Obsequio (primera parte)


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El chico se encontraba bastante aburrido en esa 茅poca navide帽a, siempre era lo mismo: compartir la cena con la familia que le resultaba antip谩tica, consumiendo alimentos que no le agradaban del todo y sofocando las ganas de reunirse con su pareja durante las festividades.

Desconoc铆a que este a帽o todo cambiar铆a radicalmente.

Despu茅s de la medianoche, recibi贸 un mensaje de su novia sumisa inform谩ndole que Santa Claus ya hab铆a pasado por la vivienda que compart铆an.

Le pareci贸 muy extra帽o y comenz贸 a sospechar que su encantadora sumisa tramaba algo, lo cual aument贸 su ansiedad por marcharse.

As铆 que, en cuanto tuvo la oportunidad, se march贸 con excusas poco convincentes y contradictorias.

Al llegar a casa, llam贸 a su perrita, pero no obtuvo respuesta. Encendi贸 las luces y al llegar a la sala, descubri贸 bajo el 谩rbol dos grandes paquetes: una caja y otro con una forma bastante peculiar.

Sobre la caja hab铆a una nota:

"Querido due帽o, en esta Navidad Santa Claus no sab铆a qu茅 regalarte, as铆 que le di una ayuda. En la caja encontrar谩s todo lo necesario para jugar conmigo, 隆espero que lo disfrutes! PD: No es necesario desenvolverme".

Se agach贸 y descubri贸 que el paquete de forma extra帽a era, en realidad, su novia, totalmente envuelta a excepci贸n de algunos agujeros estrat茅gicos: su boca, sus pezones y su zona 铆ntima estaban accesibles.

Como un ni帽o, procedi贸 a abrir la caja para descubrir el resto de su regalo, el cual inclu铆a una fusta, pinzas para pezones ajustables, un consolador vibrador de 25 cm de longitud y otro de 15 cm, y finalmente, el m谩s destacado: una paleta con su nombre grabado en relieve que le dejar铆a elegantes marcas.

Con una sonrisa mal茅vola, se apart贸 de su regalo al percatarse de que ten铆a las manos y los tobillos atados, subi贸 las escaleras para ponerla nerviosa y regres贸 con lubricante.

Lo primero que hizo fue colocarle las pinzas en los pezones con una intensidad media tirando a fuerte, ya que su intenci贸n era que permanecieran ah铆 por un buen rato. Luego, tom贸 la fusta y comenz贸 a azotar sus senos, disfrutaba marc谩ndola. Los gemidos ahogados que emit铆a indicaban que estaba silenciada con un aro en la boca, lo cual lo excitaba a煤n m谩s y, al mismo tiempo, lo llevaba a pensar que no hab铆a actuado sola en esto; tendr铆a que abordar ese tema con ella m谩s tarde y castigarla, pens贸 maliciosamente para sus adentros.

Una vez finalizado eso, la dio la vuelta dej谩ndola con el trasero hacia arriba.

- Olvidaste un agujero, cari帽o -le reproch贸 antes de rasgar el papel y dejar al descubierto su parte trasera.

Tom贸 el vibrador m谩s peque帽o, lo lubric贸 y comenz贸 a introducirlo en su retaguardia sin preparaci贸n, sab铆a que ella lo aguantar铆a a pesar del dolor. Esto provoc贸 que la joven se estremeciera y gritara a trav茅s de la mordaza, pero un golpe la devolvi贸 r谩pidamente a su lugar.

- As铆 me gusta, perrita, estoy ansioso por poseerte, pero primero probemos mi nuevo juguete -ella temblaba, entre el miedo y la anticipaci贸n, tan h煤meda que incluso un poco se deslizaba por sus muslos.

Se puso de pie de nuevo, tom贸 la paleta, dio dos golpes precisos en una nalga que inmediatamente enrojeci贸 con su nombre resaltando; en el papel que cubr铆a el rostro de la sumisa se pod铆an ver las l谩grimas moj谩ndolo.

- Listo, cari帽o, asiente si est谩s bien -ella asinti贸 en茅rgicamente y 茅l se ri贸 antes de quitarse los pantalones y acomodarse en su entrada.

Entr贸 muy lentamente, tortur谩ndola, pero cuando la llen贸, fue como estar en el para铆so, sinti贸 que iba a estallar, era casi un exceso de placer, sus dos orificios estaban completamente ocupados y era un deleite extremo.

La intensidad dur贸 poco, ya que empez贸 a embestirla salvajemente hasta correrse en su interior.

Sali贸 y, antes de que pudiera escapar, la llen贸 con el vibrador m谩s grande de un solo golpe, lo que la hizo gritar a trav茅s de la mordaza.

Ella se dej贸 caer boca arriba y 茅l aprovech贸 para quitar de un tir贸n las pinzas de sus pezones, renovando la humedad del papel que cubr铆a sus ojos.

- Qu茅 hermoso regalo me trajo Santa este a帽o -tom贸 el control de los vibradores de la caja y los encendi贸 al m谩ximo, la sumisa se retorc铆a impotente cuando el primer orgasmo la sacudi贸, 茅l se ri贸.

- Hasta ma帽ana, cari帽o, tal vez te libere, tal vez no, despu茅s de todo, eres mi regalo y puedo hacer contigo lo que desee.

Se alej贸, subi贸 las escaleras escuchando sus protestas amortiguadas por la mordaza y entremezcladas con gemidos por los vibradores, haciendo que se emocionara de nuevo, anhelando que llegara el d铆a siguiente para utilizar la boca de su regalo mientras desayunaba.

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