Siempre que llega la temporada de vacaciones, mi compañera y yo acostumbramos a hospedarnos en algún hotel cerca del mar, pero este año debido a asuntos laborales no pudimos hacerlo. Por lo tanto, decidimos visitar a la familia de mi cónyuge y quedarnos allí unos cuantos días, dado que hacía mucho tiempo que no los visitábamos.
Mi esposa tiene 42 años y a pesar de su edad conserva una figura muy atractiva debido a su afición por el ejercicio. Ella tiene una complexión robusta, pesa alrededor de 70 kilos, de los cuales estimo que unos 20 kilos corresponden al peso de sus pechos, los cuales son enormes y me vuelven loco. Además, posee un trasero grande y bien delineado, su cabello castaño resalta su hermoso rostro. Nuestra relación se basa en la rutina en el aspecto sexual, ya que ella sigue costumbres más tradicionales, a diferencia de mí, que suelo tener una mentalidad más abierta. Siempre he tenido la inquietud de probar cosas nuevas, como por ejemplo los tríos, algo que me gustaría experimentar, pero únicamente involucrando a mi esposa.
En una ocasión, mientras veíamos una película en la que se mostraba a una mujer teniendo relaciones sexuales con dos hombres al mismo tiempo, le mencioné si alguna vez había sentido curiosidad por hacer algo similar, es decir, tener sexo con dos hombres simultáneamente. Ella respondió que aquello solo sucedía en las películas, que en la vida real ningún hombre prestaría a su pareja de esa manera, y que quienes lo hicieran debían tener serios problemas. Yo intenté explicarle que no se trataba de problemas, sino de fantasías diferentes que las personas podían tener, siendo aquella una de las más comunes en la mente de muchos hombres. Ante esto, ella me miró en silencio.
Finalmente llegó nuestro tiempo de descanso. Dado que no podíamos permitirnos ir a la playa por cuestiones económicas, nos dirigimos a la casa de los padres de mi esposa, quienes residen en una zona rural. Siempre que visitamos esta residencia, disfrutamos de nadar en los ríos cercanos que, a pesar de encontrarse algo apartados, cuentan con pozas ideales para el esparcimiento.
Partimos un viernes por la mañana con la idea de llegar temprano, así podríamos compartir con la familia de mi esposa durante el día y planear nuestras actividades para el día siguiente. Durante el trayecto, conversamos sobre los primos y hermanos de mi esposa, quienes siempre han sido amables conmigo y suelen acompañarnos en nuestras salidas cuando visitamos. Este año, seguramente se unirían a nosotros nuevamente.
-Karen, este año deberías aprovechar para aprender a nadar cuando vayamos al río, ¡no tiene sentido que no disfrutes con nosotros!
-Sí, cariño, lo intentaré, aunque me da mucho miedo y me cuesta trabajo nadar.
-Tranquila, amor mío, te ayudaré, y sé que tus hermanos y primos también te brindarán su apoyo. Este año tenían previsto llevar las tiendas de campaña, ¿recuerdas que acordamos acampar la próxima vez que vinieramos?
-Creo que sí, cariño, mi hermano me comentó que las adquirieron, aunque no sé cuántas exactamente ni si se trataba de las tiendas…
Al concluir esta conversación, llegamos a la casa de mis suegros, quienes nos estaban esperando.
-Hola, Carlos, ¿cómo estás? ¿Y mi preciosa hija?
-Hola, suegro, todo bien gracias a Dios. ¿Y ustedes qué tal? ¿Cómo va la cría de ganado?
-Muy bien, desde la última visita que hiciste, hemos sumado algunas crías más.
-Hola, papá, los he extrañado mucho. ¿Dónde está mamá?
-Ella está adentro preparando el almuerzo. Pasemos dentro, fuera hace demasiado calor estos días.
-Qué alegría, papá. Tenemos planeado ir al río a pasear, también para ver si aprendo a nadar.
Fui a nadar ya que tú nunca me enseñaste jjj
Entramos en la vivienda y allí se encontraba mi suegra, quien al igual que mi suegro, son magníficas personas. Ya tenían la mesa servida con un exquisito plato de arroz con pollo y otros aperitivos.
-Hola suegra, ¿cómo estás?
