado y ella aún más, por lo que aproveché la ocasión para proponerle lo que ya rondaba en mi mente...
Mientras estábamos juntos, le expresé mi deseo de que nos vieran en plena acción, a lo que Claudia, sorprendida, me respondió con dudas. Continué insistiendo en que quería que me complaciera mientras avanzábamos en el auto, hasta toparnos con alguien a quien pudiera preguntarle algo y permitirle observarla e incluso tocarla. Aunque con cierto temor, Claudia respondió haciéndome notar su miedo a ser grabados y su deseo de no ser tocada por cualquiera, a lo que repliqué que justamente se trataba de que fuera alguien anónimo...
Finalmente, logré convencerla entre la excitación y el nerviosismo...
Tan emocionado que casi temblaba, le pedí a Claudia que se inclinara hacia la ventana del auto con la falda levantada, sin pensarlo dos veces, ella obedeció.
Durante el acto, le sugerí que se subiera aún más en el asiento y se colocara en una posición que permitiera a un eventual observador tener una vista clara. Mientras ella me complacía de una forma muy placentera, aprovechaba su posición para acariciarla suavemente. De repente, divisé a un chico acercándose, quizás retornando de su trabajo dada la hora. Me orillé a un lado para continuar con nuestra situación, tratando de que el chico nos viera, sin embargo, optó por seguir otro camino, privándonos de la experiencia deseada, aunque de igual manera resultó emocionante. Seguí buscando a alguien más...
Al no encontrar a nadie, y considerando el nerviosismo de Claudia, decidí arriesgarme una vez más. La convencí de permitir que un empleado de la gasolinera la viera con la falda alzada. Al llegar al lugar, la realidad fue diferente a lo esperado, ya que la gasolinera estaba muy iluminada y concurrida, por lo que mi esposa solo mostró levemente sus piernas...
De regreso a casa, compartimos una íntima conversación sobre lo acontecido, y con la excitación, ella me pidió que le tomara fotografías. Así que, tomé mi teléfono, la puse en una provocativa pose y la inmortalicé.
Durante la charla, le mencioné a mi esposa mi interés en abrir un perfil en Twitter como pareja, donde quisiera compartir sus fotos...
Ella aceptó, pero con la condición de no mostrar su rostro, entre otras precauciones.
Este fue el inicio para abrir nuestra cuenta y seguir experimentando...
De esta experiencia, destaco la imagen de mi esposa complaciéndome y mostrándose hacia la ventana con su tentador trasero, intentando ser vista por alguien más, aunque no sucedió nada, ¡valió la pena!
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