Junto a mi residencia, a unos tres minutos en automóvil, se ubica una estación de servicio que también funciona como tienda de conveniencia. Aparte de ofrecer combustible, venden una variedad de bebidas, pizza, bocadillos para el desayuno y otros productos. De vez en cuando, suelo ir por las mañanas para disfrutar de un café, ya que cuentan con mesas tanto en el interior como en el exterior del establecimiento, rodeadas de bonitos jardines. Lo que voy a narrarles hoy sucedió hace aproximadamente un mes, pero en los últimos días me han ocurrido cosas muy interesantes de las que aún no he tenido oportunidad de escribir.
Estaba esperando en la fila para pagar mi café cuando noté a una mujer muy elegante, que parecía dirigirse hacia su trabajo u oficina matutina. Se demoraba bastante en la transacción, revisando su cartera y aparentemente sin poder encontrar su tarjeta de pago. Decidí intervenir y pagarle su café y $10.00 de gasolina, ya que mencionó que su tanque estaba casi vacío. En total, la suma no superó los $13.00. Ella intentó darme su número telefónico para transferirme el dinero a mi cuenta, pero le indiqué que no había necesidad. Tras agradecerme, salió del lugar y yo salí con mi café en busca de un lugar donde sentarme en el jardín, disfrutando de los días de verano en esta parte del mundo.
Suelo estar alerta a cualquier oportunidad de coqueteo, pero esa mañana decidí desactivar mis radares. Aunque esta mujer me pareció encantadora, no sentí la motivación para intentar ligar con ella. Puede que fuera por la impresión de que se dirigía a su trabajo y la observé con prisa. Incluso cuando me pidió mi número de celular, se lo negué, desaprovechando así la oportunidad de entablar comunicación con alguien nuevo. La mujer, de tez clara y cabello oscuro hasta los hombros, cuidadosamente maquillada, no vestía de forma provocadora, pero lucía un escote generoso con un vestido cuya falda rozaba sus rodillas. A pesar de llevar un perfume llamativo, no le insinué nada. Desde mi mesa en el jardín, la vi repostando el combustible que le obsequié. Una vez arrancó el vehículo, en lugar de dirigirse hacia la calle, se estacionó frente a los jardines, cerca de mi mesa, y se acercó hacia mí. Sonriente, se presentó:
-Disculpe, me llamo Marie y me gustaría retribuirle el favor que me ha hecho.
-No se preocupe, Marie... mi nombre es Tony. Ha sido un placer poder ayudarle.
-Gracias de nuevo... ¿Le importaría si me acompaña? ¿Está esperando a alguien?
-Por supuesto, siéntese. Será un placer estar en su compañía.
La conversación pronto comenzó a adquirir un tono coqueto. Marie se sentó cerca de mí en el banco y, con el paso de los minutos, posó su mano en mi pierna, dejando entrever sus intenciones. Hizo las preguntas pertinentes, y parecía que intuía que yo podría ser un buen candidato. Aunque estimé que esta mujer tendría entre 23 y 25 años, no estaba seguro de si se dedicaba exclusivamente a la prostitución, pero era la idea que comenzaba a insinuarme.
-Mira, Tony, espero que no me malinterprete, pero estoy atravesando una etapa un tanto complicada en mi vida, sobre todo en lo económico. Si pudiera ayudarme un poco, yo también estaría dispuesta a hacer algo por usted... si me entiende -dijo, mientras acariciaba mis rodillas.
-¿Cuánto necesitas, Marie?
-¡No lo sé! ¿Cuánto estaría dispuesto a ayudarme?
-Podría darte $100.00, pero dudo que eso resuelva todos tus problemas.
-¿Podría ser $150? Le aseguro que le haré pasar un momento muy agradable.
-¿Tiene un lugar a dónde ir y qué puedo esperar de ti?
-Puedo ofrecerte todo lo que desees y mi apartamento está a solo cinco minutos de aquí.
-¿Tienes condones o protección?
-No, pero puedes conseguir algunos en la tienda. Tony,la verdad, yo no me dedico a esto... te puede parecer extraño, pero siempre me ha dado curiosidad experimentar algo así.
-En un instante pensé que te dirigías a tu trabajo.
-Es cierto que esa era la dirección a la que me dirigía, pero inventaré alguna excusa.