-Hola Carlitos, qué alegría verte de nuevo por aquí... Yo estoy bien gracias a Dios, pero por favor siéntate para que la comida no se enfríe, ven, siéntate tú también, mi bella...
-Hola mamá, ¿cómo estás?
-Bien, mi amor, aquí tratando de seguir adelante.
-¿Y dónde están mis hermanos, madre?
-Ellos están en la finca con tus primos, no tardarán en llegar.
Así transcurrieron las horas, charlando sobre diversos temas con mis suegros. Caída la tarde, llegaron los dos hermanos de Karen. Juan, de 22 años, y Luis, de 21, junto con sus primos Esteban, de 20 años, y Cesar, de 18, quienes eran como hermanos para ella. Todos se acercaron a saludarnos...
-Hola, hermanita, ¿cómo estás? ¿Qué tal el viaje, Carlos?
-Por suerte estuvo bien, esta vez lo sentí más corto de lo habitual jjj, ya le perdí un poco el miedo a la carretera.
-Oye, Carlos, ¿vamos al río? Hay una poza preciosa, pero nadie va porque está un poco lejos... -Claro, claro, de hecho estaba hablando con mi esposa y pensábamos si habían comprado las tiendas de campaña para acampar como habíamos dicho la última vez... Sus dos hermanos se miraron y tocaron sus frentes como señal de que lo habían olvidado. -No, Carlos, la verdad es que por falta de tiempo no hemos salido, pero no te preocupes, podemos ir a acampar de manera tradicional jjj. Lo que sí compramos fue una parrilla para asar carne... -Bien, veremos cómo lo solucionamos. Me parece genial lo de la parrilla, yo traje 3 neveras para las cervezas y las bebidas. -Estupendo, las bebidas no pueden faltar, Carlos jjj. Además, creo que la última vez llevamos muy pocas, no podemos permitirnos eso de nuevo. Nos encargamos nosotros de la carne... Transcurrieron las horas y llegó la hora de descansar, y lo necesitábamos tras el viaje estábamos agotados. Mi esposa y yo fuimos a nuestra habitación, tomamos una ducha antes de acostarnos para levantarnos temprano por la mañana. Al día siguiente nos levantamos alrededor de las 6 de la mañana, motivados por el bullicio de toda la familia, que se levanta temprano. Comenzamos a preparar las cosas que íbamos a llevar al río, ropa, la tienda de campaña, entre otras cosas. Mi esposa estaba preparando su ropa y noté que llevaba un traje de baño de dos piezas que no había visto antes y que seguramente había comprado días atrás. -Vaya, cariño, ese traje se ve estupendo jjjj -Oh, es solo un traje normal y corriente, no digas eso... -Ya quiero verte con él puesto, debes estar fabulosa... Tus primos y hasta tus hermanos van a alucinar jjj -Eres un desvergonzado, jjj... Más bien date prisa y carga las cosas en el auto. Con todas las cosas listas, nos dirigimos al auto donde estaban esperando los primos y hermanos de mi esposa con sus bolsos ya preparados. Una vez todo estaba guardado en el vehículo y todos en su interior, nos despedimos de mis suegros y partimos rumbo al río, que debía estar a unos 15 minutos de viaje. En el trayecto, mis cuñados y los primos de mi esposa hablaban de diferentes temas, de sus aventuras amorosas y de su vida íntima aparentemente muy desenfadada, disfrutando al máximo de sus vidas sin ataduras.suelta a la intimidad con casi todas las mujeres del pueblo en el que vivían. Mi esposa, por su parte, les aconsejaba que debían asentarse y buscar una pareja estable, pero ellos simplemente se burlaban. "No hay manera, hermana. Lo que los gusanos se van a comer, que lo disfruten los humanos. Además, si hay tantas mujeres en este mundo, ¿por qué no aprovecharlas? Te libras por ser mi hermana, de lo contrario, también te habrías ido con la corriente jajaja", expresaron. Todos rieron, y mi esposa apenas pudo decir: "Qué falta de vergüenza la de ustedes". Por mi parte, sentía cierta envidia al ver que solo pude estar con una mujer, mi esposa Karen; nunca disfruté de la intimidad con más de una pareja. Transcurrieron los minutos, y llegamos al lugar. El río lucía espectacular, y el sitio donde íbamos a alojarnos era perfecto, tal como habían mencionado mis cuñados, ya que no había