Todo empezó en un día en el que mis vecinos que viven enfrente estaban juntos bebiendo cerveza. Todos estaban reunidos en mi casa, pero en ese momento llegó mi tío (aunque en realidad es mi primo, pero le llamo tío). Él tiene 53 años, pero se ve muy bien, manteniendo una buena forma física ya que solía hacer mucho ejercicio cuando era más joven. Me resultaba atractivo, hasta que un día, por alguna extraña razón, decidí arriesgarme.
Entró en mi casa un poco ebrio y empezó a hablar de anécdotas de personas borrachas. En un momento, mientras estábamos solos en la cocina, le coloqué la mano en el pecho y después en su brazo. Aproveché que estábamos a solas para preguntarle si solía hacer ejercicio, ya que notaba que tenía músculos bien marcados. Mientras le tocaba, él me respondió afirmativamente y luego me atreví a pedirle si podía tocarlos también.
Al tocarle el pecho, noté que se excitó y me propuso volver al día siguiente para tener relaciones íntimas. Sin embargo, le propuse hacerlo en ese mismo momento. Sin pensarlo dos veces, se levantó, se desabrochó el pantalón y me hizo sexo oral, algo totalmente nuevo para mí. Durante el acto, sentía mi cuerpo temblar y al finalizar, me puso en una posición incómoda y me penetró sin protección, causándome un fuerte dolor. Por suerte, la situación se detuvo abruptamente al escuchar que alguien entraba a la casa.
Al día siguiente, mi tío regresó y quedamos nuevamente a solas. Sin muchas palabras, retomamos donde lo habíamos dejado.
De nuevo me realizó sexo oral y posteriormente me penetró dolorosamente. A pesar del malestar, aguanté y sentí una mezcla de dolor y placer. Sus manos agarraban mi cintura, acariciaban mi espalda y experimentaba cosquilleos y temblores en las piernas. El ardor era constante, pero algo en mí disfrutaba de esa sensación.
Luego pasamos a la posición del "misionero", donde podía apreciar su pecho musculoso y sus venas hinchadas en los brazos. Después de unos diez minutos, llegó al clímax con gemidos suaves. Sentí líquidos calientes y viscosos en el interior.
Tras el acto, se limpió y me retiré a ducharme. En ese momento le pedí que guardara el secreto, a lo que él asintió. Se vistió y se marchó.
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