Ejercicio como abogada civil y tengo una asistente llamada Lucía, de 25 años, es sencillamente encantadora.
Posee el cabello liso oscuro y a la altura de los hombros, tez blanca y algo rosada, labios carnosos, nariz perfecta, ojos color miel.
Y su figura es igualmente hermosa.
Sus senos son pequeños de copa 90, pero son firmes, y su trasero es muy bonito, grande y bien moldeado para deleitarse con él todo el día.
La puerta de mi despacho se abrió y entró la bellísima Lucía sosteniendo unos documentos.
Hoy llevaba un vestido negro ceñido que realzaba su figura, permitiéndome disfrutar de una agradable vista de sus muslos, ya que el vestido terminaba a la altura de sus nalgas.
-Buenos días, licenciada -me dijo con su dulce voz.
-Buenos días, Lucía -le respondí mientras le daba un beso en su mejilla.
-Aquí tiene los documentos que me solicitó.
-Muy agradecida, pero prefiero que me trates por mi nombre.
-De acuerdo, Beatriz.
-Así es como me gusta- le sonreí.
-¿Desea algo más?
-Sí, un café y trae uno para ti también.
-Vuelvo en unos minutos.
Después de unos minutos regresó con los dos cafés en la mano.
-Aquí los tiene- me dijo amablemente.
-Gracias- le respondí mientras tomaba la taza y aprovechaba para rozar su mano delicadamente.
Ambas dimos un sorbo al café al mismo tiempo.
-Lucía- dije poniéndome de pie y ubicándome frente a ella, ella también se levantó y me miró directamente a los ojos.
-Beatriz- susurró.
-Eres una excelente asistente y una gran mujer, a partir de ahora quiero que seamos amigas -hice una pausa antes de continuar hablando- Y eres muy bella.
-Tú también eres hermosa, Beatriz- me respondió mientras tomaba un mechón de mi cabello rubio y lo acariciaba.
Correspondí a sus caricias de igual forma, posé mi mano en su mejilla y acaricié su hermoso rostro hasta que en un instante ella besó suavemente mi mano.
-Esto debería haber ocurrido hace tiempo.
-¿Qué?- me preguntó.
Coloqué ambas manos en su nuca y la besé con determinación, firmeza y dulzura a la vez.
Ella también respondió a mi beso después de unos segundos, tratando de introducir su lengua y saborear mis labios.
Abrí un poco mis labios para que pudiera liberar su lengua y explorarme a su antojo.
Descendí mis manos hasta llegar a sus nalgas y las apreté con fuerza, tener aquel trasero entre mis manos me sumió en un deseo desenfrenado.
Detuve el beso por un momento y ella se recostó en el escritorio.
Subí su vestido hasta la altura del abdomen, momento en el que descubrí que no llevaba puesta tanga alguna.
Mostraba una vagina sumamente hermosa, blanca y rosada, ya me imaginaba sus movimientos sensuales contra la mía.
Llevé tres dedos a mi boca, los humedecí con mi saliva y los introduje profundamente en su intimidad.
Una vez que los dedos estuvieron completamente adentro, comencé a realizar movimientos intensos y circulares que la hicieron temblar de placer.
Mientras la estimulaba con mis dedos, ella se deshizo del vestido y descubrí que tampoco llevaba sujetador.
Elevé la mirada y la vi acariciando sus pequeños senos con ambas manos, gimiendo excitada.
Retiré mis dedos de su exquisita zona íntima para acariciar la línea de vello que enmarcaba su deliciosa entrepierna.
Luego, tomé sus diminutos pechos con ambas manos y los apreté con la misma intensidad con la que había presionado sus nalgas.
Incliné mi rostro hasta situarlo frente a sus senos y mordí sus pezones con suavidad.
Ella...
Me quité la camisa blanca y acaricié mis pechos, los cuales eran considerablemente más grandes que los suyos.
Nos separamos lo suficiente de Lucía para poder desvestirme por completo y luego me senté sobre su hermoso rostro, colocando mi vulva en el centro de su boca.
Ella separó los labios y su lengua penetró profundamente mi clítoris. Comencé a moverme en círculos y luego de arriba abajo, instándola a aumentar la velocidad del sexo oral, a lo cual accedió. Fue maravilloso sentir cómo esa hermosa chica me estimulaba con tanto ímpetu.
Después me coloqué sobre ella y finalmente unimos nuestras partes íntimas humedecidas.
Realicé movimientos circulares de forma deliciosa y rápida, mientras que los movimientos pélvicos de Lucía también fueron espectaculares.
Para intensificarlo, levanté una de sus piernas y uní aún más mi vulva con la suya, en esta posición continuamos haciéndonos el amor mutuamente durante varios minutos hasta quedar exhaustas.
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