nadie alrededor. Nos pusimos manos a la obra para descargar todas las cosas lo más rápido posible y aprovechar al máximo el sol. Mientras ellos sacaban las pertenencias del coche, yo instalé nuestra tienda de campaña, que al parecer era la única, ya que ellos solo trajeron unos sacos de dormir. Con la tienda lista, mi esposa ingresó para cambiarse de ropa. Yo entré con ella y la vi colocarse su traje de baño, quedándome impresionado por lo bien que le quedaba, aunque era un poco ajustado y sus labios genitaliores se asomaban un poco por los lados del bikini. Me acerqué a ella y empecé a besar su cuello y espalda, mientras mis manos descendían hasta su zona íntima, tratando de explorarla... "Cariño, ¿qué haces? ¿No ves que están todos afuera y nos pueden ver?", me interrumpió. "No nos van a ver, estamos aquí adentro. Además, ¿qué van a ver que no hayan visto? Escuchaste todo lo que hablaban dentro del coche...", respondí. "Sí, pero no... Además, son mi familia...", se excusó. "¿Así que si no fueran familia no habría problema, es lo que quieres decir?", bromeé. "Ay, no digas tonterías, ¿ya has bebido algo y estás un poco ebrio?", replicó ella riendo. En ese momento, fuera de la tienda: "¡Salgan, guarros! Esperen a más tarde si quieren intimar, ahora hay que disfrutar del sol...", gritaron desde afuera. -"¡Ves, ves! ¡Lo que te decía! Ya están pensando mal de nosotros. Qué vergüenza, salgamos...", sugirió ella con preocupación. Salí primero, sonriendo por el comentario de su hermano, y detrás de mí, venía mi esposa. Todos la miraron boquiabiertos, ya que sus senos, como había mencionado, eran grandes y destacaban en su bikini, al igual que su tanga que dejaba al descubierto parte de su zona genital por los laterales. -"¿Qué les pasa? ¿Es que nunca han visto a una mujer? Y luego andan alardeando de que han estado con todas del barrio jajaja", les recriminó. -"Ay, prima, pero con ese traje es difícil no mirarte de nuevo. Aunque seas nuestra prima, sigues siendo una mujer... Me disculpo contigo, Carlos. Pero es casi inevitable", mencionó su primo Esteban. -"Tranquilo, Esteban. Justamente le dije eso cuando salimos de casa. ¿Verdad, mi amor? ¿Recuerdas lo que te dije?", le susurré a mi esposa. -"Siempre con tus comentarios, ahora cállate y mejor vamos al río. Además, quedaste en ayudarme a aprender a nadar...", respondió mi esposa. -"Sí, mi amor. ¿Verdad, muchachos, que también están dispuestos a ayudarla a aprender a nadar?", preguntó al resto. -"¡Por supuesto! Hoy te convertirás en toda una nadadora, primita. Recuerda que somos los mejores nadadores de la zona, ¿verdad, Juan?", afirmó uno de los primos. Dirigimos todos hacia el agua, y los hermanos de Karen, junto con sus primos, nos dejaron pasar primero, muy probablemente para poder observarla. Escuché murmullos y risas, seguramente comentaban acerca del bikini de mi esposa y lo provocativa que se veía... Lo curioso era que parecía no importarles que ella fuera familia. Una vez en el agua, le hice señas a mi esposa para que se acercara. Con temor, se acercó lentamente por la parte más baja. Luego, le indiqué a Esteban que se acercara.para que me ayudara a estabilizar a mi esposa en el agua entre ambos. -Cariño, yo sujetaré tus brazos y Esteban sostendrá tus pies y cadera, así que intenta mantener la posición para encontrar tu equilibrio. Se acercó y asintió con la cabeza para mostrar que había comprendido. Yo agarré sus hombros y Esteban agarró sus pies. La mantuvimos estable durante un buen rato y al ver que ella estaba haciendo bien su parte, le indiqué a Esteban que la sostuviera solo, ubicándose en el centro para mantenerla con ambas manos. Después de soltarla, Esteban sostuvo su espalda y, sin querer, rozó su trasero al acomodarla. Lo noté y ella también, ya que me miró y hizo un gesto de sorpresa. Así continuaron por un tiempo, mientras yo aprovechaba para nadar. En un momento, al volver junto a mi esposa para ver cómo le iba, observé que no era una casualidad que su primo