Hace unos meses que me he separado de mi esposo porque nuestra relación ya no tenía solución.
Desde entonces, mi hijo Kan de 20 años se ha acercado más a mí, ahora compartimos la cama y nos abrazamos todas las noches, nos damos besos apasionados en los labios, e incluso me rodea con sus brazos por detrás y me besa suavemente en el cuello.
Al principio, me desconcertaba ver esta muestra de cariño tan intensa por parte de mi hijo, pero con el tiempo me he acostumbrado y debo admitir que disfruto mucho tenerlo cerca la mayor parte del tiempo.
Después de unos minutos, llega Kang.
-Hola mamá- me saluda con un beso en la mejilla y otro en los labios.
-Hola amor- le respondo mientras rodeo su cuello con mis brazos y nos fundimos en un beso.
Aprovechando el beso apasionado, me levanta de la silla y agarra mis nalgas con sus manos para seguir besándonos como si fuéramos amantes.
-¿Cómo te fue en la universidad, mi amor?- le pregunto mientras abrazo su cintura, Kang estudia para convertirse en economista.
-Me fue muy bien, pero me siento mejor estando aquí contigo- con sus labios busca mi cuello y comienza a besarlo mientras una de sus manos sube la tela de mi vestido para acariciarme.
Empiezo a moverme para que pueda estimularme más profundamente y debo decir que está funcionando de maravilla, mi excitación está incrementando rápidamente.
-Así, entrégate a mí, quiero que seas mi hombre y yo tu mujer.
-Por favor, continúa, soy toda tuya y tú eres mi hombre- le respondo mientras él aumenta la intensidad de la estimulación y comienza a introducir tres de sus dedos.
Esto es algo que deseaba desde hace meses, ya que desde que me separé he dejado de ver a Kang únicamente como mi hijo y comencé a verlo como un hombre, mi hombre.
Solo deja de acariciarme cuando siente lo mojada que estoy en su mano.
-Qué deliciosamente húmeda está tu intimidad, mami- susurra en mi oído.
-Es que me tocas de forma maravillosa- le respondo.
Me quito el vestido y quedo completamente desnuda, ya que no llevaba puesta ropa interior, luego ayudo a Kang a quitarse la ropa hasta que su excitante miembro queda al descubierto.
Nunca imaginé que la vista de mi hijo desnudo me excitaría tanto como para lanzarme a su encuentro sin dudarlo y llevar su pene a mi boca, sintiéndolo cómo se arquea de placer y toma mi cabeza para profundizar la experiencia.
Sigue acariciando mi cabeza y moviendo sus caderas para penetrarme con más intensidad, su miembro se adentra cada vez más en mi boca.
Mantener el ritmo es un desafío porque sus embestidas son fuertes, no obstante, he tenido experiencias previas que me han permitido manejar la situación y brindarle un gran placer.
Él gime y pide más, me insta a continuar mientras con una mano comienzo a acariciar sus testículos.
El contacto en esa zona le proporciona a Kang un placer adicional, así que, en un momento de éxtasis, libera un gemido y una cascada de semen caliente inunda mi boca, satisfaciendo mi garganta con su delicioso néctar.
-Gracias por la mejor felación de mi vida, mami, pero ahora me gustaría explorar mi fetiche contigo- me dice mientras volvemos a besarnos apasionadamente.
Dado que ya conocía la atracción de mi hijo por los pies, le permito experimentar con ello.
Elevé mis piernas para que mis pies quedaran a la altura de su rostro cuidadosamente afeitado.
Primero acarició mi pie derecho de manera sensual, realizando suaves masajes circulares en la planta y recorriendo cada parte de mis dedos con sus manos.
Cambiando de extremidades, repitió el mismo proceso con mi otro pie.
Después, volvió su atención a mi pie derecho y lo que hizo fue realmente extraordinario: sacó su lengua y la deslizó por toda la planta, saboreando mis pies hasta quedar satisfecho con esa región, luego introdujo mis dedos del pie en su boca para chuparlos también.
Realizó la misma acción con el pie izquierdo y me encantó.
"Me gusta tu fetiche", bajé la pierna y con mi pie derecho empecé a tocar suavemente su miembro durante unos minutos que para él fueron de extrema satisfacción.
Saqué mi pie de su miembro, que ya estaba muy erecto, y lo miré a los ojos, en los cuales vi un deseo desenfrenado de poseerme, de fundirse conmigo en un solo ser.
"Penetra a tu mami, cariño", le pedí con la voz ronca por la excitación.
Nos dirigimos al sofá de nuestra sala de estar, él tomó mis caderas y me acomodó para que su miembro quedara dentro de mí, elevé las piernas a la altura de su cintura y lo abracé mientras comenzaban las vigorosas embestidas.
El sexo con Kan es maravilloso, es lo más sublime, la forma en que me embiste mientras clava sus dedos en mi cintura me provoca un gran placer.
Me besó mientras continuaba con sus descontroladas embestidas, brindándome un placer extremo.
Permanecimos en esa posición durante muchos minutos, hasta que él eyaculó e intentó hacerlo fuera de mi vagina, pero no lo permití, apreté aún más mis piernas alrededor de su cintura y todo su semen quedó dentro de mí.
Con todo el deseo y la lujuria que recorría mi cuerpo, no me importó quedar embarazada de Kan. De hecho, si él me preña, sería aún más excitante y el sexo sería mucho más placentero.
Luego nos acostamos de costado los dos, y él me penetró en esa posición.
Para mi suerte, en la sala de estar hay un espejo lo suficientemente grande como para poder ver con claridad los movimientos de Kan y su miembro entrando y saliendo de mi cavidad.
Después de unos diez minutos, ambos estábamos exhaustos y nos dormimos en esa posición, yo me quedé dormida con su miembro dentro de mí.
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