Facilité mi número de teléfono para que me enviara su dirección, compré preservativos en la misma gasolinera y saqué dinero para pagarle a esta mujer llamada Marie por mantener relaciones sexuales. Como mencioné, en estos días se han presentado múltiples oportunidades para mí, y desde el inicio de 2023 he tenido acercamientos de diversa índole con jóvenes. No estoy seguro si Marie fue completamente honesta, pero al llegar a su apartamento me pareció bastante normal. Se trataba de un pequeño estudio, es decir, no tenía un dormitorio propiamente dicho. La única división marcada era una pequeña cocina y el área del baño. El lugar estaba muy ordenado y parecía ser habitado por una sola persona, como Marie me explicó. Entré y ella fue directa al grano, por un momento pensé que me despediría rápidamente, pero eso no sucedió. Atendió a su cliente con rapidez.
Me indicó que me pusiera cómodo y comenzó a quitarse el vestido, colgándolo en un armario cercano, quedando solo con un sujetador blanco y unas bragas normales del mismo color. Se acercó a mí, me ayudó a quitarme la camisa y luego los pantalones. Mi miembro comenzó a reaccionar y ella lo acarició suavemente, lanzando su primera impresión: "¡Vaya, tienes un pene enorme!" Sin darle muchas vueltas, empezó a practicar sexo oral de forma muy placentera. Tenía habilidades excepcionales en el sexo oral, pero lo que más me gustaba de ella era la pasión y el deseo que mostraba al hacerlo. Lo practicaba de forma natural y continúo durante al menos diez minutos. Cuando sentí que alcanzaría el clímax, interrumpí y le pregunté:
-¿Podría practicarte sexo oral a ti?
-¿Te gusta hacer sexo oral?
-¡Me encanta! ¿Puedo hacerlo?
-Te dije que podías hacer lo que quisieras conmigo. Lo que me mostraste esta mañana sin esperar nada a cambio, muy poca gente actuaría así en la actualidad. Eres un hombre muy atractivo y generoso... Puedes tener acceso a mi cuerpo y hacer lo que quieras.
Su tono era muy erótico y seductor. Tenía una sonrisa encantadora y un cuerpo esbelto y atlético, con una estatura de un metro sesenta. Aunque no tenía un busto muy grande, era de tamaño medio, al menos copa C. Tenía un trasero redondeado y las bragas blancas resaltaban la simetría de sus curvas. Le quité las bragas y ya estaban empapadas. Comencé chupando sus pechos mientras mis manos acariciaban sus glúteos, luego empecé a estimular su zona íntima con mis manos, mientras seguía succionando sus pezones. Ella me dijo: "Me encanta cómo me sabes mamar los pechos, si sigues así, me harás tener un orgasmo aquí mismo". Esta actividad duró solo cinco minutos y Marie movía sus caderas como queriendo que mis dedos penetraran su zona íntima. Continué con la estimulación de sus pechos y comencé a acariciar su clítoris. No aguantó mucho tiempo y sus piernas perdieron fuerza, mientras movía sus caderas y me abrazaba al experimentar su primer orgasmo.
-¿Estabas excitada? -le pregunté.
-¡Hacía más de un mes que no tenía relaciones sexuales! -me respondió.
-Es difícil de creer. ¿Y no te masturbas?
-La verdad es que no me gusta masturbarme. Pero llego al clímax fácilmente sintiendo el calor de alguien diferente.
-¡Aún no llego a tu zona íntima!
-Aun así, sé que me harás llegar al clímax.
-¿Qué tipo de postura prefieres en la intimidad?
-Disfruto mucho la postura del perrito, me gusta ponerme encima y también disfruto el misionero, pero sobre todo si me estimulan los pechos.
-Quiero practicarte sexo oral.
-Por favor... hazlo sin restricciones.
Se recostó en la cama, abrió las piernas y su entrepierna aún estaba húmeda de la experiencia previa. Me dirigí directamente a su zona íntima, saboreándola con delicadeza. A los pocos minutos, me pidió: "Penétrame, por favor".
Estoy a punto de llegar al clímax. Coloqué rápidamente el preservativo y me acosté sobre ella en posición de misionero, introduciendo mi pene lentamente mientras ella exclamaba: "-¡Oh Dios... qué miembro tan placentero tienes! Ya me imagino cómo se sentiría en mi trasero..." gemía la chica con excitación. Mantuvimos un ritmo agradable, mientras yo succionaba uno de sus pechos y ella me preguntaba:
"¿Te gustan mis senos? ¿Está deliciosa mi zona íntima? ¿Te gusta?"
"¡Me encantan!" -respondí soltando su pezón.