Esteban estuviera tocando su trasero, ya que vi bajo el agua que tenía sus manos agarrando firmemente ambas nalgas y ella no hacía nada por apartarlo. Por mi parte, seguí con lo mío, aunque la situación me ponía nervioso y excitado. En un momento dado, vi que junto a Esteban y mi esposa se encontraba también su otro primo César, quien aparentemente se unía para ayudar. Esta vez, ella estaba boca abajo y ambos la sujetaron por los hombros y piernas, pero no solo eso... pude ver claramente cómo ambos estaban tocándola, agarrándola de los pechos y acercando sus dedos peligrosamente a su zona íntima. Me sorprendía que ella no hiciera ningún intento por apartarlos. Les propuse a mis cuñados salir por unas cervezas, anuncié en voz alta que íbamos a tomar algo y ellos nos siguieron. No quería evidenciar lo que había visto que los primos de mi esposa le estaban haciendo, por lo que no le di ninguna señal a ella, a pesar de que moría de curiosidad por ver su reacción. Nos dispusimos a encender la parrilla para cocinar parte de la carne que llevábamos mientras bebíamos algunas copas y cervezas. En mi mente, reflexionaba sobre lo que había presenciado en el agua sin alcohol, ¡qué podría suceder si todos estábamos ebrios! Y fue entonces cuando surgió la idea de aprovechar cualquier oportunidad para cumplir mi fantasía de ver a mi esposa siendo penetrada por otro hombre, o en este caso, por varios. El dilema sería cómo manejar a sus hermanos, quienes seguramente no permitirían que sus primos se aprovecharan de su hermana. El tiempo pasaba, comíamos y bebíamos, y notaba que Esteban y César no apartaban la mirada de mi esposa. Ella parecía un tanto ebria, ya que estábamos todos bebiendo en abundancia, y no sabía cuánto había tomado, ya que yo estaba ocupado con lo mío, pero al parecer había excedido su límite y probablemente fueron sus primos quienes la incentivaron. Sin embargo, esto me proporcionaba una ventaja para mi plan. Debía seguir dándole más licor a mi esposa, ya que cuando está ebria se vuelve muy complaciente, y vería si esta vez se atrevía. -Toma, cariño, bebe. -Gracias, aunque ya he tomado bastante jajaja -Tranquila, al menos la tienda está cerca y no tenemos que conducir lejos si te emborrachas jajaja Y todos rieron. Parecía que los hermanos de Karen, que hasta ahora se habían mantenido al margen, también se estaban dejando llevar, ya que les notaba un tanto ebrios. Juan, el hermano mayor de Karen, sacó una radio que traía consigo y puso música, comenzaron a bailar y tomaron de las manos a mi esposa para que se uniera. Ella aceptó y se acercaron su otro hermano Luis, así como Esteban y César. Todos bailaban a su alrededor, y los que estaban más animados Era evidente que los primos tenían un comportamiento invasivo, con sus manos tocando a la mujer y los hermanos no se quedaban atrás, también la manoseaban sin control... -Oye Esteban, para de incomodar a tu prima, puede que Carlos se enfade y tome medidas extremas Todos se giraron hacia mí, incluida mi esposa, y les dije: -No se preocupen, estamos en familia, aunque no me gustaría que pusieran en práctica con ella las cosas que me contaron que hacían con sus novias jaja -Vamos Carlos, no seas exagerado, mis primos y mis hermanos están acostumbrados a chicas más jóvenes y atractivas, yo no entro en esa categoría, y como dijiste, estamos en familia. Además, debes estar bromeando, te ha afectado el alcohol jaja... Mi esposa continuaba bailando, todos seguían bebiendo, ya era de noche y habíamos perdido la noción del tiempo... Me preguntaba si realmente los primos y cuñados dormirían al aire libre. Entonces pensé que aprovechando que estaban ebrios, podía invitarlos a dormir en mi tienda de campaña, que era para cuatro personas pero podrían entrar cinco, aunque éramos seis contando a mi esposa, y esto podría llevar a situaciones inesperadas... -Bueno, ¿cómo nos arreglaremos para dormir esta noche? Mi tienda no es muy grande, pero creo que todos cabemos cómodamente. Además, no