Verídico al cien por ciento. Después de reencontrarse con M en Asunción, capital de Paraguay, al día siguiente, M estuvo ocupado todo el día, pero tenía prevista una cena con dos amigos ejecutivos de otras empresas, a la cual naturalmente asistiría con Carla.
Por solicitud de uno de los amigos, la cena se transformó en un almuerzo. M logró hacer espacio en su horario y lo comunicó a Carla.
Para evitar grandes desplazamientos, decidieron almorzar en el mismo hotel donde se hospedaban M y Carla.
Acordaron que Carla estaría en la piscina tomando el sol, ya que el clima en Asunción era perfecto a pesar de ser invierno. Cuando M y sus dos amigos llegaran al lobby, le avisarían a Carla. Mientras conversaban y reservaban una mesa, Carla subiría a la habitación para cambiarse y luego bajar a almorzar con ellos.
Todo esto fue detallado por teléfono y posteriormente en persona.
Todo, por supuesto, fue planificado por M de manera estratégica para que Carla disfrutara y se beneficiara de la compañía de los amigos durante la tarde.
Carla calculó la hora estimada de llegada y se metió en la piscina del hotel. Llevaba puesto un diminuto bikini negro estilo hilo. Cuando los vio aproximarse, salió del agua, goteando, habiéndose preparado mientras disfrutaba del baño. Llevaba el bikini bien ajustado en la parte baja, dejando entrever sus labios y algunos vellos por encima de la tanga. La parte superior del bikini estaba un poco baja, sin mostrar nada inapropiado.
Al llegar M y los visitantes, Carla fingió sorpresa, saliendo del agua y saludando a M con un beso en los labios. Luego dio la mano a los dos amigos, manteniendo una distancia que evitara mojarlos, pero al mismo tiempo asegurándose de que pudieran verla de frente.
"Voy a cambiarme para almorzar y regreso", anunció Carla. Se dirigió a la reposera donde tenía su bata, asegurándose de que la vieran de espaldas, mostrando solo el hilo de la tanga y su firme y hermoso trasero con algunas gotas de agua brillando bajo el sol.
"No es necesario que te vistas demasiado formal, así ahorrarás tiempo. Creo que mis amigos querrán llevarte a conocer la ciudad después del almuerzo, por lo que irás más cómoda", le indicó M.
"¿En serio? ¡Qué amables! Entonces no estaré aburrida paseando sola", respondió Carla.
"Exactamente, no queremos que te aburras", añadió uno de los amigos.
Poco después, Carla bajó con un vestido fresco, mini, blanco y plisado, con un cinturón y el frente abotonado con pequeños botones azules. Llevaba sandalias de tacón muy alto para soportar el calor.
El vestido tenía tres botones desabrochados en la parte delantera, lo que sugería la ausencia de sostén, confirmado por el visible movimiento de sus pechos bajo la tela, aunque esta no era transparente. Las sandalias eran ideales para el clima cálido, de tacón alto.
A eso de las 14:30, habían terminado de almorzar de manera sencilla y M debía regresar a trabajar. Antes de despedirse, les pidió que se divirtieran y que sus amigos cuidaran de Carla.
"¿Nos vemos de nuevo aquí, amor?", preguntó Carla.
"Sí, alrededor de la tarde, quizás a las 18 o un poco más tarde, dependiendo de mis compromisos. ¡Diviértanse!", respondió M.
"¿En serio? ¿Sin restricciones, cariño?", inquirió Carla.
"Por supuesto, sabes cómo disfrutar", contestó M.
Se despidieron y Carla salió con los amigos de M para explorar la ciudad. Se subieron a una SUV grande con vidrios oscuros, uno de los amigos y Carla en los asientos delanteros, mientras que el otro estaba en el asiento trasero, detrás de Carla.
Al subir al vehículo, el vestido mini de Carla quedó por encima de los muslos. El conductor la miraba de reojo y el pasajero de atrás se esforzaba por echarle un vistazo.
A los pocos metros de haber salido, el pasajero de atrás tocó la cintura de Carla, probablemente informado por M de su actitud liberal, bajo el pretexto de señalarle algo interesante.
Al minuto, fue el conductor quien posó su mano derecha en el muslo izquierdo de Carla para llamar su atención hacia algo.
De repente, a Carla le vino a la mente que había estado ojeando indumentaria en páginas web de tiendas eróticas de Asunción.
Mientras tanto, el conductor, al que llamaremos Miguel, ya había subido el vestido casi por completo, y su acompañante, Carlos, acariciaba los senos de Carla por encima del vestido desde atrás. Acordaron llevarla al sex shop que Carla había mencionado.
Una vez allí, estacionaron y continuaron con las caricias, ya teniendo acceso a los desnudos senos y genitales de Carla. Antes de concluir dentro del coche, optaron por descender y Carla se tomó su tiempo seleccionando lencería para lucir en Montevideo, además de adquirir un nuevo consolador de gran tamaño y color negro, de inserción, sin correas de ajuste, simplemente porque siempre es útil tenerlo.
Por supuesto, ellos se ofrecieron a pagar la cuenta generosamente, y Miguel sugirió dirigirse a su casa de descanso a orillas del río, que obviamente estaba desocupada en un día laboral.
