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Atrapada y sancionada por mi suegro


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Hola lectores, mi nombre es Bianca y tengo 22 años. Tengo el cabello de color morado, la piel clara, una estatura promedio, unos senos algo grandes, una cintura que acompaña a mis caderas y un trasero grande.

Actualmente llevo un año de relación con mi novio, quien es encantador en todos los aspectos. Sin embargo, a sus padres no les agrada la idea de que compartamos la cama, aunque ya hemos tenido relaciones sexuales. Por eso, solemos tener precaución. En una noche en la que su madre no estaba en casa y su padre había salido con amigos, decidimos aprovechar la oportunidad y dormir juntos.

Como era de esperar, terminamos teniendo un encuentro íntimo en su habitación. Todo fue bastante rápido, ya que él debía irse a trabajar por la mañana. Cuando desperté, mi pareja ya no estaba en la cama. Intenté llamarlo, pero no respondió. Al darme cuenta de que estábamos solos en la casa, decidí darme una ducha antes de irme.

Caminé desnuda hasta el baño, dejando mi ropa en la habitación de mi novio. Mientras me enjabonaba el cabello, con el champú escurriéndose por mi rostro y espalda, no escuché la puerta abrirse. De repente, sentí una mano en mis nalgas, lo cual me asustó. Estaba buscando el grifo para abrir el agua cuando, de repente, alguien me besó apasionadamente. En ese momento, pensé que era mi novio y le dije: "Ay, cariño, pensé que ya te habías ido al trabajo". Sin embargo, al continuar tocándome, me di cuenta de que en realidad era mi suegro.

Con vergüenza, me separé rápidamente.

Yo: Suegro, pensé que eras su hijo.

Suegro: Y yo creí que eras una intrusa.

Yo: ¿Por qué no me dijo nada?

Suegro: Te ves muy atractiva y sensual de esa manera. Además, te deseo desde hace tiempo.

Se acercó a mí, tomando nuevamente mis nalgas, y retiró mis brazos que cubrían mis pechos y entrepierna. Me besó apasionadamente contra la pared y luego volvió a tocarme. Introdujo dos dedos en mi zona íntima y dijo:

Suegro: No puedes entrar así, sin más, ¿entiendes?

Yo: Perdón...

Suegro: Ahora debo disciplinarte, cariño... Arrodíllate.

Entre besos, me indicó que me arrodillara. Con una mano en mi cabeza, me hizo descender suavemente hasta colocar su miembro frente a mi rostro. Retiró los dedos de mi intimidad y los introdujo en mi boca. Los chupé mientras me ruborizaba. Luego, los intercambió rápidamente por su pene y comenzó a mover las caderas, penetrando mi boca suavemente al principio, mientras yo movía la lengua. Su sabor era intenso pero excitante. Lo masturbé con la mano y seguí con los movimientos, chupando con mayor intensidad. Entre gemidos, él acariciaba mi cabello y dirigía la situación.

Nos separamos y nos sentamos en el suelo de la ducha. Él se masturbaba mientras me incitaba: "Si deseas más, ven aquí, perrita". Me acerqué gateando y nos besamos apasionadamente, su miembro rozando mi entrada. Separándonos del beso, sentía mi intimidad arder de deseo. Tomé su miembro y comencé la penetración.

Agarrándome de las nalgas, él me miraba a los ojos mientras descendía y comentaba: "Estás tan apretada como imaginaba". La idea de que me imaginara de esa forma, incluso teniendo esposa, me sonrojaba. Rápidamente, me condujo a tenerlo completamente dentro de mí. Cuando su miembro llegó a lo más profundo, lo abracé, gimiendo y temblando de placer.

su pene me estaba penetrando incluso más que el de mi pareja, me besó en los labios y movía suavemente sus caderas para ir acostumbrando mi vagina.

Mis senos estaban contra su pecho mientras me colmaba de lascivos besos en la boca y cuello, aumentando la intensidad con cada embestida. Después de un tiempo, apoyé mis manos en su pecho y comencé a moverme. Montar su pene era un desafío, ya que era algo nuevo para mí, pero observaba cómo lo disfrutaba y aumenté la intensidad de mis movimientos. Mis senos rebotaban frente a él, quien no dudaba en chuparlos y morderlos.

Él colocó sus manos en mi cintura y caderas, mientras yo cerraba los ojos intentando concentrarme, pero solo podía pensar en él. Cuando lo miraba, me sentía nerviosa y cada vez más excitada. Todo mi cuerpo ardía y al abrir la regadera, parecía disfrutar viendo mi cuerpo mojado y montándome vigorosamente. Nos miramos fijamente por unos segundos y él empezó a nalguearme diciendo "más rápido, zorra".

Comencé a obedecer y a moverme con más rapidez, nuestros cuerpos chocando resonaban más fuerte que el agua de la regadera. Después de unos segundos, no pude contenerme más y retiré su pene de golpe. Aun así, tuve mi orgasmo frente a él, salpicándolo de mis fluidos. Permanecí sentada durante el orgasmo, observándolo, hasta detenerme. Él me miraba sonriendo de forma provocativa.

Me levantó y me presionó contra el cristal de la ducha. Mis senos se apretaban contra el vidrio mientras él acariciaba mis nalgas y pasaba los dedos por mi vagina. Introdujo dos dedos rápidamente y los retiró para verificar mi nivel de humedad, luego colocó su pene en mi entrada. Tomó mis caderas y me hizo poner de puntillas, arqueando más mi trasero. Empujó con fuerza, introduciéndolo por completo, y sentí cómo mi vagina ardía de placer.

Todo ocurrió muy rápido y sentí mi trasero sensible por las nalgadas. Gritaba de placer y él me susurraba al oído lo zorra que era, pasando su lengua por mi espalda hasta morderme en el hombro, donde aún tenía marcas de la noche anterior con mi pareja. Era bastante rudo en el sexo y eso me excitaba, ya que mi pareja siempre me había tratado con delicadeza.

Mientras continuaba, me preguntó dónde prefería que su hijo terminara, le dije que sobre mi cuerpo o en mi boca. Sonrió y continuó unos segundos más hasta que tomó mi rostro y me besó con lujuria. Sentí cómo todo su pene estaba dentro de mí y palpitaba, liberando su semen. Nunca permitía que acabaran dentro de mí, y mucho menos sin condón, pero el ardor del momento me hizo olvidar eso.

Cuando se detuvo el beso, me dijo al oído "eres una buena novia, espero que sigas gustándole a mi hijo después de esto" y retiró su pene de mi vagina. Permanecí unos segundos recuperando energía y me uní a él para terminar de ducharnos. Durante el baño, me acarició más y me ayudó a expulsar el semen de mi vagina. Al salir, tomamos las toallas y me dio un último beso apasionado antes de dirigirme a la habitación de mi pareja para vestirme.

Al salir, él también ya estaba vestido y me despidió con otro beso en la boca, acompañado de un apretón en mis nalgas. Me fui y al llegar a casa, pasé el resto del día pensando en cómo le fui infiel a mi pareja con su padre en la ducha y cómo mi suegro fue infiel a su esposa conmigo. Sinceramente, recordarlo me excitaba y comencé a masturbarme.

Desde entonces, no hemos vuelto a tener un encuentro así, pero cada vez que voy a su casa, noto que me mira o me roza levemente. Personalmente, me gustaría repetir lo que hicimos al menos una vez más y sé que a él también le gustaría. ¿Qué opinan ustedes? ¿Debería organizar un encuentro? Espero sus comentarios y gracias por leer.

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