Obsequio (parte 2)


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La retribución

Despertó tardíamente y confundido, cuestionándose por qué su mascota no estaba en la cama hasta que recordó todos los acontecimientos de la noche anterior.

Sonrió con astucia y se apresuró a descender, ella permanecía igual que la noche anterior, al escucharlo acercarse empezó a gemir y retorcerse pero el joven la ignoró y continuó directo hacia la cocina para preparar su desayuno.

Una vez listo su café, fue a por su obsequio, tomándola en brazos y llevándola hasta debajo de la mesa donde la colocó estratégicamente para poder usar su boca.

- buen día perrita, ha llegado la hora del desayuno- le dijo con malicia antes de adentrarse de golpe en su boca. Resultaba sumamente excitante estar usándola de esa manera, aún envuelta, como una marioneta para su deleite.

Al culminar su desayuno y después de haberse entregado en su boca, decide alimentarla un poco antes de llevarla a su sala de juegos donde finalmente la desenvolvió y liberó.

Se acostaron juntos en la cama y el joven se encargó de mimarla mucho y agradecerle sus obsequios.

- sabes, tu regalo me encantó perrita, pero me ha surgido una duda, ¿no hay forma de que hayas atado y envuelto sola? Lo que deseo saber es quién te ayudó.

Ella temblaba, consciente de lo que le aguardaba y de que mentir solo empeoraría las cosas, tragó saliva y respondió.

-Fue un amigo amo, él deseaba darte la mejor sorpresa y yo sola no podía.

Él esbozó una malévola sonrisa.

- entonces, ¿me estás confesando con total tranquilidad que te vio desnuda?

-A-amo yo...

- no importa, sabes que debo castigarte por esto, solo yo tengo el privilegio de contemplarte desnuda, eres mía y lo sabes

Ella asintió.

-sí amo, es cierto, aceptaré el castigo que decidas imponerme.

En el fondo sabía que esto ocurriría y no iba a negar que ya se encontraba excitada imaginando lo que su amo haría con ella.

Él le colocó su correa y la llevó al suelo donde la enganchó a un gancho en la pared que le impedía levantarse.

- te vendaré los ojos mientras preparo todo perrita- le anunció antes de colocarle un antifaz.

Ella escuchaba sus movimientos en la habitación, abriendo y cerrando cajones, en un momento salió y luego regresó.

Al retirarle el antifaz, frente a ella en el suelo había una hoja y un lápiz.

- creo que la mejor manera para que comprendas que eres mía y que solo yo tengo el privilegio de verte desnuda es esta: escribirás 59 veces "soy exclusivamente de mi amo y solo él puede contemplarme desnuda", bien legible.

Nunca antes le había sometido a algo así, pero le resultó excitante, se disponía a tomar el lápiz cuando él la detuvo.

- seguramente no imaginabas que sería tan sencillo, ¿verdad?- comentó riendo.

Una vez concluida la preparación, ella tenía un vibrador de considerable tamaño en su intimidad y pinzas en los pezones.

- y ahora, el toque final, saca la lengua.

Ella obedeció y él le colocó una pinza en la lengua.

Se alejó para contemplarla y puso en marcha el vibrador.

- no te permitirás llegar al clímax, y si lo deseas, tendrás media hora para lograrlo- le advirtió antes de retirarse y cerrar la puerta.

La situación resultaba sumamente humillante, la pieza le impedía cerrar la boca y debía mantener la lengua afuera, lo que provocaba que la saliva corriera sin control, el vibrador estaba a una velocidad moderada, que no la llevaba al clímax pero tampoco le permitía relajarse.

Al regresar media hora más tarde, ella estaba finalizando la última línea, era un desastre de sudor, saliva y fluidos. Se había formado un charco debajo de su entrepierna y la hoja estaba empapada, pero las frases se podían leer.

- tienes una perrita sumisa y obediente - le dijo agachándose a su nivel- ¿deseas llegar al clímax?

Ella asintió desesperada y él se burló de su deseo, inició a jugar con el vibrador en su interior y en un instante inesperado lo sustituyó por su miembro, comenzando a embestirla de inmediato.

Ella gemía como podía, aún con la pinza, ensuciándose más y él la azotaba.

Transcurridos unos minutos, sintió que algo se introducía en su retaguardia, estaba insertando el vibrador encendido.

No pudo contenerse y alcanzó el clímax, unos segundos después su amo también llegó a su cúspide en su interior.

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