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Comenzando a mi esposa


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Soy recién llegado al arte de escribir relatos, aunque bastante experimentado en la lectura de los mismos.

Intentaré hacer la introducción lo más concisa y breve posible para dar inicio a este primer relato.

Antes que nada, debo afirmar que todo lo que relataré en este y quizás en otros relatos es completamente verídico, solo modificaré los nombres de los protagonistas.

Ella es muy atractiva, de estatura baja, 1.59, muy delgada, 42 Kg, con unos senos pequeños encantadores y unas nalgas redondas espectaculares a las que resulta difícil apartar la mirada.

Por naturaleza, es coqueta y le gusta vestir de manera provocativa sin caer en lo vulgar; al contrario, tiene un estilo muy refinado. Sin embargo, como se dice en México, las personas muy refinadas suelen ser las más atrevidas.

Llevamos 22 años casados y poco a poco he ido sacando esa faceta atrevida que siempre llevó dentro de ella.

Todo comenzó el primer día que la invité a mi apartamento en la Ciudad de México. Tan pronto entró, puse una película para adultos en la televisión y antes de que pudiera decir algo, ya la estábamos besando apasionadamente. Al quitarle los pantalones, descubrí que llevaba puesta una tanga de V.S. (tanga alta y grande); se la quité y empecé a estimularla con mis dedos, consiguiendo que alcanzara el clímax varias veces. Vale la pena mencionar un par de cosas: ella era virgen y poco experimentada, y aún conservaba vello púbico.

Después de esa sesión, le hice dos afirmaciones muy claras.

1.- A partir de ahora, solo yo te compraré la ropa interior.

2.- A partir de mañana, tu zona íntima debe estar siempre completamente depilada.

Ella no hizo ninguna objeción, aunque la idea de depilarse le molestó al principio porque consideraba que era algo propio de mujeres muy atrevidas. Le comenté: "Eso es lo que siempre has sido sin darte cuenta, una mujer atrevida en todos los sentidos".

Es importante mencionar que todo esto ocurrió en el tercer día de ser novios.

Ella, a la que llamaré (P), es de la Ciudad de Puebla, y yo, al que llamaré (G), soy de Monterrey, pero en aquel momento residía en la Ciudad de México, lo que generaba una relación a larga distancia por razones obvias.

Como mencioné anteriormente, P era virgen y llegó al matrimonio siéndolo. Aunque nuestra etapa de noviazgo no fue muy extensa, solo 1 año y 7 meses, respeté su decisión de llegar al matrimonio siendo virgen. Sin embargo, no iba a quedarme de brazos cruzados todo ese tiempo, así que cambié su virginidad íntima por el uso de su hermoso trasero y su boca. ¡Qué atrevida es!

Continuará.

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