Con Carlos aún deleitándose palpando los senos de Carla con entusiasmo, quien se había acomodado en el asiento trasero en el sex shop, llegaron a la residencia de Miguel, se refrescaron lanzándose desnudos a la piscina. "Es maravilloso estar aquí", comentó Carla, "voy a llamar a M para que venga".
Después de hacer la llamada y acordar con M que se uniera a ellos en la casa, Carla y M decidieron disfrutar al máximo, mientras seguían jugando en la piscina.
Desnudos, con los hombres con erecciones firmes, se sentaron al borde de la piscina mientras Carla, desde el agua, comenzó a practicar sexo oral alternativamente con ambos, llevándolos al clímax y finalizando con una descarga manual arrojando el semen al agua entre risas y diversión.
Al salir, la acariciaron, besaron y mordisquearon desde los pies hasta el cuello, deteniéndose con placer en practicar sexo oral en su vagina y ano, además de los pezones, por supuesto.
Pasaron un tiempo relajándose tumbados en el césped, entre caricias y besos apasionados, mientras Carla compartía relatos sobre ella y nuestras aventuras. Quedaron impresionados con "La Subasta" y les encantó la idea; así como el hecho de que ella pudiera encontrar a su padre sin reclamar nada y tener relaciones con él como una forma de alivio emocional.
Interesados en el tema de la subasta, le dijeron a M, al llegar, que para su próxima visita a Asunción, querían invitar de nuevo a Carla durante más tiempo, con la idea de organizar algo similar a la subasta de Punta del Este.
Con los posibles interesados que ellos conocían, no dudaron en aventurar cifras astronómicas. M y Carla aceptaron sin problemas y con entusiasmo, anticipando diversión y beneficios.
Otro aspecto que llamó la atención de Miguel y Carlos fue la preferencia de Carla de recibir eyaculaciones internas. Lamentablemente, en ese momento no tenían a mano sus resultados de análisis ya que raramente salían de sus domicilios, y prometieron tenerlos disponibles para la próxima visita, dentro de aproximadamente un mes, y aseguraron también pedir a los participantes de la futura subasta que se realizaran los análisis.
Con un mes por delante, aseguraron que contarían con lo mejor del mundo financiero-industrial de Paraguay pujando por Carla.
En relación a esa tarde, al considerar que no era seguro hacerlo sin protección y que ya era el segundo día de los tres que Carla estaría en Asunción, Carlos y Miguel les aseguraron que podrían esperar para tener relaciones sexuales en Montevideo en una próxima visita de ellos o en la siguiente visita de Carla y M a Asunción.
M y Carla les agradecieron profundamente, "¿Ves, Carla? ¡Estos son amigos!"
Sin embargo, Carla expresó que, aunque apreciaba el gesto, no quería limitarse a brindarles sexo oral. Propuso complacerlos nuevamente y permitirles presenciar su intimidad con M, a modo de adelanto de lo que experimentarían esa noche.
Sin esperar respuesta, se arrodilló sobre su toalla en el césped y comenzó a estimularse con los dedos lentamente al principio, acelerando el ritmo después, hasta que pidió: "Traedme la bolsa".
¡De compras, por favor! Miguel trajo rápidamente lo solicitado y Carla exhibió el arnés, no con la intención de utilizarlo de inmediato, sino introduciéndolo suavemente en su vagina a lo largo, demostrando lo bien que encajaba en ella.
Después, se lo ajustó, introduciendo las partes correspondientes en su vagina y ano, simulando ser un hombre con un prominente y firme pene. "A más de uno le sorprenderás", comentaron... "Y a más de una también", respondió ella.
Volviendo a la normalidad, M ya desnudo, Carla realizó su habitual espectáculo de flexionarse hacia adelante frente a ellos, exhibiendo su vagina y su trasero. "¿Podrían frotármela un poco?", les susurró.
Con la aprobación de M, Miguel y Carlos se acercaron. Miguel frotó su miembro en la posición en la que se encontraba Carla, rozando sus labios y su zona trasera sin penetrar, mientras que Carlos prefirió estimularla en posición misionero, acariciando sus labios y su clítoris, llegando a veces hasta sus delicados y hermosos vellos púbicos.
Luego, en posición de cuchara y con Carla mirando a sus amigos, le tocó a M, quien obviamente la penetró profundamente, susurrándole al oído que "esto es solo el comienzo de todo lo que te espera esta noche". A veces era M quien marcaba el ritmo del movimiento, y en otras era Carla quien se movía con el miembro adentro.
Poco después llegó la eyaculación, y Carla limpió cuidadosamente el miembro de M con lamidas, para luego pasar a practicar sexo oral con Carlos y Miguel, demostrando una vez más sus habilidades con chupadas, lamidas, garganta profunda y recibiendo la eyaculación en la boca, mostrando el semen en su lengua y tragándolo con una sonrisa. Más tarde, Carla se masturbó de nuevo, aprovechando los fluidos que brotaban de su vagina, y todos se dirigieron a la piscina para refrescarse.
Abandonaron la casa, dejaron a Carla y M en el hotel, y acordaron reunirse nuevamente en Montevideo o Asunción, lo que ocurriera primero.
Carla y M cenaron y disfrutaron de una noche llena de pasión. Carla mostró interés en Marianne, la esposa de M, a quien deseaba volver a ver. Así llegaron al día de la despedida y al regreso de Carla a Montevideo, esta vez sola, ya que M se dirigía a otro lugar.
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