sería seguro que durmieran afuera, ¿verdad, mi amor? Mi esposa me miró y dijo: -No veo ningún problema, además, como dices, la tienda es espaciosa... En ese momento, el primo de Karen comentó: -Creo que hoy no tendrán suerte, prima, tendrán que esperar al menos hasta mañana... -No pasa nada si nos toca esperar un día, nosotros sabemos cómo quitarnos las ganas a diario jaja -¿Quién dice que nosotros no lo hacemos, hermana? Para eso está la mano jaja -Oh, eso no tiene comparación, no hay sensación mejor que el contacto piel con piel jaja -Tú puedes permitírtelo, pero nosotros tenemos que arreglárnoslas solos... a menos que haya alguien dispuesto a echarnos una mano, ¿verdad, Esteban? -Claro, claro, pero hoy en día nadie ayuda a nadie jaja Escuchaba esa conversación entre ellos y mi esposa, y decidí intervenir: -Bueno, cariño, ¿por qué no haces de buena samaritana con tus primos y hermanos y les echas una mano... sería lo justo, ¿no crees? jaja Todos se quedaron en silencio, mi esposa no sabía qué decir... y entonces Juan dijo: -De todos modos, nadie contará lo sucedido aquí, será como en Las Vegas, lo que pase aquí, aquí se queda, jaja, somos como tumbas. ¿Qué opinas, hermanita? Ella guardó silencio por unos instantes... Y luego dijo lo inesperado: -Está bien, pero esto no puede salir de aquí, ni a nuestros padres, ¡nos matarían a todos! ¿Lo prometemos? ¿Y tú, amor mío, estás seguro? ¿No afectará a nuestra relación? -No te preocupes, cariño, además, quería probar algo nuevo en nuestra vida... -Sabes que guardaremos silencio, somos un muro.... Estábamos todos de acuerdo, estábamos listos para empezar a disfrutar con mi esposa. Ya no había marcha atrás y ella lo sabía... Se agachó en el suelo, y cada uno de sus hermanos y primos, al igual que yo, nos acercamos a ella, sacamos nuestros penes y ella los tomaba con sus manos, primero el de su hermano Juan y luego el de Esteban, su primo, les daba placer mientras los otros mirábamos con incredulidad. Mientras su otro hermano Luis y su primo Cesar aguardaban justo detrás de ella, acariciaban sus glúteos y exploraban su intimidad, introduciendo sus dedos tanto en la vagina como en el ano de mi esposa, inclinándose para deslizar sus lenguas por la abertura de su trasero mientras ella mantenía firmemente los miembros que tenía frente a ella. Posteriormente, se intercambiaron; ahora era el turno de Luis y Cesar, quienes recibieron la boca de mi esposa en sus miembros viriles. Parecía que su hermano Luis no había experimentado previamente sexo oral, ya que rápidamente fue el primero en eyacular en la boca de mi esposa, la cual continuó tragando todo lo que su hermano expulsaba, mientras él se estremecía con cada succión que su hermana realizaba en su prepucio. Mientras tanto, Esteban ya se preparaba para penetrar a su prima, posicionándola en la entrada de su vagina y penetrándola de inmediato, lo que provocó que ella soltara el miembro que tenía en la boca y soltara un grito. Esteban continuó con movimientos enérgicos, sus testículos golpeaban contra sus nalgas como aplausos. Karen gemía y su respiración se aceleraba cada vez más. Esteban retiró su miembro de la vagina de su prima, dejando paso a Juan para que continuara de la misma manera, aunque este decidió ir más allá y colocó su pene en la entrada del ano de mi esposa, comenzando a penetrarla. Una vez más, ella gritó de dolor y suplicó "despacio, despacio, me haces daño". Sin embargo, Juan la penetró de golpe con su miembro erecto, el cual era de gran tamaño y seguramente le causaba dolor. Poco a poco, mi esposa se fue acostumbrando a ese dolor; dejó de gritar y sus gemidos empezaron a sonar más placenteros, aunque eran amortiguados por los miembros que tenía en la boca. Mientras tanto, yo seguía observando la situación, disfrutándola al máximo y masturbándome. Repentinamente, vi cómo mi esposa se levantaba y Juan se tendía en el suelo para que ella lo montara. Se acomodó de manera que el pene de su hermano entrara en su vagina