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Aventura sensual en un auto


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No tenía mucho ánimo de desplazarme hasta mi escuela de finanzas, ya que está bastante lejos, por ello decidí solicitar un vehículo de alquiler.

En pocos minutos llegó el auto, abrí la puerta y subí, saludando al conductor y notando de inmediato lo atractivo que era.

A simple vista parecía tener 60 años, no cabía duda, pero lo que realmente me impactó fue su pelo completamente canoso, lo cual lo hacía encantador y extremadamente atractivo.

Sus ojos azules eran penetrantes, además de notar que tenía unos músculos bien desarrollados en los brazos para alguien de su edad, seguramente iba regularmente al gimnasio.

-Hola señorita- me dijo, girándose para inspeccionar mi figura con la mirada.

Ese gesto me provocó, llevaba puesto una blusa roja que resaltaba mis pechos y una falda de jean azul oscuro.

-Hola- le contesté.

-¿Hacia dónde le gustaría que la lleve?

-A la escuela de finanzas.

-¿La que está en la avenida?

-Exactamente.

Después de este breve intercambio, entablamos una conversación sobre el clima y la carrera que estaba cursando.

Cuando estábamos cerca de llegar a la universidad, me informó que el trayecto costaría cinco mil pesos debido a la distancia.

-Señor, no dispongo de cinco mil, solo tengo dos mil pesos en efectivo.

-Lo lamento, pero tendrá que bajarse. – expresó el conductor.

-Hace mucho calor para caminar la distancia restante.

-Lo siento.- Volvió a decir el taxista.

Viendo que no tenía más opciones, decidí apelar a mis encantos.

Moví mi cabello hacia atrás y hablé de manera seductora.

-¿Existe la posibilidad de un descuento? – pregunté mientras subía mi falda y lo miraba a los ojos directamente.

-Por supuesto, señorita. – contestó con una sonrisa en su rostro.

-Dígame cuál sería.

-Seré directo contigo. – respondió.

-Adelante.

-Eres muy atractiva, por lo tanto, el descuento sería el siguiente: si aceptas que te toque el trasero, serán cuatro mil pesos; si permites que te agarre los senos, serán tres mil pesos, y si me dejas acariciar tu zona íntima, solo serán dos mil pesos. – iba a continuar hablando, pero no lo dejé, me senté sobre él y lo besé apasionadamente sin darle oportunidad a nada más.

Él colocó sus manos en mi cintura y lentamente me quitó la blusa, continuamos besándonos intensamente hasta quedar sin aliento.

-Eres hermosa. – dijo mientras me besaba el cuello y desabrochaba mi sujetador, dejando al descubierto mis senos.

-Así tus pechos se ven aún más bellos. – comentó.

-Y tú te ves más atractivo de esta manera. – le respondí mientras le quitaba la camisa negra.

Al ver su torso desnudo, no pude evitar hipnotizarme; este hombre estaba en excelente forma física con abdominales marcados, así que comencé a acariciarlo, primero sus fuertes brazos y luego bajé a su abdomen, dedicando más tiempo a esa área para llegar a su pelvis.

Le acaricié la pelvis mientras él jugaba con mis senos, luego le quité lentamente los pantalones. Finalmente, se quitó los boxers y ante mis ojos se mostró un verdadero espectáculo.

Debajo de los boxers asomaba un gran miembro de aproximadamente 22 centímetros, grueso, largo y con algo de vello en los testículos.

-¡Qué delicia de miembro! – exclamé.

-Es todo tuyo, disfrútalo. – me respondió.

Realmente no sé cómo hice para resistirme y no sucumbir ante la tentación de aquellos deseos prohibidos.

Con mucha paciencia, logré llevar ese gran miembro a mi boca. Primero lo acaricié por fuera antes de introducirlo completamente. Una vez mis labios se adaptaron al tamaño, empecé a estimularlo con la intensidad que requería. El taxista tomó mi cabeza y la movió al ritmo de sus gemidos, empujando su miembro más profundo en mi boca.

Deseaba disfrutar por completo de esa deliciosa pija, tenía ansias de placer. La tomé con ambas manos y la estimulé con tanta intensidad que me dejó sorprendida. Un fuego erótico guiaba mis acciones en ese momento.

Los gemidos del taxista eran como música para mis oídos, y su néctar que llenó mi garganta fue una exquisita delicia.

Luego, me senté sobre él, sintiendo su miembro firme rozando mi vulva ansiosa. Sus manos en mi cintura me colocaron de forma que pude sentir su lengua juguetona explorando mi trasero.

Su arte en el sexo oral anal me llevó al éxtasis, mientras estimulaba mi zona íntima. Todo era tan placentero que ansiaba más. Comencé a moverme de forma provocativa hasta sentir su entrada en mi trasero, generando un placer indescriptible.

Sus embestidas salvajes avivaban mi fuego interior, moviendo mi cuerpo al compás. Nuestra energía se mantenía en lo más alto, sin intenciones de detenernos.

Cambiando de posición, continuamos disfrutando del encuentro. Con un salto, me ensarté en su miembro, sintiendo cada latido dentro de mí. Nuestros movimientos seguían el ritmo para disfrutar al máximo.

Su miembro palpitaba en mi interior mientras me movía con intensidad. Sabía que estaba por alcanzar el clímax y deseaba sentir su liberación en mi interior.

Mientras me tomaba los senos y me estimulaba, sentí su liberación en mi interior, embistiendo con intensidad. Descargó una buena cantidad de semen en mí, llevándonos a un placer compartido.

Permanecimos juntos por un tiempo, disfrutando de la compañía y la conexión.

Al separarnos, el taxista dijo: "Este viaje es por mi cuenta" y selló sus palabras con un beso en mi cuello.

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