"¡Qué placentero, Tony... vas a hacerme llegar al clímax! Sí, así Tony, muerde mis pechos y quiero que te vengas conmigo... ¡Dame, dame... qué miembro tan delicioso tienes!"
Di embestidas vigorosas sin soltar su pecho con mi boca, mientras ella se movía de forma sensual y me rodeaba con sus piernas, sintiendo las contracciones de su vagina y repitiendo: "Así... estoy llegando al clímax, ven conmigo... Oh Dios, me estás haciendo llegar, qué delicioso... ¡dame, dame, vacía tus testículos en mí... échamelo." No pude contenerme más y eyaculé en el condón. Continué mientras seguía erecto y la chica recuperaba el aliento. Marie me abrazaba y nos besamos apasionadamente como si fuéramos amantes. Escuchaba el sonido de mi pene aún penetrándola y mi pelvis chocando contra su entrepierna. Me levanté y la chica retiró el preservativo para comenzar a practicarme sexo oral de nuevo. Sentir una felación después de una buena eyaculación era verdaderamente delicioso. Pasamos al baño para limpiarnos y comenzamos a discutir animadamente sobre la próxima escena.
-"¡Qué deliciosa verga tienes! ¿Vas a penetrarme en el trasero, verdad?"
-"¿Te gusta ser penetrada analmente?"
-"¡Me encanta! Para mí, una buena sesión sexual implica también una penetración anal. Y esa verga me provoca sentir en mi retaguardia. ¿Te gusta abrir un trasero?"
-"También me fascina." -respondí.
-"Lo imaginaba... Creo que a la mayoría de los hombres les encanta."
La chica no perdió el tiempo y, quizás pensando que yo tenía su energía juvenil, volvió a estimular mi pene con sexo oral al mismo tiempo que describía cómo quería ser penetrada analmente. Me decía que le gustaba en la posición de perrito y que le tiraran del cabello, y que disfrutaba de las nalgadas. Mi excitación estaba por las nubes solo con tener esa conversación con la chica, y sin esperar mucho, Marie asumió la posición, le estimulé el ano con la lengua por un par de minutos, pero ella me interrumpió pidiendo sentir mi pene en su recto. Estaba ansiosa por ser penetrada y recordé a ninguna otra chica con esa auténtica ansiedad por ser sodomizada. Tomó mi miembro y apuntó hacia su esfínter, que se contraía. La cabeza entró y me dijo: "-¡Qué bien se siente tu pene! Rómpeme con esa hermosa verga que tienes." Mi pene se hundió por completo y mis 21 centímetros penetraban y salían de su culo enrojecido.
La agarré del cabello y comencé a azotarla, mientras Marie se masturbaba el clítoris y mi pene entraba y salía de su precioso trasero. Movía sus caderas de manera divina y más tarde demostraría ese movimiento montándome mientras mi pene se clavaba en su culo. En la posición de perrito, comenzó a anunciar que estaba por llegar al clímax. Di un fuerte golpe contra su trasero y ella seguía estimulando su zona íntima. De repente, explotó en un potente orgasmo que parecía angustioso. Sus sonidos me excitaron y la agarré del cabello de nuevo, sacudiendo mi pene en su trasero con golpes vigorosos, y ella me dijo: "Me estás haciendo llegar por detrás." Su respiración se hizo más intensa y se dejó caer sobre la cama, lo que me excitó tanto que eyaculé por segunda vez en su culo. Hizo lo mismo, se quitó el condón y volvió a practicarme sexo oral.
Pensé que estos $150 dólares serían bien invertidos.
Iba a ser conciso, pero empezamos una tercera sesión con igual energía. Volvimos a practicar sexo anal cambiando de posición, y creo que su clímax más intenso fue el último, cuando la penetré en posición de misionero, pero por detrás. Dediqué unos minutos a estimular sus pechos con la boca y volvió a alcanzar el orgasmo, concluyendo con un beso apasionado como si fuéramos amantes. Después, me quitó el tercer preservativo y me elogiaba mientras me acariciaba, diciendo:
- Tienes un miembro muy atractivo... definitivamente has nacido para dar placer. ¡Me encantas!
Me sentí satisfecho tras esas tres horas de intimidad con Marie. Desde entonces, hemos repetido la experiencia una vez más al mismo precio, y hemos planeado otra para este próximo fin de semana. No estoy seguro si ella se dedica a esto, ya que siempre habla de su trabajo, pero también disfruta comentando cómo se siente con mi miembro dentro de su estrecho y placentero trasero.
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