y comenzó a mover sus caderas de un lado a otro. Observé cómo el miembro de Juan provocaba que los fluidos de ella salieran, seguramente como resultado de múltiples orgasmos. Juan la tomó del cuello, acercó su boca a la de ella y la besó, entrelazando sus lenguas. En ese momento, Luis, que ya había eyaculado en la boca de su hermana, volvió a estar completamente excitado. Se colocó detrás de ella y la penetró por el ano sin decir una palabra, lo que la obligó a interrumpir el beso con Juan para enfrentar la nueva situación. Fue entonces cuando se dio cuenta de que ambos hermanos le estaban dando una doble penetración. En cuestión de minutos, ella alcanzó un fuerte orgasmo, retorciéndose y emitiendo gritos que seguramente se escucharon a gran distancia, mientras de su vagina fluía una gran cantidad de líquido debido a sus múltiples orgasmos. Posteriormente, Esteban fue el siguiente en buscar que mi esposa lo cabalgara; se acostó en el suelo y mi esposa se acomodó sobre su miembro en su vagina. Juan fue hacia la parte trasera de su hermana y solicitó permiso a Luis para realizar una penetración anal. Cesar se acercó a la boca de Karen para culminar con una eyaculación intensa, cubriendo su rostro con una cantidad impresionante de semen. Karen no dejaba de gemir y era evidente que ya había experimentado más de diez orgasmos seguidos. Habían transcurrido aproximadamente 15 minutos desde que Esteban y Juan estaban teniendo relaciones con mi esposa, por lo que era hora de la eyaculación. Ambos deseaban que ella se tragara todo. Ella se puso en cuclillas mientras los dos se estimulaban sus miembros con las manos, abriendo su boca para recibir el esperado momento. Esteban fue el primero en eyacular, introduciendo su pene hasta el fondo de la boca de mi esposa para asegurarse de que no se desperdiciara ni una sola gota de semen, y ella lo tragó todo sin titubear. Al terminar, ella limpia sin dejar ningún rastro de su leche. Lo mira y sonríe pasando la lengua por sus labios, abriendo la boca para demostrar que no queda ni una gota. Luego es Juan quien explota en toda su cara, dejándola completamente bañada en leche, en el cabello, mejillas y boca... Ella se acerca a él y hace lo mismo que con los demás, asegurándose de limpiar desde la punta del pene hasta los testículos, sin dejar ninguna gota de semen. Por mi parte, estaba a punto de explotar de excitación al ver todo lo que había pasado y ser yo el responsable de aquello. Mi esposa me mira con picardía, me acerco a ella y me lleva dentro de la tienda. -¿Estás contento, mi amor? ¿Te ha gustado lo que has presenciado? -Por supuesto que sí, cariño, me has hecho el hombre más feliz del mundo... -Ahora es tu turno, mi amor. Ahora serás tú quien me llene de leche... Quiero que me des toda esa leche de una vez... Entonces la pongo a cuatro patas y empiezo a penetrarla con fuerza, deseando que mi pene entre en su vagina con todo y testículos. No podía sacar de mi mente la imagen de ella degustando la leche de sus familiares, aún veía cómo era sodomizada y eso me excitaba. Retiraba mi pene de su vagina y lo introducía en su trasero y viceversa, golpeándola con fuerza sin importar si le causaba dolor o no. Ella me pedía leche, así que tenía que dársela. Ya no podía aguantar ni un minuto más, sentía que mi pene iba a explotar, así que la volteé, abrió la boca y comencé a verter toda mi leche en su boca, chupaba mi pene como si fuera un sorbete, todo mi semen estaba dentro de ella. Ella solo me miró y me dijo: -Gracias, mi amor, nunca pensé que esto sería tan placentero, ¡de lo que me estaba perdiendo! -Sabes que podemos repetirlo siempre que quieras... -Ten por seguro que habrá muchas más veces, mi amor jjj Minutos después, vimos a sus hermanos y primos entrar uno a uno en la tienda de campaña. Una vez adentro, nos miramos y cada uno buscó un lugar para descansar... al menos eso pensábamos mi esposa y yo... Pero eso es otra historia...
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